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Aunque las máquinas no han dejado de trabajar desde el pasado jueves, ayer arrancaron oficialmente las labores para llevar a cabo la solución técnica que permitirá salvar el argayo de Ruente, un obstáculo que impide el tráfico de vehículos hacia el interior del valle de ... Cabuérniga. La Consejería de Obras Públicas espera que en un plazo de entre «dos y tres semanas» se pueda abrir ya un carril y, posteriormente, en el horizonte de los dos meses, recuperar la normalidad en la vía autonómica CA-180.
El corrimiento de tierras, alrededor de 81.000 toneladas, continúa deslizándose sobre la roca y empujando la carretera hacia el río. El plan es actuar por dos frentes: desde la parcela de abajo junto al puente de monte Aá -donde ya han colocado una fila de hincas de raíles para sujetar el talud- y desde una finca superior. Aunque en los días previos se valoró construir dos puentes para salvar el argayo, esta solución se descartó porque requería más tiempo y no estaba clara su efectividad.
En total, en todas las carreteras afectada por las lluvias el Gobierno de Cantabria tiene sobre el terreno a 140 operarios y 40 máquinas, que se centran en solucionar los distintos argayos e incidencias que siguen apareciendo a causa de las lluvias. Además de la de Ruente, también continúa cortada la CA-804, que une Las Fraguas y Los Llares, aunque no afecta a ningún pueblo.
Además de esos cortes totales, otras ocho carreteras tienen uno de sus carriles cerrados: la CA-271 entre Arenas de Iguña y San Vicente de Toranzo, la CA-185 entre Potes y Fuente Dé y la CA-803 hacia Villasuso de Cieza. Por último, también tienen un único carril disponible la CA-850 (entre Treceño y Puente El Arrudo, en el kilómetro 5), la CA-182 (entre el Valle de Cabuérniga y Puentenansa, en el kilómetro 13,2) y la CA-356 (entre Cóbreces y Tamalón, en el kilómetro 3).
También los ayuntamientos siguen realizando labores de reparación en los espacios públicos afectados por las riadas. Por ejemplo, el de Cabezón de la Sal; ayer, una cuadrilla del Taller de Empleo municipal se desplazó hasta el parque de Santa Lucía para retirar los árboles que fueron arrastrados por el Saja hasta las orillas del río. En este espacio la corriente se llevó por delante una pasarela peatonal y también desaparecieron bancos y distinto mobiliario urbano.
El tiempo da durante la jornada de hoy un pequeño respiro a Cantabria. Muy pequeño. Aunque este jueves la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) no mantiene activo ningún aviso, seguirán las lluvias intensas y el viento de forma más moderada. A última hora de la tarde comenzarán a notarse ya los efectos de una masa de aire fría, que vendrá acompañada de una bajada notable de las temperaturas y precipitaciones en forma de nieve incluso en cotas bajas.
El nuevo temporal de invierno azotará el norte de España hasta el sábado y a partir del domingo comenzará a remitir. De hecho, mañana estará en alerta naranja por nevadas tanto el centro de Cantabria como Liébana, Campoo, Valderredible y Valle de Villaverde. Por si no fuera poco, continuará la inestabilidad –incluso se agravará– en el mar. Para las próximas horas se esperan olas de hasta siete metros de altura.
Mientras tanto, ayer fue una jornada de transición entre la ciclogénesis explosiva 'Gabriel', que dejó varias decenas de incidencias a causa de las fuertes rachas de viento en Cantabria, y el nuevo temporal de frío y nieve. Ninguna localidad de la región estuvo entre las diez del país con más lluvias, todo una anomalía en la última semana. Hasta las nueve de la noche, Castro Urdiales había registrado la máxima de precipitaciones, con 11,5 litros por metro cuadrado. La racha más fuerte, de 74 kilómetros por hora, se midió de madrugada en Santander.
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