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ÁLVARO MACHÍN
SANTANDER.
Sábado, 2 de noviembre 2019, 07:54
Dicen que el éxito de una fiesta depende de la música que pinchen. En la de ayer de Vox, para calentar, pusieron -por este orden- 'La otra España' (Mocedades), 'Mi gran noche' (Raphael), 'A por ellos' (el tema que grabó la selección española ... de fútbol), 'Y viva España' (Manolo Escobar) y 'Libre' (Nino Bravo). El toque local vino con 'Santander la marinera' (de Chema Puente -por cierto, en la lista del PSOE en las últimas municipales-) y con 'Viendo del Norte' (Nando Agüeros), a las que siguieron, para rematar, 'Un velero llamado libertad' (José Luis Perales), 'Banderita' (que popularizó Marujita Díaz, pero el que escribe no fue capaz de asignar a una voz conocida) y 'El novio de la muerte' (el himno de la Legión). Si alguien piensa que la elección es casual, que se apunte que era el disco que traían preparado porque sonó dos veces y exactamente en el mismo orden antes de los discursos. Y si el objetivo era calentar, calentó. Entre vivas (a España, al Rey y a la Guardia Civil), cánticos y brazos moviendo la bandera, por el patio de butacas corrió una especie de euforia ideológica. Y ese 'gustirrinín' por juntarse se desbordó cuando por megafonía dijeron media hora antes del inicio del acto que ya habían superado el número de asistentes al mitin de Pedro Sánchez en el mismo escenario unos pocos días antes.
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Llenaron. Sí. Con algo más de orden y organización que en la última visita de Abascal (que se les desbordó un poco todo). Por eso, además de la Sala Argenta habilitaron también la Sala Pereda para no perderse, al menos por vídeo, las intervenciones de los candidatos. Y también por eso, porque sabían que igual se quedaban sin sitio, los más fieles madrugaron para hacer cola horas antes de que abriesen el Palacio de Festivales. Siguiendo con lo de la fiesta, cuando uno no se comporta como es debido, se le llama la atención. Y eso hicieron con un par de asistentes. Cuando vieron que su bandera incluía aguilucho, les invitaron a guardarla.
Estas citas siempre dan para las anécdotas. Por ejemplo, la cara del socialista Jorge Gutiérrez, el director de la Sociedad Regional de Cultura y Deporte (que gestiona la actividad del Palacio de Festivales), cuando abrieron las puertas del edificio y entró una marea humana. O los gemelos -con bandera de España, por supuesto- que vendían en un puesto en el vestíbulo. O el cierre del acto con el himno de España y todos en pie. Lo cierto es que, cada vez que alguien decía «España» desde el atril, sonaba un aplauso o un «viva». Como un resorte.
También se aplaudió mucho un guiño de Garrudo a Revilla, «que está preocupado porque nuestro presidente (por Abascal) le va a quitar el puesto en El hormiguero». O las frases de los espontáneos desde el patio de butacas durante los discursos. «Santi, eres un gallo» o un «ladrones» muy repetido al hablar de gobiernos pasados. Hubo uno que encontró respuesta de Abascal. Fue algo así:
-Y Gibraltar, ¿qué?
-Pues español.
Pues eso.
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