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Si alguna vez existió un mínimo de afinidad entre este PSOE y el PRC ayer saltó por los aires. Los dos socios del bipartito han vivido en menos de 24 horas una escalada de desencuentros, tanto en Santander como en Madrid, que han dejado al ... Gobierno de Cantabria al borde de la ruptura. Los acuerdos de Pedro Sánchez con ERC y Podemos, el 'no' de los regionalistas a la investidura del líder socialista y el ultimátum del PSOE para que rectifiquen ese voto en el Congreso pueden ser el epitafio de un Gobierno que ya nació herido. «No tenemos que ser amigos, solo compañeros leales», le dijo el presidente cántabro a su socio socialista Pablo Zuloaga cuando firmaron el pacto en junio del año pasado. Siete meses han sobrevivido como esos «compañeros leales». Aunque contra todo pronóstico ha sido la tensa coyuntura nacional, y no sus choques internos diarios en Peña Herbosa, la que ha terminado por dinamitar la sociedad Revilla-Zuloaga.
La amenaza del PSOE de deshacer el bipartito cogió ayer a todo el PRC con el pie cambiado. Los socialistas convocaron una Ejecutiva de urgencia tras enterarse la noche anterior que José María Mazón, el único diputado no socialista que se puso al lado de Pedro Sánchez en la investidura fallida de junio, estaría enfrente esta vez. «Si el PRC no rectifica habrá roto el pacto», avisó la secretaria de Organización, Noelia Cobo. Más que una advertencia fue un ultimátum al entender que los regionalistas incumplían los términos de su alianza por no apoyar la investidura. Es decir, mientras otros barones del PSOE, como el presidente de Castilla-La Mancha o el de Aragón, denunciaban públicamente las cesiones de su propio partido a los independentistas catalanes, Zuloaga defendía ese acuerdo a costa de perder todo el poder autonómico logrado en las elecciones de mayo.
Los regionalistas, incrédulos ante el órdago inesperado lanzado por sus socios, no comparten la interpretación que el PSOE hace del pacto de Gobierno en Cantabria. Para ellos, el acuerdo entre ambos depende únicamente de que se cumplan los compromisos en financiación e infraestructuras pactados con Fomento. «El pacto regional no está condicionado a la investidura, sino al acuerdo que firmaron Mazón y Ábalos y que se está cumpliendo», explicó ayer la secretaria de Organización del PRC, Paula Fernández.
El contrato que ambos partidos firmaron el pasado mes de junio no recoge literalmente que los regionalistas estén obligados a apoyar la investidura de Sánchez. El acuerdo de doce páginas sí incluye como parte del mismo «el documento íntegro» firmado por el diputado del PRC y el ministro de Fomento. El famoso 'papeluco' del tren a Bilbao, de la alta velocidad a Madrid y el del pago de la deuda de Valdecilla, entre otras cosas. En aquellas fechas, los regionalistas sí se comprometieron a apoyar la investidura tras las elecciones de abril. Pero nada decía el documento de la repetición electoral de noviembre. «Aquel Pedro Sánchez no es este Pedro Sánchez, no es el mismo con el que llegamos a un acuerdo, las circunstancias han cambiado», repetían ayer como una letanía todas las fuentes regionalistas consultadas.
El cambio de postura del PRC se había fraguado la noche anterior. La dirección regionalista estaba reunida en su sede de Santander cuando se hicieron públicos los detalles del acuerdo de Sánchez con ERC. «Hubo mucho más debate que en otras reuniones, pero cuando vimos el documento todos estuvimos de acuerdo en que no podíamos apoyar al PSOE», revelaron miembros de la Ejecutiva a este periódico. Lo que encendió todas sus alarmas fue que el acuerdo diga que en Cataluña se actuará «sin más límites que los principios que rigen el ordenamiento jurídico democrático», sin citar la Constitución.
Paula Fernández fue más explícita al día siguiente: «El acuerdo con los republicanos catalanes vulnera la Constitución. Lo pueden blanquear y decir como quieran cambiando las palabras, pero crear una mesa bilateral de diálogo y una consulta en solitario a la sociedad catalana es lo que es».
En esa misma reunión de la cúpula regionalista se preguntó por la situación en la que quedaría el pacto con el PSOE en Cantabria. Fue el propio Mazón el que recordó que la alianza en Peña Herbosa dependía del acuerdo de infraestructuras, no de la investidura.
