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Tras casi dos décadas de promesas y plazos que nunca se cumplían, el bipartito PRC-PSOE consiguió durante la pasada legislatura culminar la aprobación del Plan Singular de Interés Regional (PSIR), el documento urbanístico que sustenta el proyecto de La Pasiega. No solo lo hizo, ... sino que además presumió sobradamente de ello. Antes de la adjudicación de las obras de la primera fase que ya están en marcha, los socios de gobierno organizaron diferentes actos públicos en el llano de Parbayón coincidiendo con los principales hitos en el proceso administrativo del expediente. Un mes antes de las elecciones autonómicas del 28M, el anterior Ejecutivo, con el presidente Revilla y el vicepresidente Zuloaga a la cabeza, se desplazó hasta el lugar donde hoy trabajan las máquinas para anunciar la inminente adjudicación del contrato. A juzgar por el despliegue, la jornada más relevante, el día en el que se puso de manifiesto que la actuación no tenía marcha atrás, ocurrió un año antes: el 30 de marzo de 2022, cuando el proyecto superó todos los trámites urbanísticos y, teóricamente, la iniciativa llamada a convertirse en motor de la economía y pulmón industria de Cantabria se convertía en «irreversible».
«Un foco fundamental de atracción de empresas y de desarrollo económico»; «Marcará un antes y un después»; «No hay lugar mejor, va a ser hasta bucólico»; «Lo vamos a ver lleno». Era un momento de euforia, pero las reflexiones de Miguel Ángel Revilla (PRC) aquel día no fueron muy distintas a las de otros asistentes, mientras que Pablo Zuloaga (PSOE) recordaba que el germen de todo aquello estaba en la idea de los consejeros de Industria y Economía socialistas de la etapa de Dolores Gorostiaga y que el proyecto solo podía salir adelante con la ayuda del Gobierno de España, con referencia expresa a la estación intermodal que ahora ya no está 100% garantizada. Lo dijeron ante un gran auditorio de políticos de todos los partidos, representantes de los agentes sociales y empresarios de diversos sectores. Básicamente, todos compartían la importancia del momento, el potencial del centro logístico y la idea de que La Pasiega, sin la estación intermodal que había comprometido el Estado para facilitar el tránsito de mercancías por ferrocarril y la conexión con el Puerto de Santander, sería poco más que un polígono industrial de gran tamaño. Un espacio con cierta relevancia para el asentamiento de empresas, pero no el proyecto transformador para incrementar el peso de la industria en el PIB regional del 20% al 25%. Una meta alcanzable, según los anteriores gestores autonómicos, con este nuevo espacio.
También se sumaba a esa tesis la entonces líder de la oposición, María José Sáenz de Buruaga (PP): «Siempre -ese siempre tiene algún matiz- hemos estado de acuerdo con el proyecto». La primera reflexión de la popular la podían haber firmado Revilla o Zuloaga, pero la segunda parte sí que era algo diferente. Además de aprovechar para atizar al bipartito y subrayar que regionalistas y socialistas habían necesitado 18 años -finalmente fueron 19 para iniciar las obras- para poner en marcha proyectos que otros gobiernos resuelven en una legislatura», también ponía un punto de prudencia que, tras la visita esta semana del ministro Óscar Puente a Cantabria, suena un tanto premonitorio.
Ubicado en Parbayón, pretende ser un motor económico con la creación de 2 millones de metros cuadrados de suelo industria. La ubicación es estratégica por su conexión con las autovías y, sobre todo, porque está en medio de la línea ferroviaria. Con la estación intermodal busca ser una extensión del Puerto de Santander, que ya no puede crecer más en la bahía.
Se dividen en dos fases. La primera arrancó en el mes de septiembre con una inversión de 40 millones de euros y un plazo de ejecución de 30 meses. Servirá para urbanizar 1,2 millones de metros cuadrados. La segunda arrancará, en teoría, antes de que acabe la primera. Hasta el lunes, se pensaba que la intermodal dependía íntegramente del Estado.
Revilla pretendía financiar la obra con fondos europeos del Plan de Recuperación, pero el proyecto no encajaba con las exigencias de Europa. Tras el portazo de la UE, el Gobierno central accedió a colaborar, por ahora con la inyección de 22 millones de euros. El resto se paga con fondos propios y con financiación.
Insistía Buruaga en que el proyecto estaba rodeado de muchas «incógnitas e incertidumbres» que condicionan su viabilidad. Además de las dudas sobre la financiación después del fracaso en el intento de Revilla de ser financiado con cargo a los fondos europeos del Plan de Recuperación, se refería a la estación intermodal: «Hasta abril de 2023 no se sabrá -tenía que haberse conocido en esa fecha- si es viable o no una conexión ferroviaria que es imprescindible para las empresas y para el Puerto de Santander, porque lo único que ha hecho Adif desde la firma del papeluco en junio de 2019 ha sido licitar un estudio para determinar si hay un tráfico y una actividad económica suficientes como para justificar una estación intermodal que, en el mejor de los casos, no estará acabada hasta 2026 suponiendo que no haya tropiezos».
