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Calles vacías, comercios cerrados y banderas a media asta. Potes amaneció ayer triste. La muerte de Olaya Cuétara e Inés Gutiérrez, vecinas de la comarca fallecidas en la madrugada del sábado al domingo en un accidente de tráfico, ha sumido a la localidad en ... un shock que tardará mucho en sacudirse. Más de un millar de rostros mudos se congregaron ayer frente a la iglesia parroquial de la capital lebaniega para despedir a las dos jóvenes. Una masa que aguardó a la entrada de un templo que se quedó pequeño para acoger tan multitudinaria muestra de apoyo. «No todas las preguntas tienen respuesta y no siempre hay palabras para explicar lo sucedido, ni tampoco para el consuelo. Por eso a veces basta, tan solo, con estar», expresó el párroco, Elías Hoyal.
Estuvieron ayer despidiéndolas sus familias, sus compañeros y amigos, muy emocionados. También muchos vecinos de la zona, llegados de otros pueblos de la comarca y personalidades públicas, como varios alcaldes, entre ellos el regidor de Potes, Javier Gómez (PP), además de la consejera de Presidencia del Gobierno cántabro, Isabel Urrutia. «Eran vidas que estaban empezando a florecer y que se han visto segadas», lamentó el sacerdote, que recibió los féretros en el exterior de la iglesia, donde muchas personas aguardaban a seguir la misa bajo la lluvia, porque más de la mitad de los que acudieron tuvieron que escuchar la ceremonia desde el exterior. Lo hicieron en el más sobrecogedor de los silencios, solo interrumpido cuando un vehículo circulaba por la carretera que atraviesa el centro del pueblo.
«Me resulta sobrecogedor contemplar estos rostros de dolor», incidió Hoyal, que estuvo acompañado en su homilía por el superior de Santo Toribio de Liébana, Juan Manuel Núñez, en una ceremonia en la que no se extendió, sobre todo para cumplir con las medidas de seguridad, dado que la aglomeración dejó al menos una persona atendida por los servicios sanitarios por una indisposición.
El pueblo estaba ayer consternado porque las chicas fallecidas en el accidente de Turieno eran, a todos los efectos «dos vecinas de Liébana», constató Javier Gómez. «Somos 5.000 vecinos y nos conocemos todos», agregó el regidor. «Se ha dicho que eran vecinas de Cabezón y de Santander, pero no era así del todo. Olaya, que sí vivía en Cabezón de la Sal, había vuelto a Potes para estudiar. De hecho vivía aquí la mayor parte del tiempo, en casa de los abuelos; e Inés, aunque residía en Santander, subía todas las fiestas y fines de semana porque las dos han pasado media vida aquí», constató Gómez. «Por eso hoy la tristeza alcanza a toda Liébana, porque la pérdida de una vida en un accidente de tráfico es una gran desgracia, pero si encima esa pérdida es de unas niñas de 17 años, pues resulta todavía más cruel».
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Quienes las conocían bien aseguran que era fácil encontrarlas «en todas partes». Cualquier actividad que había contaba con ellas. Habían participado en talleres para niños y salían disfrazadas de pajes en la cabalgata de Reyes. «Eran muy sociables y por eso esto resulta aún más difícil», coinciden dos amigos. Jóvenes que ayer tuvieron que vivir dos duelos: el que se escenificó de esta manera en Potes, y el que se pudo ver en los centros educativos donde ambas habían estudiado.
El instituto Valle del Saja, en Cabezón de la Sal, vio crecer a Olaya, por eso ayer la tristeza se respiraba en el centro. Sobre todo en el minuto de silencio que se escenificó en el patio a las doce del mediodía. «Estamos muy afectados porque era una chica muy activa en todo lo que se hacía» explica la directora del instituto, María del Mar Recio. «Era de una familia muy conocida en la zona porque son comerciantes y por eso nos queda más cerca la pérdida», lamentó la responsable del centro, que se mostró visiblemente emocionada. «Mi hijo era amigo de ella y todos sus amigos están muy afectados. Son muy jóvenes y vamos a tener que trabajar con ellos para que puedan gestionarlo. Esto ha llegado en un momento muy delicado, en que muchos están sacándose el carné y en plena adolescencia, cuando se creen inmortales, pero estas cosas a veces suceden», aseguró.
También se guardó un minuto de silencio en el instituto Santa Clara, en Santander. «Esto es muy duro para todos», aseguró su director, Ángel Merodio. Todos recordaron a esta alumna de segundo de Bachillerato, «sociable y extrovertida, cuyo fallecimiento ha causado una profunda impresión en la comunidad educativa, especialmente entre sus compañeros», contó Merodio, que se trasladó ayer a Potes para asistir al funeral donde sus compañeros llevaron una «carta de despedida» con la que «honrar su memoria».
Evolución de los heridos
El hombre y la mujer que resultaron heridos en los accidentes de tráfico ocurridos este fin de semana en Turieno y en la A-67, respectivamente, evolucionan favorablemente en el Hospital Valdecilla. El primero, de 22 años está ingresado en la unidad de hospitalización de Neurocirugía con diagnóstico de fractura de vértebra y lumbar. Y la mujer, de 42, evoluciona favorablemente en la unidad de hospitalización de Urología con diagnóstico de politraumatismo.
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