Las llamadas pidiendo información para el verano animan a los hoteles frente a la crisis

Si uno habla estos días con los empresarios que viven de alojar clientes sacará varias conclusiones. La primera es que el «batacazo» económico este año es inevitable. Manejan la teoría del 4x4. «Después de los cuatro meses de invierno que siempre son duros han venido otros cuatro de cierre». Sin olvidar eso en ningún momento, un par de matices les permiten ganar optimismo para evitar «el descalabro». El teléfono está empezando a sonar preguntando con fuerza por julio y agosto. No son reservas -o muy pocas-, pero «hay movimiento», interés, y eso debería traducirse en confirmaciones a «última hora». Y queda lo mejor: todos intuyen que en la feroz competencia que va a haber por el turista nacional, Cantabria puede salir bien parada. Pocas aglomeraciones, playa y montaña cerca, espacios abiertos y mucho verde. Y también numerosos municipios sin positivos por coronavirus.

«Dentro del desaguisado, sí que creemos que Cantabria tiene una buena posición y, dentro de esa posición, será sobre todo favorable para los apartamentos y el turismo rural». Es el resumen de la impresión de Ángel Cuevas, el presidente de los hosteleros cántabros. Sabe que, «mínimo», un 60% de la facturación anual se va a quedar «por el camino». Eso como punto de partida. Y también reconoce que las reservas confirmadas son «algo simbólico» para julio y agosto (junio, sin movilidad, nada). En los hoteles calcula que «un 15%», pero la cifra sube en los apartamentos hasta un 30%. A partir de ahí, algún brote al que agarrarse. «No me atrevo a vaticinar nada, pero somos un buen destino si se busca naturaleza y un turismo no masificado. El otro día, en una charla de paradores, nos dijeron que el de Fuente De está entre los más demandados de España. Muchos hacemos una reflexión: un madrileño que busque salir puede pensar que prefiere no irse este año al Levante o a otras zonas habituales de mucha gente. Pensamos que buscará algo más tranquilo esta vez».

Su postura coincide con la de Jesús Blanco, de la Asociación de Turismo Rural. «Mantenemos algunas de las reservas que teníamos para julio y agosto, pero hay pocas nuevas. Eso sí, se ve ya mucho movimiento e inquietud preguntando. Las reservas llegarán una semana antes, pero todo indica que, dentro de esta situación, al turismo rural nos están buscando». Su gancho será la «facilidad para mantener las distancias, el aire puro, los espacios abiertos, los locales con poca concurrencia y las zonas sin coronavirus». Con eso, en una previsión que define como «optimista-realista», espera que su sector alcance ocupaciones «del 60%». «Nos daríamos por satisfechos con eso».

Con sólo «un 1%» abierto hoy en día, están centrados en un plan estratégico extraordinario para implementar en cuanto empiecen. Basado en un pilar inicial, la seguridad sanitaria, contempla otros dos. «La seguridad jurídica. Cómo actuar si se presenta un caso de coronavirus. ¿Qué pasa si sucede? Estamos trabajando en ello aunque no exista regulación sobre el tema». Eso y promoción. Venderse como «seguros y puros».

Ahí jugará también un papel esencial el camping. «Dentro de lo malo, vamos a trabajar. Hemos estado mucho en casa y necesitamos aire libre. Y lo digo como usuario, no para vender lo mío», resume Eneko Valle, el presidente de la asociación regional del sector. En la recepción repite el discurso: pocas reservas confirmadas, pero «movimiento» para informarse. «La tónica es que no llegarán esas reservas con antelación de meses. Serán cuando la gente lo tenga claro». Pero confía en su oferta para tener, «al menos, un 50% de lo que tuvimos el año pasado». Sitios amplios, separados sin dificultad... «Aquí tienes sitio de sobra y aglomeraciones, ninguna. Sin un tejado cerca y con parcelas de 60 metros cuadrados para poner una caravana el que menos». La suya es tal vez la frase que mejor resume la esperanza local: «En Cantabria este año, dentro de lo mal que estamos, se va a trabajar».