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José Manuel Díaz, del servicio de limpieza de Torrelavega, ayer, frente a uno de los vehículos utilizados en la desinfección. Luis palomeque
«Mucha gente nos da las gracias por la calle»

«Mucha gente nos da las gracias por la calle»

Estos días trabaja en la desinfección de zonas públicas y se muestra «preocupado por la situación que quedará cuando esto se acabe»

Laura Fonquernie

Santander

Jueves, 2 de abril 2020, 07:17

Las calles están cada día más vacías. A estas alturas del confinamiento apenas se ven peatones. Lo mismo le ocurre al tráfico, pocos son ya los vehículos que recorren las carreteras, y los que lo hacen muchas veces se trata de algún autobús que va prácticamente vacío. La crisis sanitaria debida al coronavirus ha paralizado casi todo y ha provocado escenas tan poco comunes como ver al ejército paseando por ciudades cántabras y vigilando las aceras, o a los equipos de limpieza completamente equipados y desinfectando los espacios públicos. Ya sea con maquinaria o con el tanque a la espalda lleno de hipoclorito de sodio disuelto en agua.

José Manuel Díaz trabaja como conductor del servicio de limpieza de Torrelavega desde hace años. Al menos así era antes de la pandemia; ahora es el jefe de uno de los equipos de trabajo que se han organizado para desinfectar las calles y dejarlas libres de coronavirus. Conscientes de la importancia de las tareas que realizan cada día, Díaz cuenta que por la calle notan ese «aprecio» de la gente «que a veces incluso nos da las gracias». No son días fáciles y ésa es una de esas palabras que se ha multiplicado en cada rincón, un gesto que ellos agradecen de vuelta. Tanto él como sus compañeros -y seguramente al igual que la mayoría de los ciudadanos- viven esta situación con «mucha incertidumbre» y «preocupados de lo que va a pasar cuando todo esto se acabe», dice.

Estas semanas «estamos trabajando mucho». Y es que las labores de los equipos de limpieza se han intensificado. Con cada tarea y la desinfección de las calles, esperan poder ayudar al máximo a evitar contagios y contener el virus, pero como «el resultado no es algo palpable», no es fácil saber «hasta dónde estamos ayudando», añade. Sobre todo es importante que si alguien se acerca, «tenga cuidado». Porque si algo ha quedado claro es que «esto es una cadena y necesita la colaboración de cada persona», señala.

«Tenemos que ser más solidarios. Ahora nos hemos dado cuenta de que unidos es la única forma de salir de esto»

La situación es nueva para todos y cada uno se adapta a ella de una manera. «Nosotros lo llevamos bien», dice, asegurándose cada jornada de mantener las distancias con los compañeros. Algo «fácil» porque «el servicio está distribuido y las naves son grandes». A veces, por la calle, hay quien se les acerca con dudas y es ahí cuando cuesta que nadie olvide la importancia de mantener la distancia. Parece que las preguntas de los peatones se suceden porque la gente está inquieta y en la calle «se nota la preocupación», reconoce.

«Con incertidumbre»

Para ellos, quienes siguen en primera línea y continúan saliendo de casa para ir a trabajar, hay un miedo compartido: llevar el virus a casa y contagiar a sus familiares. «Es lógico estar preocupado porque convives con gente y sin quererlo, de forma indirecta, puedes contagiarles». Lo singular del contexto y el esfuerzo que hacen quienes salen a trabajar cada día ha generado una oleada de gestos de agradecimiento que surgen de manera espontánea. «Por la calle hay mucha gente que nos da las gracias», cuenta José Manuel Díaz. O les saludan con una sonrisa. El personal de los comercios sale también a agradecerles el trabajo cuando desinfectan por su calle. E incluso reciben ovaciones. «Un día nos acercamos a desinfectar en una zona de Barreda donde hubo varios contagios y cuando el equipo llegó, la gente empezó a aplaudir», cuenta con una sonrisa que se intuye al otro lado del teléfono.

«Notamos el cariño de la gente. Un día fuimos a una zona de Barreda y al llegar, los vecinos nos empezaron a aplaudir»

Con el peligro en la calle, para ellos lo más importante es poder salir y trabajar con toda la protección necesaria. «Al principio estábamos sin medios». Pero gracias a la solidaridad de la gente y de «algunos grupos políticos que han colaborado mucho», han podido recibir «mascarillas y equipos de desinfección. Además, la jefatura del servicio nos ha dado siempre todas las ayudas», agradece Díaz. Ahora la preocupación está puesta también en el futuro, en «qué va a pasar después, cuando todo esto acabe».

Es inevitable que el coronavirus se cuele en cada una de las conversaciones, ya sean en casa o a través de una pantalla. Y es más que probable que protagonice la mayoría de ellas porque «es lo que estamos viviendo» y en su trabajo les pasa lo mismo. «Compartimos la preocupación», comenta; «este es el día a día en el que estamos y, evidentemente, de lo que hablas siempre».

«Esto va a marcar un antes y un después en la sociedad», se aventura a afirmar Díaz. Porque cuando la cuarentena termine, y, poco a poco, el mundo empiece a recuperar la normalidad, el camino «va a ser muy difícil y tenemos que mentalizarnos de que la situación será complicada», reconoce.

¿Y qué aprendizaje quedará? «Que tenemos que ser más solidarios y dejar el egoísmo», considera el trabajador. Porque estos días esa ha sido la respuesta generalizada de la sociedad. Los gestos, las iniciativas y la generosidad de la gente es lo que ha permitido que, por ejemplo, en algunos lugares ya tengan material de protección. «Hemos abierto los ojos y nos hemos dado cuenta de que unidos es la única manera de salir de esto».

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