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A sus 35 años recién cumplidos, la periodista pejina Miriam Cos ha sacado a la luz su primer libro de poemas, 'Somos seres somáticos', basado en sus vivencias personales a raíz de una ruptura sentimental y cuyo final se ha cocinado en medio de un ... confinamiento en la soledad de un piso de Madrid.
-¿Cómo surge su afición por la poesía?
-He escrito siempre, desde pequeña. Y en cuanto a la poesía, nunca había escrito nada hasta ahora o creía que no la había escrito, porque escribía textos cortitos desde siempre. Pero hace una año, debido a una mala racha personal, empecé a escribir textitos para desahogarme. Cuando empecé a tener muchos, los empecé a ordenar. Y justo antes del confinamiento, estando de viaje, me hice un instagram de la poesía (#poéticamentecorrecta), y a la semana me escribió una editorial. Al principio pensaba que me querían estafar. Y me dijeron que no tenía nada que poner ni me costaba dinero. El último capítulo lo acabé en el confinamiento.
-¿En qué se inspira para escribir sus poemas?
-Es sobre mi yo, es como un desahogo. En el libro se pueden leer los poemas sueltos pero tiene un hilo conductor. En él cuento las cosas que le pasan a una persona, psicológica y sentimentalmente, a partir de una ruptura, los procesos de una ruptura y luego, cuando pasa eso, cómo vuelves a conocer a otra persona. También hay poemas sobre mi confinamiento. Al final es un poco de todo: de la vida, el amor, el desamor. Cosas que le pasan a la gente.
-Vamos, que el que lea su libro va a conocer sus inquietudes durante el último año.
-Sí, van a conocer bastante parte de mí. Ahora mismo tengo que vender 300 ejemplares por mi cuenta (18 euros) para que luego llegue a todas las librerías. Quien quiera adquirirlo se tiene que ponerse en contacto conmigo a través de mis cuentas de Facebook o Instagram.
-Dice que acabó el libro durante el confinamiento. ¿Cómo ha llevado ese encierro forzoso?
-Pues la verdad es que he estado sola tres meses en un piso en Madrid, donde actualmente resido. Aunque en apariencia lo haya llevado bien, en el fondo reconozco que no ha sido así. Creo que ha sido una de las peores cosas que he vivido en mi vida. En el día a día estaba trabajando mucho, ya que me dedicaba a editar la información de última hora en formato digital. Y eso me ayudaba a que el día fuera llevadero, pero aún así lo he pasado mal. El primer mes, psicológicamente estaba bien, pero a partir de ahí echaba de menos el contacto humano. Porque con las únicas personas que hablaba cara a cara eran con las empleadas del supermercado. Eso en un piso pequeño, habiendo llegado a Madrid apenas tres meses antes... Y luego he empezado una relación con un chico de Bilbao y he estado tres meses sin verle, al igual que a mi familia de Laredo.
-Eso al final es lo peor...
-Lo llevas, como digo yo, con elegancia, pero por dentro te toca. Si hubiese tenido algún compañero de piso me hubiera dado la vida. Hay gente que se queja de que ha estado tres meses con la misma persona, pero imagínate que estás ese tiempo sola contigo misma. Al final no haces más que pensar. Aunque lo que hice fue comprarme un bici estática para hacer deporte. Intentaba hacer cosas, pero es mucho tiempo solo. Al final no te soportas a ti mismo. Escribía, veía series, hacía deporte y trabajaba... Cuando dijo Pedro Sánchez que hasta finales de junio o principios de julio no podía moverme de Madrid, estuve llorando como cinco horas.
-Además, el virus se ha cebado especialmente con Madrid.
-Sí, la situación era superextraña, parecía de película. Desde el principio la gente tenía mucho miedo. Todo estaba en silencio. Era muy raro. La sensación era de desasosiego.
-¿Qué ha aprendido de esta pandemia?
-He aprendido que la gente no ha aprendido nada. Y que la gente sigue igual. Y que eso de que nos hace mejores personas es un rollo patatero. Y hay mucho aprovechado y mucho inconsciente en la vida. Y eso que yo no soy una miedosa de la pandemia, lo respeto. La gente no cambia. Y luego no creo en esas conspiraciones de que esto ha salido de un laboratorio, pienso que es cosa de la naturaleza. El mayor virus que hay en el mundo somos los seres humanos.
-¿Cuándo pudo ver a su familia y a su novio tras ese confinamiento en soledad?
-El 21 de junio se levantó el estado de alarma. Tenía que trabajar hasta las doce de la noche y a esa hora vino mi pareja a buscarme a Madrid y luego viajamos toda la noche para que pudiera ir a Laredo a ver a mi padre, a mi abuela, a mi hermana...
-¿Normalmente, cuándo solía venir a Laredo?
-Cuando tengo libranzas largas voy a Bilbao, donde he estado quince años, pero siempre me acerco a Laredo a ver a mi familia. Siempre que puedo voy. Cada 17 días tengo cuatro días seguidos de libranza.
-¿Y qué es lo que más le gusta de Laredo?
-Lo bonito que es. Laredo tiene una playa espectacular que ya la quisieran en muchos sitios de España. Es una playa perfecta en medio de esta pandemia porque siempre digo que no es el típico arenal en el que tienes a la gente pegada, te puedes bañar tranquilo. Y luego es un sitio estupendo para estar en verano, en el que puedes pasear, que tiene mucho ambiente, con gente muy maja...
-Imagino que haya hecho de embajadora de Laredo en Madrid.
-Pues sí. Había unos colegas que me decían que Laredo es como Benidorm. Y lo que hice es invitarles a venir un fin de semana para que vieran que Laredo mola mucho. Les enseñé la playa, El Regatón, la Puebla Vieja, La Atalaya, les llevé a comer unos champis y entonces cambiaron de opinión.
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