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La negociación del Presupuesto la comenzó María José Sáenz de Buruaga en Polanco hace dos semanas, cuando se desplazó hasta allí para presentar, junto a la alcaldesa regionalista, Rosa Díaz, las viviendas sociales que en un principio se iban a construir en El Campón (Santander). Una foto, una clara y exagerada declaración de intenciones, para llegar a Miguel Ángel Revilla a través de sus alcaldes y de las inversiones que los ayuntamientos necesitan. Las conversaciones oficiales entre PRC y PP no necesitaron mucho más. Solo un par de reuniones en un par de días y esa necesidad mutua de ambos partidos de darse un apretón de manos para aprobar el Presupuesto. Uno, para no perder relevancia y llenar las alforjas de los ayuntamientos. Y el otro, para sacar adelante un documento clave para gestionar sus políticas en el primer año de mandato.
El pistoletazo de salida tuvo lugar pocas horas después del Foro Económico de El Diario Montañés, celebrado el pasado martes. Fue allí donde la presidenta de Cantabria no tuvo reparos en reconocer en público que las propuestas del PRC le parecían bien. Se refería Buruaga a las peticiones que el portavoz regionalista, Pedro Hernando, había hecho desde la tribuna del Parlamento y en una rueda de prensa. Allí ya había hablado del fondo de compensación anti-inflación, de la necesidad de reorientar la reforma fiscal para que tuviera más impacto en las rentas medias y bajas y en dar más ayudas a las familias y a los municipios en riesgo de despoblación.
Hasta ese momento no se había producido ningún contacto oficial entre ambos partidos para discutir el documento. Pero sí una conversación informal entre Buruaga y Revilla en la que el expresidente dejó clara su disposición a respaldar el Presupuesto si llegaban a un acuerdo en las grandes líneas. No en vano, la buena sintonía entre ambos líderes ha quedado constatada en los casi cuatro meses de legislatura, incentivada por la obsesión del PRC de apartar a Vox a toda costa del PP y de Peña Herbosa.
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Así que tras esa charla entre ambos y del guiño en el Foro Económico, el primer contacto se produjo en el Parlamento este pasado miércoles, cuando los populares solicitaron a los regionalistas una lista de propuestas por escrito. Esa misma petición hicieron a Vox sin recibir respuesta, ya que el partido de Abascal no quería discutir partidas presupuestarias sino políticas, según sus propias palabras. En cualquier caso, su portavoz parlamentaria, Leticia Díaz, alertó en todo momento de que el pacto entre PP y PRC era inevitable, acrecentando aún más la brecha que ya existe entre Vox y el Partido Popular en Cantabria, que solo han coincidido en votaciones puntuales en el Parlamento, la más importante, la derogación de la Ley de Memoria Histórica.
Con Paula Fernández y Pedro Hernando cargando con el peso de las conversaciones, escoltados por Guillermo Blanco y Javier Marcano en la mesa de negociación, la delegación regionalista solo necesitó reunirse dos veces con la popular –María José González Revuelta, Íñigo Fernández y Juan José Alonso–, entre el miércoles y el jueves, para llegar a un acuerdo. Muy lejos quedaron aquellas reuniones eternas de la legislatura 2015-1019 del bipartito PRC-PSOE con Podemos y Ciudadanos para sacar adelante el documento presupuestario. En esta ocasión, ni siquiera se han esforzado por disimular la ausencia de diferencias.
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En el PP, como ya ocurrió en el acuerdo de investidura el pasado mes de junio, creen que el PRC lo ha puesto muy fácil y el apretón de manos casi les ha salido gratis, más allá de los gestos torcidos que puedan encontrarse en su propio partido, donde algunos querían una ruptura total con el revillismo y un acercamiento con Vox desde la noche electoral. En el PRC, claro, no creen que hayan regalado nada. «Lo hemos llevado con discreción y seriedad, pero hemos sido muy exigentes», señalan desde el partido de Miguel Ángel Revilla.
Lo cierto es que los regionalistas estaban de acuerdo con la reforma fiscal, con el aumento de las partidas a los municipios, con la reforma de la Ley del Suelo y con otras medidas recogidas por el PP que, eso sí, han reenfocado o recalibrado su intensidad. Pero, sobre todo, lo que más ha influido en la voluntad del PRC, además de bloquear a Vox, ha sido blindar financieramente a los municipios, que no pueden permitirse un retraso en el Presupuesto autonómico que lastre sus cuentas.
Después de esos dos encuentros, la misma tarde del jueves, el Gobierno hizo oficial el acuerdo con una ampliación de agenda para el día siguiente, en la que convocaba a los medios de comunicación a asistir a la firma del documento entre ambos líderes. Esa misma noche, el PRC convocó una Ejecutiva para que los dirigentes regionalistas dieran luz verde al acuerdo alcanzado, como suele ser habitual cuando se toman decisiones de este tipo.
Ya solo quedaba la firma oficial, que se produjo el viernes por la mañana en el Parlamento, en el mismo escenario y con los mismos protagonistas que el acuerdo de investidura del pasado verano. «Un pacto continuista», dijo Revilla. «Un acuerdo puntual», matizó Buruaga. En cualquier caso, gracias a esta velocidad de crucero en llegar a un punto de unión, el Gobierno podrá llegar a cumplir con el artículo 37 de la Ley de Finanzas, que conmina a registrar el documento en el Parlamento antes del 31 de octubre. Una obligación que, por otro lado, no siempre se ha cumplido en pasadas legislaturas.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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