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La curva de la enfermedad ya dibuja una 'U' casi perfecta, es la consecuencia de ese máximo de positivos de la segunda ola, 172 que ... fueron diagnosticados el pasado día 9; es de esperar que tarde o temprano se rebase también el triste récord de la primera fase de la pandemia, las 180 infecciones detectadas el 25 de marzo. En todo caso, el valor de esa jornada, cuando llegue, será puramente simbólico.
Se ha insistido mucho en la imposibilidad de comparar aquel momento, el más duro de la crisis sanitaria en Cantabria, con el actual: las cifras, aunque similares, no reflejan con la misma fidelidad la realidad de la enfermedad; ahora se hacen aflorar los casos asintomáticos, un elevadísimo porcentaje sobre el total, que antes no se registraba. Para decirlo aún más claro: los estudios de seroprevalencia indican que, hasta el verano, unos 20.000 cántabros habían tenido contacto con el virus, un número que habla más fielmente de la dimensión de la pandemia que los 3.000 que ofrecían las estadísticas. Si se da por buena la cifra, hoy, con medio centenar de brotes activos, y a pesar del continuo incremento de positivos comprobados por PCR, los casos acumulados son cinco veces menos que en la primera mitad del año.
Además, ambas situaciones siguen sin tener ni punto de comparación, empezando por el número de víctimas mortales del covid –211 hasta el 30 de junio y 17 desde entonces–, y continuando con las hospitalizaciones –más de 400, y ahora cinco veces menos– o los ingresos en la UCI –47 frente a 11–.
Un ámbito en el que se aprecian especialmente estas diferencias es el de las residencias de mayores, castigadas terriblemente en los meses de marzo y abril y que desde el fin del confinamiento mantienen el virus a raya, pese a la proliferación de infecciones en el exterior.
Según el último balance facilitado por la Consejería de Empleo y Políticas Sociales, que dirige Ana Belén Álvarez, hay seis residentes con covid –tres en el lazareto de Suances y tres hospitalizados– y doce trabajadores contagiados. Entre los usuarios, la tasa de incidencia (activos/residentes) es del 0,11%, cuando esa misma tasa acumulada se eleva hasta el 12,78%. Hay una tasa de mortalidad global (fallecidos/residentes) del 2,35%, y la de letalidad (fallecidos/enfermos) es del 18,40%.
«La primera época nos cogió a todos fuera de juego –reconoce el director general de Políticas Sociales del Gobierno regional, Julio Soto–. No sabíamos grandes cosas del virus ni cómo se comportaba: para sanidad, los asintomáticos no existían. Las cifras crecían y en las residencias los casos se disparaban de un día para otro. No había equipos de protección... La situación no es comparable. Llegaron a fallecer 130 usuarios –desde que se alcanzó la 'nueva normalidad' solo ha habido que lamentar una muerte–, y el número de casos activos no es alarmante».
De hecho, lo que más preocupa ahora a los responsables de Políticas Sociales es cómo afecta la enfermedad a los trabajadores de las residencias. Soto recuerda que en la primera oleada llegó un momento en que los contagios en las plantillas provocaron problemas para mantener los servicios y fue necesario movilizar a trabajadores de los centros de día.
«Hemos aprendido cómo hacer las cosas bien: los trabajadores están protegidos, se extreman las medidas de seguridad, hay control de visitas y material de protección en cantidad suficiente», explica Julio Soto. No obstante, todo apunta a que hoy día los propios trabajadores son los principales agentes introductores del virus en los centros residenciales. «En estos centros hay gente joven, con una vida de relaciones sociales más amplias, y son los que constantemente entran y salen. Nuestro miedo es que si se desmanda el número de contagios entre los trabajadores pueda haber dificultades para cubrir esas bajas, ya que ahora no tenemos los centros de día cerrados y no podemos contar con sus empleados. Al poner en marcha el centro covid de Suances, la intencionalidad era doble: por un lado, sacar a los positivos de las residencias para no extender el contagio, y, por otro, reducir su contacto con los trabajadores. Hasta ahora los datos parecen avalar esta decisión».
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Ana del Castillo
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