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En el equipo de César Pascual han respirado cuando han hecho las cuentas del balance de situación de las listas de espera del Servicio Cántabro de Salud al cierre del mes de junio y han comprobado que el plan de choque funciona. Una buena noticia, ... que lleva detrás también una inversión millonaria, en un verano marcado por las complicaciones de la falta de médicos y las medidas para paliar que no hay sustitutos. «El esfuerzo que está haciendo nuestro sistema autonómico de salud y sus profesionales no conoce precedentes», destacó ayer la presidenta del Gobierno, María José Sáenz de Buruaga, en unas jornadas sobre absentismo laboral, en las que avanzó que «hemos conseguido reducir el número de pacientes en todas las listas de espera», incluida la de pruebas diagnósticas, que es donde más se ha tardado en ver esa mejora.
En la quirúrgica, el descenso llega en este primer semestre a un 9% (-1.729). Al cierre de junio, sumaban 16.776 los cántabros pendientes de su paso por quirófano, frente a los 18.505 que había en diciembre. Ya entonces Sanidad hablaba de las primeras señales de un cambio de tendencia después de más de ocho años de subida imparable, aunque a la par reconocía que la situación heredada tras el Gobierno bipartito (PRC/PSOE) era aún peor de lo que reflejaban los números, lo que complicaba sus expectativas de bajarlas «a cifras razonables».
Y en abril, con la actividad hospitalaria a pleno rendimiento y una media de 160 cirugías programadas al día –sin contar las urgentes, las indemorables o las que surgen de la propia hospitalización–, desde el propio SCS celebraban que los resultados del plan de choque «se empezaban a notar». Aunque entonces, aún se había movido poco el volumen de pacientes en cola, tanto para pruebas diagnósticas, como para consultas y operaciones. Es más, el registro de marzo de intervenciones quirúrgicas por hacer llegó a subir a 18.741 en marzo.
Pero ahora, la comparativa del último semestre permite a la presidenta del Gobierno sacar pecho. Hay menos cántabros aguardando su turno y menos tiempo acumulado hasta que les llega la cita. Son las dos ideas en las que incidió Buruaga, «efectos muy notables» de la reactivación de las peonadas (actividad extra por las tardes), de las derivaciones a la sanidad concertada y de la gestión de las propias listas, con esa depuración a fondo de los datos (reorganizando, clasificando y priorizando en función de la demora) en la que han estado inmersos durante meses para remontar los peores registros de la historia del SCS.
El objetivo, como apuntaba hace tres meses Miguel Ángel Soria, mano derecha del gerente del SCS, Luis Carretero, era poner en marcha el engranaje para «gestionar la lista de espera de manera integral, como una cadena. Porque se hace mucho hincapié en la quirúrgica, pero el cuello de botella está en las pruebas». Justo ahí es donde se centró la primera fase del plan. Yahora sí se ve el resultado. Según Buruaga, «desde diciembre se ha reducido en 2.004 casos la lista de espera de pruebas diagnósticas», que ha empezado julio con 33.414 personas pendientes de hacerse la suya, un 5,6% menos que las que aguardaban a final de año (35.418). Pero, además, se ha conseguido rebajar en casi 5.000 el grupo de pacientes que esperaban más de 90 días. De forma que la demora media en pruebas se ha reducido a 55 días en junio, «la mitad que en diciembre» (105).
Acortar las demoras máximas era una de las premisas de la estrategia. Por eso también, en la lista para operar uno de los logros es que «hemos reducido en 3.238 personas las que llevaban más de seis meses y más de un año esperando», dijo Buruaga. En consecuencia, la demora media ha pasado de 173 a 139 días.
En lo que respecta a la situación de las primeras consultas con los especialistas, los números también apuntan que el plan va en buena dirección. En esta lista, «hemos reducido en 3.840 los pacientes esperando». Así, de los 38.711 que figuraban en la relación de pendientes al acabar diciembre, se ha pasado a los 34.871, un 9% menos. Y también en este caso, se nota la reducción (en 2.242 casos) en los que llevaban más de tres meses esperando. Si en diciembre la demora media era de 90 días, ahora está en 80. «Y estoy segura de que estos datos van a seguir mejorando», concluyó la presidenta.
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