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¿Por qué naufragó el Vilaboa Uno? Una pregunta que hasta ahora no tiene una respuesta clara y que, en palabras del consejero de Desarrollo Rural, Guillermo Blanco, es una cuestión que todavía «se está investigando». Está confirmado que el barco no llevaba carga. Y también se sabe que la mar estaba en calma. De hecho, la flota de cerco y de anzuelo estaba faenando ayer, lunes, con normalidad y algún patrón habló incluso de «calma chicha». Al parecer, una vía de agua hizo que la embarcación de 28 metros de eslora y 8 de manga se hundiera «muy rápido» pasadas las cuatro de la madrugada de este lunes. Pero se desconocen los motivos. Eso sí, todo apunta a que no se dieron ninguna de las circunstancias habituales que originan estas tragedias, es decir, factores como un golpe de mar por un fuerte temporal o un desplazamiento de la carga. «Es inexplicable», reconocía este lunes el propio presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla.
Lo que sí se sabe es que todo fue muy rápido. Cuando El Siempre Nécora, de Colindres, llegó a la zona media hora después del aviso ya no había ni rastro del barco. Sólo restos de los aparejos y alguna boya. A ellos, los primeros en llegar, les tocó hacer de rescatadores. Consiguieron subir a bordo a siete personas. Cinco en buen estado, más allá del frío y del impacto por lo vivido. Otra, un tripulante senegalés, «echando espuma por la boca» (herido grave, aunque fue dado de alta a mediodía). Y la séptima, ya muerta. «Intentamos reanimarle, pero ya no pudimos hacer nada». Francisco San Pedro Faleato, santanderino de 57 años (y a tres meses de jubilarse).
Naufragio del Vilaboa Uno
El barco
Año de construcción: 2000
Bandera: española
Arqueo bruto: 224 toneladas
Línea de
flotación
Eslora: 28 m.
Manga: 8 m.
La tripulación
7 rescatados, 2 muertos y 1 desaparecido
Rescatado
Fallecido
Desaparecido
Nacionalidades
España
Ghana
España/Perú
Naufragio del Vilaboa Uno
El barco
Año de construcción: 2000
Bandera: española
Arqueo bruto: 224 toneladas
Línea de
flotación
Eslora: 28 m.
Manga: 8 m.
La tripulación
7 rescatados, 2 muertos y 1 desaparecido
Rescatado
Fallecido
Desaparecido
Nacionalidades
España
Ghana
España/Perú
Naufragio del Vilaboa Uno
El barco
Año de construcción: 2000
Bandera: española
Arqueo bruto: 224 toneladas
Línea de
flotación
Eslora: 28 m.
Manga: 8 m.
La tripulación
7 rescatados, 2 muertos y 1 desaparecido
Rescatado
Fallecido
Desaparecido
Nacionalidades
España
Ghana
España/Perú
La lancha de los prácticos del puerto rescató con vida a otro de los tripulantes y, a eso de las cinco y media, el Ave Fénix (de Santander) sacó del agua a la segunda víctima mortal. Gogfrey Kofi Buabeng, de Ghana, 58 años. El cocinero del buque. Dos fallecidos, un herido y seis en buen estado. Nueve. Faltaba uno. Este martes siguen buscando a Walter Jhon Ferreyros, español de origen peruano y casado con una cántabra. Maquinista. El armador del Vilaboa Uno le contó a Revilla (según declaró el presidente) que cree que pudo quedarse atrapado en el interior del barco. Pero no se sabe. Lo que sí han confirmado es que el buque está hundido a 120 metros de profundidad.
El Vilaboa Uno, construido en el año 2000 según la ficha que se puede consultar en internet, es un arrastrero de litoral de 28 metros de eslora y 8 de manga. Pertenece a la flota de la Opeca, la Organización de Productores de Pesca de Altura de Cantabria. Desde el barco dieron el aviso de que se hundían a seis millas al norte del faro de Cabo Mayor (eso son casi diez kilómetros). Última localización. La mar no andaba revuelta –la flota de cerco y de anzuelo estaba faenando con normalidad y algún patrón habló de «calma chicha» a esas horas–. Es más, fuentes de la Dirección General de Pesca confirmaron a este periódico que el buque no iba cargado. «Algo ha fallado en el barco o alguna persona no ha estado atenta a la entrada de agua y se ha ido a pique muy pronto», contaba Revilla a los periodistas tras mantener, dijo, una conversación con uno de los armadores (son dos, Alberto Rentería y Joaquín Teixeira). «Es inexplicable», insistía el presidente.
A esa hora, en el Barrio Pesquero también pedían explicaciones, pero de otro tipo. El drama de las familias y los amigos que esperan en tierra. El Siempre Nécora y el Ave Fénix atracaron en las machinas de la capital tras regresar de la zona del hundimiento. A la carrera para, de entrada, trasladar al herido hasta Valdecilla aquejado de una «hipotermia severa» (que, por suerte, se solventó en pocas horas y que todo indica que fue la causa de las dos muertes).