Lo que ocurrió este pasado lunes con la visita del titular de Transportes puede considerarse como uno de esos tropiezos. Si José Luis Ábalos y Raquel Sánchez, sus antecesores en el Ministerio, daban por hecho que si Cantabria avanzaba en la construcción del centro logístico el Estado se encargaría de crear la intermodal, Óscar Puente introdujo un condicionante que, aunque aparentemente es un ejercicio de prudencia, supone una novedad. Un motivo más -se sumaba al retraso en la publicación del estudio de viabilidad de casi un año- para sospechar que el compromiso de Madrid se va diluyendo poco a poco.
«Un jarro de agua fría» para el Gobierno autonómico del PP, cuya máxima responsable utilizó los mismos términos que en aquel acto organizado por el bipartito en Parbayón en marzo de 2022. «Incógnitas e incertidumbres». «Lo bueno es que el ministro no ha dicho que 'no' a la estación. Sí es cierto que se introduce un grado de incertidumbre mayor», decía Buruaga el lunes tras la rueda de prensa conjunta con el socialista. En esa prudencia y en sus continuas referencias a la «incertidumbre» sí ha sido consecuente la presidenta. Tras solo dos meses en el cargo fue ella la que puso la primera piedra de la obra. Allí reconoció todo el trabajo de Revilla para llegar hasta ese momento, pero también le atribuyó las «incertidumbres que rodean todavía a este proyecto», en referencia a que las máquinas empezaban a trabajar sin saber aún con certeza si habría o no intermodal. Y en ese punto seguimos.
PP, PRC y PSOE, las tres fuerzas mayoritarias e históricas de Cantabria, coincidían en que La Pasiega era un salto adelante para la industria autonómica y la intermodal una infraestructura imprescindible para que fuera viable. Tras los últimos acontecimientos, han aprovechado para lanzarse críticas y acusaciones, pero siguen apostando por lo «irreversible» del centro logístico y apuestan por la realización de la estación ferroviaria: «Se hará».
Buruaga, Revilla y Zuloaga también compartían que La Pasiega era un proyecto «colectivo, algo ilusionante». «Un proyecto de región» porque incluía a las principales fuerzas políticas, sindicatos, patronal, empresarios, Universidad... Es verdad que con matices, porque había fuerzas como Vox que, aunque veían con buenos ojos La Pasiega, acusaban a unos y otros de generar falsas expectativas. «Nos traslada a un nuevo fraude. Va a ser un polígono más, un centro logístico, en el que se podrán instalar proveedores, talleres de coches, carpinteros..., pero no un puerto seco», decía el anterior portavoz de la formación, Cristóbal Palacio, que defendía que su ubicación más idónea era Campoo y no Parbayón. Y desde la CEOE, Enrique Conde ha criticado que ni este Gobierno regional ni el anterior les han pedido nunca su opinión al respecto, aunque es totalmente favorable a la construcción de La Pasiega con terminal ferroviaria intermodal incluida.
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La duda creciente sobre la viabilidad de la intermodal es el último contratiempo de La Pasiega, pero ni mucho menos el único. Sin tener en cuenta los retrasos asociados a todos los grandes proyectos, ha habido de todo tipo, también ha habido zancadillas políticas. Porque aunque ahora el PP defiende el proyecto con el mismo entusiasmo que regionalistas y socialistas, no siempre fue así. Entre 2011 y 2015, el Gobierno de Ignacio Diego guardó en un cajón el asunto, heredado del bipartito anterior (2003-2011), que antes tampoco pudo sacarlo adelante por la irrupción de la crisis económica, entre otros motivos.
Ya sin crisis y con PRC y PSOE otra vez en Peña Herbosa, quien se mostró de todo menos entusiasmado fue el entonces ministro de Fomento, Íñigo de la Serna. Subrayaba que, aunque no se oponía a que Cantabria lo construyera, el centro logístico no estaba «en la planificación ni en los objetivos del Ministerio» y sacaba a relucir un informe de Puertos del Estado que decía que La Pasiega «carece de interés para el posicionamiento estratégico del puerto santanderino».
Un pronunciamiento bastante más contundente que el que hizo Puente el lunes durante su visita a Cantabria. «No nos apartamos de apoyar esta infraestructura, pero sí hemos dejado claros los condicionantes. Si hay demanda, si hay un gestor, el Gobierno de España va a estar y será cuestión de que acordemos la fórmula», señaló el socialista, que lo que parece que sí que descarta es que, de llegar a ser una realidad, el coste de la intermodal lo asuma íntegramente el Ejecutivo central.
Al igual que las principales asociaciones ecologistas, también hubo partidos políticos que desde el principio se posicionaron contra La Pasiega. En ese paquete se encuentran Izquierda Unida, Podemos y Cantabristas, que como hace el informe de viabilidad de Adif también insistieron antes del inicio de las obras que ese espacio podía no tener interés para las empresas. «Buruaga debería dar marcha atrás, parar la obra y revertir a su estado original las mieses», defiende Paulu Lobete, de Cantabristas, que tiene una idea alternativa: apostar por la producción agroecológica y crear allí un Parque Agrario «que contribuya a dinamizar y transformar el sector agroganadero y a avanzar hacia la soberanía alimentaria». Eso mismo defiende Israel Ruiz Salmón (IU), que opina que para dotar a la región de suelo industrial la mejor vía es recuperar espacios industriales degradados como Sniace.
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