Máquinas de ozono, carteles de 'no tocar' o espray para limpiar el calzado, las medidas varían según el negocio

«Nosotros daremos calcetines de plástico para que se prueben los zapatos», cuenta Ángel Benito, de Calzados Benito. «Los de toda la vida», añade, porque era algo que ya utilizaban aunque antes no fuera de manera obligatoria. Tratarán de reducir el número de pares que la gente se pruebe, «solo lo esencial». Si no se los llevan, «lo retiraremos para limpiarlo, tenemos un espray con el que desinfectarlo», explica. En el resto de aspectos, «actuaremos con sentido común». Las citas previas de la semana pasada han funcionado bien porque la gente «venía concienciada, así que estamos tranquilos», resume.

Medidas diferentes ha adoptado Lucía Gutiérrez de El Baúl de la Abuela, de la calle Guevara (Santander), un negocio en el que no hay cosas para probarse. «El local está desinfectado y limpio». Eso, por un lado. A partir de mañana, «pondré carteles pidiendo a la gente que no toque nada» y, en la medida de lo posible, habrá productos que estarán envueltos en plástico. Y si alguien termina por mover algo o tocarlo: «Lo retiraré y lo dejaré en la trastienda el tiempo que marca la ley». La gente entrará de uno en uno y ella les atenderá con mascarilla y pantalla. Además, para los clientes habrá difusores para las manos y también guantes.