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La cifra de hospitalizaciones a tiempo completo de niños y jóvenes con problemas psiquiátricos prácticamente se ha duplicado tras la pandemia: de los 49 ingresos que se produjeron en 2019 se ha pasado a los 82 de 2021, una tendencia generalizada en España e incluso ... a nivel mundial.
El jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Valdecilla, Jesús Artal, califica la situación de «alarmante», y opina que se trata de la primera embestida de una crisis que en algún momento se dejará sentir también entre la población adulta. «Los niños y adolescentes componen el grupo de cabeza de esta ola de salud mental pospandemia. Esta ola ya venía tomando carrerilla en años anteriores, con un incremento progresivo y preocupante de la demanda de atención por patologías moderada y grave, y lo que ha hecho la pandemia ha sido darle una aceleración impresionante. Entre los adultos, todo parece indicar que se avecina ese problema, aunque aún no ha llegado: eso nos da un tiempo precioso para prepararnos».
De hecho, el total de hospitalizaciones ha experimentado un descenso con el covid: si en 2019 fueron 755, en 2020 se redujeron hasta las 653, en 2021 bajaron aún más, a 640, y la línea parece mantenerse durante este año, a juzgar por los resultados del primer trimestre.
Artal explica que el trabajo que está desarrollando el Servicio de Psiquiatría puede explicar este menor número de ingresos. «Estamos apostando mucho en Cantabria por los hospitales de día, que evitan las hospitalizaciones y aceleran las altas: esa es una de las causas, y también explica por qué aquí, a pesar de que tenemos menos camas de agudos por habitante que otras regiones, no tenemos problemas. Otra razón para ingresar menos es porque disponemos de mejores tratamientos, como antipsicóticos de larga duración inyectables –se administran una vez al mes o cada tres meses, e incluso cada seis–, que además aseguran que el paciente sigue la pauta –en los de administración oral es más difícil saber si hay adherencia terapéutica–».
La gestión que desde el Servicio se hace del Hospital de Liencres, y el concierto con el centro Padre Menni –una treintena de camas que permiten la circulación de pacientes–, contribuyen a ese desahogo en Valdecilla. A todo ello se podrá sumar, dentro de unos meses, la posibilidad de la hospitalización domiciliaria, un proyecto actualmente en desarrollo.
No obstante, el escenario en el grupo de niños y jóvenes no resulta tan optimista. «Aquí nos encontramos datos más duros y preocupantes: aumento de hospitalizaciones, de urgencias, de conductas de tipo suicida, de hospitalizaciones parciales... Es algo que estamos intentado afrontar en todas las comunidades, y en Cantabria esperamos disponer próximamente con un nuevo equipo de salud mental para patología grave infantojuvenil, que potenciará el hospital de día, ampliando horarios y programas específicos para niños y adolescentes».
¿Qué hay detrás de esta multiplicación de casos entre los másjóvenes? «Los problemas de salud mental se gestan en las fases tempranas de la vida; los trastornos de desarrollo, bipolar, psicosis, tienen un componente genético, y pueden aparecer problemas ante determinadas circunstancias o carencias. Hay que añadir la importancia del entorno familiar, que puede no aportar la necesaria estabilidad. Y tampoco se puede obviar el papel de los actuales modelos de vida, los sistemas educativos, los referentes del éxito para los jóvenes, las redes sociales, el bullying... Si se juntan esa predisposición genética y esas situaciones desencadenantes físicas o ambientales, estamos gestando las enfermedades que luego aparecerán en el resto de la vida».
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