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La incidencia acumulada en los últimos catorce días en Cantabria, periodo en el que se han diagnosticado más de 1.800 contagios, superó el viernes los 300 casos por 100.000 habitantes. Pero la lectura es diferente si se analiza el impacto del virus en población vacunada y sin vacunar. Según los datos facilitados desde la Dirección General de Salud Pública, la transmisión entre quienes rechazaron la administración del suero anticovid o ni siquiera han sido localizados para emplazarles al pinchazo -los alrededor de 30.000 ciudadanos que constan como pendientes en los registros del Servicio Cántabro de Salud- es tres veces más que entre quienes sí recibieron la pauta completa, que suman más de 482.000 (el 82,8% de la población total).
En concreto, la incidencia en no vacunados llega a los 671 casos por cada 100.000 habitantes, frente a los 234 del resto. Un contexto del que hay que partir a la hora de comparar las cifras de hospitalizados para no llegar a conclusiones erróneas, como matiza siempre el director de Salud Pública, Reinhard Wallmann. Que haya más casos de vacunados -en los últimos 14 días representan un 59% de los ingresos covid- «no implica que la vacuna no sea efectiva, sino que el volumen del grupo de población vacunada es mucho mayor» (16 veces más), así que es pura estadística. Lo llamativo es que ese 8% que queda por vacunar (una vez descontada la población infantil, que se incorporará a la campaña a partir de la próxima semana) protagoniza cuatro de cada diez ingresos (el 41% restante).
Entre los hospitalizados en la actualidad, tras el incremento de la última semana, predominan los pacientes que tienen entre 60 y 80 años, que suponen más de la mitad, siendo mayor la proporción de hombres (56%), una constante que se ha mantenido durante las diferentes olas de la pandemia. Un perfil que se repite al observar las edades de quienes son atendidos en la UCI de Valdecilla. De nuevo, las complicaciones más severas -la neumonía está presente en el 85% de los casos- las sufren las personas mayores de 60 años. Sólo hay dos pacientes (varones) por debajo de esa edad en Cuidados Intensivos: uno de 40 a 50 años y otro de 50 a 60 años.
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El despliegue de las terceras dosis es la herramienta en la que confían las autoridades sanitarias para reducir estas cifras. Se trata de aumentar la protección, especialmente entre quienes se sabe que son más vulnerables al coronavirus, sobre todo si se cuenta con que han podido perder inmunidad con el paso del tiempo. De ahí que las residencias de mayores fueran el objetivo prioritario de la revacunación, lo que les ha blindado hasta el momento de esta sexta embestida de covid.
Según los datos del Icass, únicamente constan diez residentes positivos en toda la red: siete en el propio centro en el que viven y tres trasladados al hospital. De hecho, entre los ingresados figuran diez enfermos de más de 80 años, de ellos uno centenario. Asimismo, en la radiografía de los hospitalizados constan casi una veintena por debajo de los 60 años, incluida una niña. De este grupo, es destacable que los siete casos con edades comprendidas entre los 50 y los 59 años son hombres, mientras que los tres ingresos registrados de 20 a 40 años son mujeres.
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