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Los funcionarios que a diario trabajan en el Centro Penitenciario de El Dueso, en Santoña, han sufrido 24 agresiones físicas desde 2010, así que la media sale a casi dos al año. El dato es oficial. Lo ha comunicado a este periódico la Secretaría General ... de Instituciones Penitenciarias al amparo de la Ley de Transparencia. Sin embargo, desde el comité de empresa apuntan a que, «en realidad, son muchas más». Su queja es que este organismo público sólo incluye aquellos actos en los que ha habido «golpes, laceraciones o sangre» y lamenta que se haya olvidado de «las amenazas verbales o los insultos graves». Para explicarlo utilizan un símil. «Si esto fuera fútbol, el árbitro sólo saca tarjeta y apunta si te marcan los tacos en el muslo».
El dato vuelve a poner de relieve una situación que los sindicatos con representación en la cárcel cántabra vienen denunciando desde los últimos años. La escasez de efectivos eleva la inseguridad. De hecho, sólo ha habido tres ejercicios que se han saldado sin una sola agresión: 2013, 2019 y 2021. «El clima ahora se puede decir que no es malo. Eso sí, hemos notado mucho el descenso en el número de internos debido a las obras de remodelación que desde septiembre se están acometiendo en el centro», explican desde Acaip, el sindicato mayoritario.
Instituciones Penitenciarias divide en tres el tipo de agresiones físicas: sin lesiones, leves y graves. En todo este tiempo, de las 24 totales, 11 se han saldado sin que los funcionarios tuviesen que ser atendidos por un facultativo, en otras 11 hubo heridas leves y dos fueron calificadas de graves: una en 2010 y otra en 2014.
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«El problema es que hacen la vista gorda porque, si para que haya agresión, tiene que ser obligatoriamente física, se están olvidando de cuando hay internos que hacen pintadas en sus celdas amenazándonos o cuando nos dicen tened cuidado que sabemos donde vivís o a qué colegio van vuestro hijos», apuntan desde Acaip.
Los funcionarios saben cuál sería la fórmula para rebajar el número de ataques. Se la prometió precisamente el propio ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, cuando visitó en septiembre del año pasado el penal cántabro para anunciar el inicio de las obras de remodelación y la apertura de la nueva oficina judicial. Grande-Marlaska sacó tiempo para reunirse con ellos y comprometerse a convertirles antes de que terminase 2022 –a ellos y al resto del colectivo a nivel nacional– en agentes de la autoridad de pleno derecho.
Es una vieja aspiración. «Esto cambiaría por completo las reglas del juego. Se nos aplicaría el principio de indemnidad y el Estado sería el responsable subsidiario de cualquier daño. Además, al efecto disuasorio de que las agresiones ya no serían consideradas únicamente una infracción administrativa, se nos reconocería el principio de veracidad, para que nuestros testimonios no fueran puestos en duda, al igual que hacen policías o guardias civiles», comentan desde Acaip.
El número de agresiones, sin embargo, choca con el elevado número de armas incautadas en estos últimos trece años: 30.556 –dato publicado por este periódico el mes pasado–. Aunque Instituciones Penitenciarias sólo informa de las armas blancas. Y las clasifica entre objetos punzantes, cortantes y contundentes. Los primeros son los denominados 'pinchos' y pueden estar hechos de prácticamente cualquier cosa. El número de incautaciones realizadas por los funcionarios asusta, 20.441 –1.441 el año pasado. Los cortantes son pequeños cuchillos y navajas (8.458) y los contundentes son aquellos que emplean para golpear (1.657).
Estas armas suponen una importante amenaza tanto para los propios internos como para los trabajadores de El Dueso. De ahí la importancia, en opinión de estos últimos, de la promesa del ministro. Otra de sus quejas es la regulación del trabajo diario. Actualmente se basa en una ley orgánica del año 1979 y un reglamento penitenciario de 1981. El comité de empresa del penal cántabro considera que la vida en las prisiones ha cambiado «muchísimo» en estos más de cuarenta años, por lo que debería adaptarse a los nuevos tiempos.
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