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«Habrá quien diga que soy muy optimista, pero es que los datos son muy positivos para Cantabria». Miguel Ángel Revilla hacía el trabajo a los periodistas a mitad de su primera intervención durante el debate anual sobre el estado de la región. En ... una sola frase resumía sus casi dos horas y medía de discurso y a la vez anticipaba el que iba a ser horas después, ya por la tarde, el principal argumento común de la oposición. Porque PP, Cs y Vox atacaron al unísono la vehemencia de un Gobierno autonómico al que no sólo acusaron de haber perdido el rumbo, también de permanecer ciego ante la realidad. «Euforia incomprensible», «palabras excesivas», «triunfalismo desmedido»... De cien a cero.
'Optimismo' fue la palabra de la jornada. El presidente autonómico lo advirtió desde el primer momento. Primeras palabras tras subir a la tribuna: «Les adelanto que vengo con un espíritu optimista». Tanto que se le pasó de largo cualquier atisbo de autocrítica dentro de un discurso que como siempre llevaba escrito, pero al que se ciñó como nunca sin apenas improvisaciones. Frente al llamamiento al consenso y a la construcción de un frente común que reclamó hace doce meses al resto de formaciones para hacer frente a la salida de la crisis y exigir las inversiones a Madrid, esta vez la oferta de colaboración fue mínima y con la boca pequeña. Quizás porque, como defendió, entiende que Cantabria ya está en el camino de salir de esas crisis económica y porque el Estado está cumpliendo de forma adecuada con sus compromisos en materia de infraestructuras.
«Durante los momentos más duros de esta crisis conté siempre con el apoyo de los grupos. Un apoyo que se ha ido difuminando a medida que el tiempo ha ido pasando. Pero yo mantengo la mano tendida, como he hecho desde que comencé mi mandato». La oferta de Revilla tuvo menos segundos que la recriminación al lado contrario del hemiciclo por los intentos de sacar réditos políticos de la pandemia. «Me he preguntado muchas veces si yo hubiera actuado así de estar en la oposición. He llegado a la conclusión de que no», lamentó el presidente, que lejos de acercar posturas, provocó el cabreo de los aludidos.
«Cantabria necesita una oposición leal, pero sin decir a todo amén», le respondió la líder de la oposición. María José Sáenz de Buruaga, que como el presidente centró gran parte de sus turnos en la sanidad y la economía, recordó que desde el principio el PP «ha ofrecido sus ideas y su experiencia» para afrontar la pandemia. «Han acertado cuando las han usado, aunque no quieran reconocerlo», le dijo.
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NAChO GONZÁLEZ UCELAY
«Siempre que se nos ha pedido hemos arrimado el hombro sin pensar si nos daba o nos quitaba votos. No somos más buenos por llegar a acuerdos ni más malos por criticar lo que creemos que se ha hecho mal», abundaba Félix Álvarez (Cs), especialmente dolido por la alusión de Revilla.
Si en el Debate de Orientación Política –ese es el nombre oficial de la cita anual que se celebró este martes y este miércoles tendrá su segunda y última sesión– de hace un año parecía que había mimbres para un acuerdo entre bipartito y oposición que finalmente no llegó, en esta ocasión ni siquiera hubo apariencia de tal cosa.
Pero eso no es motivo para perder el optimismo. «Cuando pasen unos años se reconocerá que lo que digo aquí es cierto. Veo un futuro para Cantabria muy bueno, si no pasa nada raro. No es una ilusión, se basa en datos objetivos», defendió el presidente antes de desplegar indicadores como la creación de empleo, la producción y la confianza industrial, el gasto con tarjeta de crédito de los particulares, la firma de hipotecas... Todos publicados en las últimas semanas y que, ciertamente, ponen a la comunidad autónoma entre las mejor posicionadas para recuperar antes los niveles de riqueza previos a la pandemia, allí en el horizonte del «segundo trimestre de 2022», no en el cuarto de este mismo año, como había avanzado la consejera de Economía.
Buruaga le recordó otros datos que el presidente prefirió obviar: «Hemos perdido 1.500 empresas, el 6% del total. Hay 41.300 personas en paro, 5.600 siguen en ERTE y 4.500 autónomos, el 11% del total de la región, sigue en cese de actividad». Hasta que habló el portavoz de Vox, Cristóbal Palacio, el primero de los grupos en intervenir tras Revilla –toman la palabra de menor a mayor–, tampoco se pronunció la palabra 'deuda'. «Aumenta en 375.000 euros cada día, y lo peor es que nada de eso se ha traducido en más inversión. Sí en un paulatino deterioro de la calidad de vida de los cántabros en los últimos 30 años y en una caída de la renta per cápita», lamentaron en Vox, que como Cs puso el acento en «el gasto superfluo de un Gobierno sobredimensionado» o en «la colocación de amiguetes».
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El regionalista, en su turno de respuesta a los grupos, echó por tierra todas las críticas de la oposición, pero agradeció la corrección en el tono. «El despegue económico es una realidad y estamos en la primera línea de las autonomías. Triunfalismo no, son datos. ¿Qué culpa tengo yo de que eso sea lo que traslade la gente», aseguró en referencia a la ronda de contactos con una veintena de empresas. Empresas que, según los cálculos del Ejecutivo, van a invertir más de 2.000 millones de euros en la región, animadas por las buenas perspectivas económicas. A esa inversión privada, y a la llegada que da casi por segura de fondos europeos para proyectos como el Museo de Prehistoria y Arqueología (Mupac) y La Pasiega, fía Revilla gran parte de la recuperación.
«Así, si no se cumple la previsión, la culpa será de Pedro Sánchez por no mandar el dinero o de las empresas», le recriminó Álvarez. «¿Qué va a aportar este Gobierno propio además de una euforia desbordada?», le atacó por el mismo flanco el PP. Para Vox, ni con los proyectos europeos Cantabria logrará cambiar su estructura económica. Palacio basó toda su intervención en que el proyecto PRC-PSOE «está agotado»: «Tenemos un Gobierno que nunca tuvo excesivas buenas ideas y no ha sido capaz de llevar a cabo las pocas que tenía», criticó.
La oposición no dejó pasar de largo el cambio de tono del presidente con el Gobierno central. Si hace un año pedía un frente común para reclamar al Estado, este martes Revilla insistía en que el Ejecutivo central «va cumpliendo compromisos pendientes desde hace demasiado tiempo», aunque se arrogaba el mérito por la actitud reivindicativa del regionalismo.
Sólo levantó la voz por el conflicto del lobo. Después, optimismo con la marcha de obras como La Hermida o el tren a Madrid y el pago de la deuda de Valdecilla –entre otros asuntos– y optimismo con la marcha del bipartito PRC-PSOE. «Estoy contento y orgulloso del trabajo de todos». Nombró uno a uno a todos los consejeros, con especial mención al de Sanidad, «atacado injustamente». La intervención de Revilla fue un resumen perfecto –mientras el presidente enumeraba las principales acciones por área, el vicepresidente Pablo Zuloaga le escuchaba desde su escaño y hacía lo propio a través de sus redes sociales– del trabajo del bipartito para quien haya estado el último año encerrado en una cueva, pero no hubo novedades más allá del inminente pacto con el Estado sobre el agua.
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