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Ana Rosa García
Santander
Domingo, 3 de octubre 2021, 07:32
Los hospitales cántabros retoman de lleno las cirugías a partir del próximo lunes en un nuevo intento por recuperar la normalidad postcovid después de un verano «intenso», marcado por la presión de la quinta ola –inferior a las anteriores en cuanto a número de ... ingresos, gracias al escudo de la vacunación–, pero sobre todo por la alta demanda asistencial del resto de patologías en un contexto de plantillas cojas al no contar con recambio en varias especialidades médicas –Anestesiología, entre ellas– y, como novedad, añadirse el déficit de enfermería. «Hemos tenido el hospital completo. Es más, ha habido semanas en las que hemos tenido que reducir la actividad quirúrgica por falta de camas no covid, sobre todo en Cuidados Intensivos», admite el gerente de Valdecilla, Rafael Tejido.
Con la curva de la pandemia muy lejos ya de la cumbre, toca «normalizar» y «preparar las estructuras hospitalarias para el invierno», que se espera más 'movido' que el pasado, en el que las medidas anticovid sirvieron de escudo para todas las infecciones respiratorias –protagonistas habituales de los meses de frío en los servicios de urgencias–, incluida la gripe, que prácticamente no apareció. De cara al otoño, las autoridades sanitarias cuentan con que la mascarilla siga siendo una aliada frente a la batería de virus estacionales y, también, que aún habrá sobresaltos con la firma covid. Es por eso que todos los centros mantendrán una reserva de aislamiento, pero «con áreas más reducidas que las dedicadas hasta ahora». Valdecilla, concretamente, confía en poder responder a los coletazos de la pandemia con una sola planta de hospitalización (24 camas). Por el momento, seguirá siendo la séptima de la Torre D, la única que no ha dejado de atender pacientes de coronavirus ni un solo día desde hace año y medio.
Mónica Hernández
Gerente de Lared
De los dos pabellones acondicionados como UCI covid, ya sólo se contará con el 17, que aloja ahora a los últimos enfermos críticos de la quinta ola, mientras el 15 –ya cerrado– cambiará de función próximamente. Y también en Urgencias, donde la presión ha vuelto a niveles precovid –con picos de hasta 400 urgencias diarias–, el circuito de aislamiento se reducirá de 16 a 6 boxes. En la misma línea, Sierrallana, que cerró el 9 de septiembre la planta que tuvo que habilitar contra todo pronóstico en julio por el repunte desatado con la ola juvenil, espera que le baste con la reserva actual de ocho camas. «La situación ya no tiene nada que ver con la que hemos pasado, pero está claro que no podemos bajar la guardia», señala Pedro Herce.
Rafael Tejido
Gerente de Valdecilla
El reto de las Gerencias, en esta nueva fase, es recuperar «cuanto antes» el ritmo quirúrgico para atajar «la importante demora» acumulada en las listas de espera –la media es de 144 días–. «En volumen de pacientes no hay tanta diferencia –nosotros estamos en 3.350 personas, según los datos del pasado agosto, frente a los 3.400 del mismo mes de 2019–, pero en tiempo sí que necesitamos recuperar», añade el gerente de Sierrallana. Y una de las novedades encaminadas a lograr esa mejoría «es la reapertura a partir del 4 de octubre de los dos quirófanos del Hospital Tres Mares (Reinosa), que llevan cerrados desde el principio de la pandemia», explica. De entrada, la primera quincena de octubre se destinarán a Oftalmología, sobre todo a operaciones de cataratas, «aunque estamos explorando con Traumatología –la especialidad con más pacientes en cola (un 40%)– y Cirugía General qué procesos podemos hacer allí de forma ambulatoria». De esta forma, serán diez los quirófanos operativos en el área de salud Torrelavega-Reinosa. «El objetivo, si el covid nos deja, es hacer mucha cirugía los próximos 90 días, por si el invierno viene complicado, de manera que el cierre de año sea más parecido al de 2019 que al de 2020», destaca Herce. También Valdecilla programa una mayor actividad quirúrgica a partir del próximo lunes. «Si este verano hemos funcionado la mayor parte del tiempo con 20 quirófanos, y algunas semanas incluso con 2 o 3 menos, a partir de ahora recuperaremos de forma progresiva el 100%, con los 30 habituales», indica Tejido, una vez incorporados los profesionales de sus vacaciones. Mientras en Sierrallana la falta de personal ha sido la razón principal del reajuste de las cirugías programadas de julio a septiembre –allí el amplio despliegue de la vacunación (se han puesto 93.000 dosis) ha sido otro elemento que ha restado efectivos–, Valdecilla dependía también de la ocupación en Cuidados Intensivos. «Y no sólo por el covid, ya que esta última ola ha tenido la mitad de impacto en hospitalización; este verano hemos tenido llena la UCI general y la cardiológica, lo que nos obligó a bajar la actividad quirúrgica», señala Tejido. Por la UCI covid de Valdecilla, que tuvo que crecer a marchas forzadas para hacer frente a la demanda de la crisis sanitaria –primero con el pabellón 17, el verano de 2020, y a comienzos de este año con el 15–, han pasado más de 600 pacientes.
