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Dejando de lado el incendio de Santander de 1941, que transformó todo el centro de la ciudad, el de Valencia del jueves trae a la ... memoria otros tres similares en la capital y uno más en Laredo, incendios grabados en las retinas colectivas por distintos motivos.
Fue en pleno centro de Santander justo 30 años después de haberse calcinado medio casco urbano. A media tarde -se cree que debido a un cortocircuito- empezó a arder un edificio de uso comercial de cuatro plantas (la última era vivienda) que pertenecía a la familia Laínz. Quedó reducido a escombros en poco más de dos horas tal fue la virulencia del fuego, que hizo temer por edificios aledaños como el Mercado del Este y la sede, entonces, de Banesto. Por este motivo, se llamó a los bomberos de Solvay y Sniace. No hubo víctimas personales, pero las pérdidas materiales se elevaron a más de 170 millones de pesetas (más de un millón de euros). En la plaza Porticada actuaba esa noche el célebre Antonio Gades, que se unió al personal del Festival Internacional (FIS) para salvar el material que amparaba las actuaciones.
En Laredo, el recuerdo que se aviva corresponde al edificio Jai Alai, que fue pasto de las llamas en julio de 2006. Primero explotó la cocina de un piso a causa de una fuga de gas propano. Siguió el incendio del edificio, que se saldó con cinco muertos: un matrimonio y su hija, por un lado, y otras dos mujeres que residían en otro piso. Dos semanas después, tras su ingreso en el Hospital vizcaíno de Cruces, falleció la esposa del propietario de la casa siniestrada. Este último y sus dos hijos, de 11 y siete años, sufrieron quemaduras de segundo y tercer grado que requirieron intervenciones quirúrgicas. Les quedaron importantes secuelas. Otras cuatro personas arrastraron lesiones por inhalación de humo, intoxicación y estrés postraumático. Además, se produjeron daños en más de 40 viviendas de la urbanización.
Fue un suceso en dos tiempos: primero se registró una explosión de gas en una vivienda de la calle que provocó una intervención de los bomberos. Esa misma noche, se desató un fuego en el mismo lugar que se cebó con tres inmuebles de la calle Tetuán de Santander (en los números 45, 43 y 41). La gran virulencia de las llamas, acompañadas de varias explosiones, mantuvieron en vilo al vecindario, que nunca se libró de la sospecha de que los bomberos pasaron algo por alto en su primera actuación. Debido al gran número de afectados, las causas judiciales se prolongaron años.
Los vecinos de la calle Rubio de Santander escucharon una explosión sobre las cinco y media de la mañana para descubrir, poco después, que el olor a quemado procedía del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria. El MAS estaba en la recta final de una rehabilitación que tuvo que reiniciarse tras sucumbir gran parte de la instalación al fuego. Tras años de idas y venidas sobre la causa entre el Ayuntamiento y la constructora, está prevista la reapertura de la instalación para el próximo mes de mayo.
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Ana del Castillo
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