Todos los medios nacionales se hicieron eco de que el partido de Revilla -como lo conocen en Madrid- iba a cambiar el sentido de su voto. Las críticas, claro, no tardaron en llegar. Pablo Echenique, por ejemplo, denunció que «el diputado de Revilla va a votar lo mismo que Vox y por los mismos motivos que Vox». Esa identificación del PRC con el partido de Santiago Abascal fue una constante en las críticas lanzadas en las redes sociales a la decisión del PRC, muchas de ellas del entorno de Podemos.
Crisis de Gobierno
Esa misma noche se produjeron «llamadas a todos los niveles del Gobierno» para quejarse del cambio en el sentido del voto, pero llamó la atención que Zuloaga recriminara en internet a Inés Arrimadas (Cs) su postura y no dijera ni una sola palabra de Revilla. Lo que algunos entendieron como un ataque de sentido común era solo la calma antes de la tempestad. Al día siguiente mantuvo una reunión con el presidente cántabro en la que ambos líderes se dejaron claro que sus posturas son inamovibles y contrarias en estos momentos.
En La Moncloa tampoco tardaron en descolgar el teléfono para hablar con el presidente cántabro. Primero fue Pedro Sánchez el que llamó a Revilla para decirle lo «decepcionado» que estaba, a lo que el regionalista le respondió que él se sentía «engañado» con el asunto catalán. Después le tocó el turno a la vicepresidenta Carmen Calvo, que durante casi una hora le pidió que se abstuviera en la votación, pero fue en vano. Poco después, y con una hora de retraso en la cita con los medios de comunicación, Cobo lanzó el órdago que activó la cuenta atrás de vida del bipartito. «El PRC traiciona a sus propios votantes. Este cambio de postura significa dar la espalda a la subida del salario mínimo, a la revalorización de las pensiones, a las ayudas a las familias con personas dependientes o a la educación pública universal y gratuita», dijo.
Para entender cómo se puede descomponer en tiempo récord el Gobierno hace falta saber que Pedro Sánchez era el único pegamento entre PRC y PSOE. Fue él quien desbloqueó las negociaciones del pacto en junio, cuando las posturas entre ambos partidos parecían irreconciliables. Fue él quien medió con Revilla cuando los choques con Zuloaga subían de temperatura. Y fue él quien le prometió al líder del PRC todo lo que necesita para dejar el legado político que anhela en materia de infraestructuras. Por eso, una vez que el enfrentamiento se produce con Sánchez, y no con Zuloaga, la coalición se ha descompuesto en menos de un día. Una decisión tomada en Ferraz y que los socialistas cántabros deben obedecer pese a que una salida del Gobierno sería catastrófica, según opinan varios miembros de su Comité Regional. No solo el vicepresidente perdería esa visibilidad pública durante toda la legislatura, sino que los cientos de cargos nombrados perderían sus nóminas y los pactos en los ayuntamientos correrían grave peligro.
Mientras tanto, en el PRC no tienen previsto dar el segundo paso. Están satisfechos con los cumplimientos en las tramitaciones de los trenes y expectantes por ver si llega el dinero de Valdecilla en los Presupuestos, por lo que hasta ahora no pasaba por su cabeza finiquitar el bipartito. «Solo si en 2020 se produjeran incumplimientos como venganza por el voto en contra, nos plantearíamos romper el pacto, pero de momento ni nos lo habíamos planteado», explicó un alto cargo del partido nada más conocer la noticia del órdago. De hecho, algunos no llegan a creerse del todo que el PSOE cumpla con la amenaza, sobre todo porque entre algunos militantes socialistas corría ayer la teoría de que todo se trataba «de un farol» y se mostraban convencidos de que Revilla «cederá». Pero eso no va a suceder, aseguran desde el PRC.
¿Y qué pasa ahora? Esa es la pregunta que todo el mundo se hacía ayer. Pues, de momento, nada. Habrá que esperar al próximo martes, a la votación decisiva de la investidura. Será entonces cuando Mazón no respalde a Sánchez y el PSOE cántabro deba cumplir su ultimátum.
En ese caso, se abriría un nuevo calendario en el que el vicepresidente regional y secretario general del PSOE tendría «la última palabra» para convocar a la Ejecutiva Regional y tomar la decisión correspondiente. Ya sea buscar una salida airosa para quedarse en Peña Herbosa o marcharse a falta de tres años y medio para otras elecciones.
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