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Las circunstancias del Hospital de Laredo son distintas, porque el verano siempre es su momento más crítico por el crecimiento de su población flotante. «Ha sido duro», confiesa la gerente, Mónica Hernández. «Hemos sufrido el empuje de la quinta ola, con mucho ingreso desde julio hasta mediados de agosto. La verdad es que hubo momentos complejos, por la afluencia turística, profesionales de vacaciones y la necesidad de seguir con la vacunación».
En previsión del aumento de la actividad urgente, el equipo de Hernández, ya programó con tiempo ese descenso de las cirugías. Si Valdecilla sufre la falta de facultativos en periodos vacacionales, el problema es mayor aún en el caso de los hospitales comarcales. Hasta el punto de que el pasado julio el Servicio Cántabro de Salud tuvo que tomar la decisión de derivar los partos programados a Valdecilla, al no contar con anestesistas suficientes para cubrir todas las guardias. Una medida que ya se ha revertido en esta vuelta a la normalidad que se aguarda con los dedos cruzados, «confiando en que nada se tuerza», declara. En cuanto a la estructura covid, el margen de maniobra del hospital de Laredo es «estrecho», así que «de momento seguiremos utilizando la misma zona de hospitalización que hemos destinado hasta ahora», que se quedaba corta cada vez que se superaba la decena de ingresos. En las últimas semanas, los casos positivos se han reducido de forma significativa, aunque la gerente recuerda que a lo largo del verano han tenido que recurrir más de una vez al refuerzo de Valdecilla, que ha asumido a parte de sus pacientes.
Pedro Herce
Gerente de Sierrallana
En esta última etapa, en cambio, ha habido días en los que el hospital pejino ha llegado a estar libre de covid. Pese a la favorable evolución de la pandemia, «el circuito diferenciado en Urgencias se mantendrá», aunque avanza el cambio previsto para finales de octubre: «Vamos a cerrar el punto externo habilitado junto a la puerta de las consultas externas (módulo prefabricado) destinado a la realización de test PCR previas al ingreso y a otras pruebas de enfermería, porque en estos momentos, ya con el 90% de la población vacunada, se puede asumir esa actividad dentro de las propias consultas, donde ya se ha recuperado también la presencialidad». En lo que respecta a las cirugías, «se programará el máximo que podemos, un 75%, con un quirófano menos debido a la obra, que nos resta camas de reanimación. Para compensarlo, está previsto operar por las tardes hasta Navidad», concluye.
Las precauciones para evitar los contagios dentro de los hospitales se mantendrán aunque el periodo de mayor riesgo se dé casi por superado y el blindaje de la vacuna se haya generalizado –el 80% de la población ya está inmunizada–. El retorno a la normalidad postpandemia contará con elementos que servirán de recordatorio de la presencia invisible del covid, empezando con los test PCR de control a los pacientes antes de su ingreso, ya sea desde Urgencias o de forma programada para pasar por quirófano. Como en todos los espacios interiores –aquí, si cabe, con más motivo– la mascarilla seguirá siendo un elemento imprescindible y obligatorio. Pero se mantendrán, al menos hasta que pase el invierno, también las limitaciones en las visitas a los hospitalizados.
Como se ha venido haciendo a lo largo de la pandemia, la norma general es que en las habitaciones sólo haya un acompañante por paciente y con la menor rotación posible, «salvo en circunstancias especiales, caso de los niños y los pacientes oncológicos», indica Tejido, que reconoce que, «aunque en un hospital tan grande es difícil controlar todos los accesos, en general las familias lo cumplen».
En el área de consultas, además del control de aforo en las salas de espera, guardando la distancia de metro y medio de seguridad, la idea es la misma: si el paciente puede acudir solo, mejor, si necesita apoyo, que sea con un único acompañante.
En este sentido, el gerente de Sierrallana, Pedro Herce, también se muestra partidario de «conservar las restricciones en las visitas. Hay que encontrar el equilibrio, pero aquellas imágenes de gente acumulada en los pasillos o escaleras del hospital no deberíamos volverlas a ver». El brote desatado en plenas Navidades en una de las plantas de hospitalización no covid, a raíz de una visita familiar, fue «una dura enseñanza», apunta, que llevó a endurecer los filtros de entrada.
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