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Allí, junto al puente levadizo cercano a la lonja, ya había agentes de la Guardia Civil y personal del juzgado para instruir las diligencias y proceder al levantamiento de los cadáveres. La viuda de Faleato, muy conocido en el ambiente de los pescadores de la capital, reclamaba con desesperación noticias. Las únicas que tenía hasta entonces, gritaba, era las que había leído en las redes sociales del propio Revilla. Nadie avisó antes de eso. Amigos y conocidos echaban pestes. También se presentó a la carrera la mujer de Ferreyros, el desaparecido, y un primo de Buabeng junto a otros compatriotas (de Ghana y de Senegal). Las historias tras los dramas. Que Faleato vivió siempre en el Pesquero, pero que ahora residía en Maliaño. Que ya contaba los días para jubilarse. O que su compañero en el barco y en la lista de víctimas mortales era casi de la misma edad y llevaba poco tiempo enrolado en el barco. Había estado en otros buques, pero decidió cambiar porque aquí las estancias lejos de tierra firme eran más cortas. El maldito destino.
Más allá de la investigación para esclarecer lo sucedido (la Guardia Civil tomó declaración a los armadores) y con las víctimas y los supervivientes en tierra, las miras seguían puestas en el lugar del hundimiento. Todos, en busca de Walter. Barcos de salvamento, helicópteros y también un avión de la Benemérita. La costa fue un ir y venir durante toda la jornada.
El Vilaboa Uno estaría hundido «a unos 115-120 metros de profundidad», imposible para un acceso directo de los buzos, según confirmaron a El Diario Montañés fuentes de la Delegación de Gobierno con los datos transmitidos desde el operativo de búsqueda, que permanecía activo durante la tarde y que continuará este martes.
Los equipos con los que cuenta el buque remolcador María de Maeztu, de Salvamento Marítimo, comprobaban a esa hora si había redes fuera del barco que pudieran dificultar la navegación de otras embarcaciones por la zona. Un aspecto clave de seguridad. Del mismo modo, también medían los niveles de contaminación ya que, al hundirse, el Vilabola Uno había perdido parte del combustible de sus depósitos (de gasoil). De hecho, la imagen de la mancha sobre el Cantábrico era la huella visible en el lugar del hundimiento (tal y como puede verse en un video difundido por la Guardia Civil con planos grabados desde su helicóptero y en los que aparecen algunas de las embarcaciones que trabajan en la zona). La marca de la tragedia en las aguas. Al dispositivo, añadieron desde Delegación, iban a sumarse también los buzos desplazados del Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Benemérita para hacer inmersiones que pudieran ayudar con estas tareas de investigación.
De Ferreyros, ni rastro hasta ese momento. «Es más probable que pueda estar dentro del barco porque el hundimiento se ha producido con mucha rapidez. Empezó a entrar agua de repente. Eso haría mucho más complicado el poder rescatarlo», había indicado Revilla tras la charla con el armador que contó a los periodistas cuando le preguntaron por lo sucedido.
«El Gobierno usará todos los medios para localizar al marinero», aseguró desde Barcelona la ministra de Transportes, Raquel Sánchez. Sobre otro ministro, Luis Planas (el de Agricultura, Pesca y Alimentación), se especuló que este martes podría trasladarse a Santander para seguir las labores de búsqueda, aunque no se confirmó la visita desde la Delegación de Gobierno. Ambos, Sánchez y Planas, lanzaron mensajes de solidaridad y condolencias. No fueron los únicos ministros. También José Luis Escrivá, Irene Montero o la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. E igualmente el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. Envió desde un acto en Albacete «palabras de afecto y de cariño» para los familiares de los fallecidos y «todo el apoyo del Gobierno de España y el conjunto de la sociedad española» a los allegados del desaparecido.
Fue, como es habitual en estos casos, una cascada de mensajes. Desde Cantabria y desde todo el país. Políticos, partidos, sindicatos, instituciones, colectivos... El Ayuntamiento de Santander decretó tres días de luto oficial que incluirán banderas a media asta en la fachada del consistorio hasta este miércoles y minuto de silencio. El asunto, claro, trastocó las agendas de la jornada en el Ejecutivo regional (el consejero Guillermo Blanco canceló los actos previstos tras una reunión a primera hora) y en la precampaña electoral (el candidato socialista en Santander suspendió todo lo que tenía).
Pero el impacto más brutal, el puñetazo a la mandíbula que hizo más daño, más allá de mensajes oficiales, se dejó sentir en toda la región. En el ánimo de los cántabros. Desde primera hora (teniendo en cuenta que, al ser de madrugada, se despertaron entre alarmas y mensajes de estupor) el asunto fue tema de conversación. Sobre todo, en los puertos: Colindres, Santoña, Castro Urdiales, Laredo, San Vicente de la Barquera, Suances... En las lonjas y en las Cofradías de Pescadores. Y muy especialmente en el corazón más marinero de una ciudad que vive asomada al Cantábrico. Santander y su Barrio Pesquero vivieron un lunes negro que trajo a la memoria otras pesadillas reales como la del Nuevo Pilín o la del Maremi. La tragedia que, cada cierto tiempo, se cobra la mar.
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