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J. LASTRA / L. ALCOLEA
SANTANDER.
Lunes, 22 de febrero 2021, 07:15
Cuando a primera hora de la tarde de ayer la lluvia empezó a besar los montes cántabros, las cuadrillas forestales y los efectivos del servicio de emergencias autonómico renovaron sus fuerzas, menguadas por el esfuerzo de tener que controlar los focos desatados desde el viernes por los incendiarios y empujados por el viento sur ... que ha azotado la Comunidad, 106 en 44 ayuntamientos, según el Gobierno. Fue entonces cuando las tribulaciones dieron paso a un cierto desahogo que permitió espantar los fantasmas vividos en la madrugada del sábado al domingo, con las llamas iluminando el cielo y el olor a ceniza cargando el ambiente de numerosas localidades del interior regional, con los vecinos fuera de sus viviendas, muchos de ellos ayudando a los profesionales para que la 'serpiente' no llegara hasta casas y estabulaciones ganaderas.
«Ha sido horrible, el fuego nos rodeaba por todos lados», comenzaba ayer a mediodía el alcalde de Alfoz de Lloredo, Enrique Bretones, el balance de lo acontecido las horas previas en el territorio bajo su gestión. Las precipitaciones todavía no habían aparecido y Alfoz mantenía activo un foco «especialmente preocupante» en la zona de La Busta. «Estuvimos hasta casi las doce y media en una zona casi en Cóbreces donde el fuego amenazaba con entrar en una casa», comentaba, para lamentar que «la gente lo ha vivido con gran preocupación. Estamos muy indignados, ya no entendemos esta historia de quemar el monte. Lo único que se genera es pobreza y desertización». El regidor señaló también «los grandes daños» para algunas juntas vecinales. «Se ha llevado todo el monte», abundó.
Guillermo Blanco | Consejero de Desarrollo Rural
El consejero de Desarrollo Rural, Guillermo Blanco, daba a media tarde por controlados todos los focos, aunque permanecían algunos incendios activos en la zona de Los Tojos. El titular del área no se atrevía aún a cuantificar las hectáreas calcinadas. «Es imposible contabilizar ahora las hectáreas calcinadas en tantos focos y tan dispersos», dijo, después de sobrevolar las zonas más afectadas para observar el alcance de los daños y el trabajo de las brigadas. «Desde lo alto, es enorme la extensión quemada en Lamiña, y en toda esta zona del Saja... Muchísimas hectáreas afectadas. Y Correpoco, Los Tojos... Una pena. Encima de Lamiña vemos una gran superficie quemada, imposible de contabilizar», remachó. Además, Blanco quiso mostrar «mi más absoluta condena a esos delincuentes radicales que se dedican a quemar nuestros montes».
En cifras, el consejero señaló que en lo que va de febrero Cantabria ha sufrido 190 incendios forestales. Al empezar el domingo, antes de las lluvias, seguían activos 31 de los 56 registrados en las 24 horas previas y repartidos por toda la geografía regional, con especial incidencia en las zonas de Ruente-Cabuérniga-Los Tojos; las zonas entre Váldaliga-Cabezón de la Sal-Udías- Alfoz de Lloredo; y también en la zona de la Vega de Pas. A mediodía ya habían bajado a 27. El cambio de las condiciones meteorológicas ayudó a extinguir todos los focos.
Pero antes del líquido elemento, la lluvia de ceniza. Subiendo por el valle de Cabuérniga hacia el pueblo de Viaña, dos paisajes distintos, campos verdes a la derecha y laderas carbonizadas a la izquierda. El fuego se tragó en un visto y no visto la esencia que caracteriza a la región infinita y los vecinos sufrieron asistiendo a este triste espectáculo en primera fila e intentando, a veces en vano, contener las llamas y las lágrimas. Luis de la Herrán González y su pareja sí lloraban porque se pasaron la noche del sábado tratando de evitar que la lumbre entrase en su finca y acabase con sus más de sesenta vacas. Están cansados y abatidos.
Gabriel García | Vecino de Selores
«No quiero hablar, esto ha sido muy gordo», sostenía la señora, que prefería no dar su nombre, pero enseguida sacó el móvil para mostrar los vídeos del fuego. Las llamas amenazaban por ambos lados la nave en la que estaba el ganado. No había escapatoria, así que decidieron coger cubos de agua y ganchos de hierba para tratar ellos mismos de contener el fuego y que no alcanzase a los animales. «Llamamos a los bomberos pero nos dijeron que no daban abasto». Había más de una treintena de fuegos activos y Cantabria entera olía a humo.
La pesadilla de esta pareja de ganaderos empezó a las diez de la noche y terminó a las seis de la mañana. «Yo estaba trastornada y no sabía qué hacer». De vez en cuando se metían en el coche y procuraban vigilar que las chispas no prendiesen la finca. ¿Quién hace esto señora? «No lo sé, pero siempre pagan los ganaderos, ¿tú crees que ellos van a quemar a los animales?», se preguntaba. «Sin las vacas se nos va la vida. Quemas controladas siempre ha habido, pero esto no puede ser. Y mira todo el monte cómo ha quedado, ¿cuándo vuelven a pacer las vacas ahí?».
Enrique Bretones | Alcalde de Alfoz de Lloredo
Un poco más abajo, en dirección al pueblo de Selores, un pequeño fuego activo amenazaba por la mañana los terrenos de Gabriel García, que hacía guardia en la finca junto a su mujer y su hija, María. Padre e hija se acercaban a la carretera tras atravesar una densa capa de humo y ceniza. «Pues esto no es nada», aseguraban, haciendo referencia al incendio que se propagaba al otro lado de la carretera. «Tenías que haber estado anoche. Entonces sí que metía miedo». A pesar de las circunstancias, parecen más tranquilos, porque lo peor ya pasó.
Tampoco ellos han podido dormir mucho. Las llamas también amenazaron el sábado a sus más de cien animales. No llamaron a los bomberos. «Esta noche han ardido muchos pinares», lamentaban. Dicen que los ganaderos no pueden ser los responsables. «A ellos les perjudica que arda un pinar, esto lo hace gente enferma, pirómanos a los que les gusta el fuego», afirmaban.
Miguel Ángel González | Ganadero de Lamiña
Ya en el pueblo de Lamiña, en Ruente, el ambiente parece menos tenso, aunque también se pasaron la noche viendo las llamas desfilar por las laderas. Miguel Ángel González es ganadero y tiene clara la solución. «No están limpiando lo que tienen que limpiar, porque las montañas están llenas de maleza, alimento para el fuego». «Si el dinero que cuesta el helicóptero para apagar incendios lo empleasen en limpiar, el tema estaba solucionado».
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