¿Qué hacemos con los botellones?

Los alcaldes de los ayuntamientos más afectados, que tienen dificultades para aumentar las plantillas de sus policías locales, han solicitado más efectivos de la Guardia Civil para evitar que la situación degenere, pero desde Delegación de Gobierno, que ya ha reforzado la seguridad en algún municipio como Castro Urdiales, responden que «no podemos tener a la Guardia Civil sólo persiguiendo el botellón». Conclusión, que el problema sigue sin resolverse.

Este periódico ha intentado, sin éxito, recabar la opinión de la directora general de Juventud, Irene Lanuza, sobre esta problemática y qué puede hacer su departamento para intentar reconducir esta situación. Los que sí lo han querido hacer, aportando soluciones, son el catedrático y sociólogo de la Universidad de Cantabria, Juan Carlos Zubieta, y el psiquiatra Baltasar Rodero Vicente. Ambos reconocen que el problema es «complejo» y afecta a «muchos ámbitos».

Zubieta da por supuesto que las autoridades deben tomar medidas, aunque algunas pueden ser «impopulares» y tienen un «coste electoral». Asimismo, cree que el sistema educativo tiene pendiente la 'asignatura' de educar para el tiempo libre. «También es importante potenciar el asociacionismo juvenil». Además, entiende, en la línea de la alcaldesa de Santander, Gema Igual, que los padres también deben intervenir. «Deben ser los primeros en poner límites a sus hijos adolescentes. Son los primeros que deben controlarles: ¿A qué hora llegan a casa? ¿Cómo regresan? ¿Qué hacen y con quién están? Los padres de adolescentes (en ocasiones los protagonistas del botellón son niños) deben poner límites a sus hijos, es su responsabilidad. Obviamente, los padres deben educar a sus hijos en el valor de la responsabilidad individual y en el valor de lo colectivo». También cree que el sector de la restauración puede contribuir a paliar este problema «estableciendo normas y controlando a las personas que entran en sus locales, aunque muchos jóvenes, sobre todo adolescentes, no acuden a este tipo de establecimientos». «Por otra parte, algunos comercios y bares deben cumplir la norma y no vender alcohol a mejores», dice.

Por último, apela a la «responsabilidad» de los adolescentes. «La juventud no es excusa para todo. La gran mayoría tiene capacidad para saber que están actuando de forma incorrecta», afirma, al tiempo que cree que los ayuntamientos deben proporcionar alternativas de ocio para los jóvenes. Algo en lo que coincide el psiquiatra Baltasar Rodero, que hace mención al método de 'sentido común forzado' utilizado en Islandia, cuya población era la que más bebía hace dos décadas. «Los jóvenes van donde les gratifican y hay que darles otras formas de gratificación que no sea a través de la bebida, para eso están los consejos municipales que promueven esos centros cívicos que existen en España y que hacen algo, pero podían hacer mucho más».

Rodero asegura que los adolescentes han estado «recluidos» y ahora están «violentos, en rebelión». «Biológicamente necesitan salir. No han sabido gestionar la soledad», apunta.