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Ya hace años comparaban la catenaria con la lotería (aunque la primera tocara más a menudo) y aún se cuenta esa leyenda de que en ... el tren que viene de Madrid, al pisar Cantabria, sale una bruja con una escoba que va dando escobazos a los pasajeros. Este 2023 arrancó con una historia que parece el inicio de un chiste: ¿saben aquel de un tren que descarrila porque choca con una vaca? Y, casi sin haberse tragado las uvas, por seguir con las bromas, llegó el colmo. El escándalo de los trenes que no cabían en los túneles. El resumen ferroviario de lo que va de 2023 no hace mucha gracia. Entre incidencias, polémicas, transbordos obligados por las obras, accidentes y descarrilamientos, las inversiones de mejora pasan desapercibidas. A falta de datos oficiales para hacer un balance de incidencias (no los hay o no se facilitan), en el Comité de Empresa de Renfe creen que, aunque se hayan reducido, todas estas circunstancias hacen que la sensación del usuario sea peor. En las Mesas de Movilidad de la región van más lejos. Sí que hay más inversiones que antes, «pero el servicio ha empeorado».
Cuentan desde el Comité de Empresa de Renfe que ellos han pedido los datos de incidencias, pero aún no los tienen. Que sí que existe un registro porque, entre otras cosas, hay que dilucidar a quién se le imputan (si es un problema de vías –Adif–, si es de vagón, de mantenimiento...). Desde las Mesas de Movilidad, por su parte, explican que en la del Ferrocarril –el viernes 20 está prevista la próxima reunión– también los han pedido. Eso, el registro de reclamaciones (dicen que en el 80% de las incidencias no se produce reclamación) y el «número de limitaciones temporales de velocidad por línea». Pero tampoco han recibido nada.
No debe ser fácil. Renfe y Adif aducen motivos similares ante la petición de El Diario Montañés. Que las incidencias se reparten (o se mezclan) entre empresas, distintos departamentos, regiones... Que no es sencillo dar una cifra concreta para Cantabria. Así que en Renfe nada y en Adif piden tiempo para saber si pueden tenerlo disponible. Toca tirar de la hemeroteca del periódico y la conclusión es que el año, eso seguro, ha sido intenso. Lleno de sobresaltos.
Más allá de las averías, la sombra del escándalo de las máquinas mal encargadas sobrevuela sobre los balances. Eso y que, aunque sea por un buen motivo (las obras de la duplicación de la vía), los transbordos –cambios de estación, tramos en autobús– suponen un trastorno evidente para los usuarios. A eso hay que sumar un accidente con heridos leves en Renedo, un choque de trenes en Viérnoles, dos descarrilamientos casi seguidos (Heras y Lantueno) y un martes de caos –este último– en el que se juntaron hasta tres incidencias distintas.
«Buena parte de las incidencias son en el ancho métrico. De esas, entre el 75 y el 80% son por un material ya obsoleto y en torno a un 8% por falta de personal», asegura Manuel Cortines, presidente del Comité de Empresa de Renfe. Él considera que los peores años de incidencias, en número, fueron los comprendidos entre 2018 y 2020. La herencia de la integración de la antigua FEVE en Renfe (2012) sin las inversiones necesarias, que llevan un retraso «de varios años». O sea, que aunque últimamente «se ha mejorado» y se está inyectando dinero (en personal y en material), vamos a remolque.
«Aunque el número de incidencias se reduce, van a seguir porque son infraestructuras obsoletas»
«Ahora hay más inversiones que antes, sí. Pero el servicio es peor y lo vemos a diario los que usamos el tren»
«Aunque las incidencias sí que se reducen, van a seguir porque son infraestructuras obsoletas. Los trenes son los que son y están como están». Habla, además, de «un cúmulo de circunstancias» que dejan una mala sensación en el usuario. Porque a las incidencias (aunque estén a la baja) se suman los transbordos («un trastorno lógico por una obra que es buena»), el escándalo de las máquinas o, como consecuencia, que los trenes van llenos porque son gratis.
«Puede que las incidencias afecten a más personas por la gratuidad», incide Javier Polanco, de las Mesas de Movilidad. Sin tener muy claro que sean menos (le parece «insostenible» no disponer de los datos), señala que ellos no dan abasto a la hora de comunicar problemas (son 130 personas conectadas en grupos por internet que señalan lo que se van encontrando). «No sé exactamente si son menos. También hay que tener en cuenta que con los nuevos sistemas de seguridad, en la línea Liérganes-Santander, por ejemplo, ha desaparecido un 40% de las frecuencias. Hay más inversiones que antes, sí. Pero el servicio es peor y lo vemos a diario los que usamos el tren. Los trenes siguen envejeciendo y dan lo que dan».
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Ana del Castillo
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