![«Los mayores tenemos mucho que ofrecer»](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202006/24/media/cortadas/maria-k0DF-U110600825825z0D-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
«Los mayores tenemos mucho que ofrecer»
Programa de personas mayores 'Ayuda y acompañamiento' ·
Hace casi 30 años que da catequesis a los jóvenes y acompaña a los mayores en residencias porque «aún tengo mucho que dar»Secciones
Servicios
Destacamos
Programa de personas mayores 'Ayuda y acompañamiento' ·
Hace casi 30 años que da catequesis a los jóvenes y acompaña a los mayores en residencias porque «aún tengo mucho que dar»Hace casi 30 años que María Jesús Abril (Viérnoles, Torrelavega, 1949) descubrió las bondades de ayudar a los demás. De manera discreta y con suma modestia, esta mujer de 78 años sigue dando lo mejor de sí misma a aquellos que lo pueden necesitar. Catequista, ... profesora de taichí, conversadora y acompañante de otras personas mayores, cuenta cómo «nosotros, los que ya hemos pasado la jubilación un trecho, tenemos mucho que ofrecer. Todavía valemos mucho para la sociedad». Sus semanas se organizan en torno a un calendario que llena con las actividades de voluntariado del Programa de Mayores de la Fundación 'la Caixa' y Cruz Roja.
–Usted comenzó a ayudar a los demás hace 28 años, dando catequesis y aún continua con esa labor.
–Un día se lo plantee a mi marido, aunque ninguno de los dos estábamos seguros de que me necesitaran. Sin embargo, el párroco de nuestra iglesia se alegró mucho y aquí sigo. Además de por ayudar a difundir la obra de Dios, es una labor que me gusta por lo que aprendo de los jóvenes. Cuando mis hijos eran adolescentes me sirvió para entender otros puntos de vista que, como madre, son más difíciles de ver. Y ahora, porque son pura energía.
–También acompaña a una señora mayor. ¿Cómo describe esa experiencia?
–Es algo especial. Hace seis años, desde Cruz Roja me dijeron que había una señora que estaba bastante sola, porque era viuda y sus hijos estaban fuera. Así empezó mi relación con ella. Tiene 87 años y, aunque está muy bien de la cabeza, gran parte de nuestra conversación se repite en cada visita. Le gusta hablar mucho de sus hijos. Es cierto que cuando acompañas a una persona mayor la paciencia debe de ser uno de tus dones, pero a mí me gusta mucho. Además, cuando nos conocimos, tanto ella como yo hacía poco que nuestros maridos habían muerto, y esa pena nos unió. Yo la quiero mucho. Durante el confinamiento la he estado llamado para que no piense que me he olvidado de ella, porque la pobre no entiende qué es lo que está pasando.
–Una parte de la que también disfruta mucho es cuando va a las residencias San José y Alborada a dar conversación a los mayores.
–Sí, hace seis años que, cada quince días, voy a ver a los residentes, junto a un grupo de personas. Esto está organizado por la Fundación 'la Caixa'. Charlamos con ellos y les damos vidilla. En cada visita David, el que nos coordina desde la Fundación, nos propone un tema para sacar de conversación. Un día hablamos de las fiestas de los pueblos, otro de canciones, de los juegos de cuando éramos pequeños... Así, cada día se abre un debate diferente. Aellos les viene muy bien, porque entrenan la memoria. Cada uno tiene su oportunidad de hablar de sus bonitos recuerdos y contar sus experiencias. Eso es algo que a todos nos gusta. Y la verdad es que se hace entretenido, porque también descubres cosas nuevas sobre tradiciones, geografía, cultura. Esta muy bien.
–El confinamiento terminó, temporalmente, con esas visitas, pero usted no se conformó y, desde su casa, sigue haciéndoles compañía.
–Nos los propuso nuestro coordinador. Había hablado con los directores de las residencias y convinieron que a todos nos vendría muy bien seguir en contacto durante esas semanas. Y así fue. Cada uno grabamos algo en nuestras casas y se lo hicimos llegar a David, que lo juntó todo en un dispositivo de memoria, que entregó a las residencias. Yo grabé una poesía que me gusta mucho, de una prima de mi marido, 'Madre, te pido perdón'. Otros, grabaron un cuento, les le leyeron una carta... Para la próxima ya tengo decidido leer otra poesía de la citada prima de mi marido, y les voy a cantar un 'Padre nuestro' tradicional cántabro. Nos ha venido bien a todos: a ellos, por romper la rutina, y a nosotros, por estar ocupados.
–También es profesora de taichí. Ahora que todo va mejor, ha tomado la iniciativa y da sus clases al aire libre.
–Soy profesora voluntaria desde hace diez años. Tengo artrosis y varias operaciones en mi cuerpo. Este tipo de ejercicio me viene muy bien para mitigar el dolor. Antes, recibía yo las clases, hasta que en el centro de mayores de El Zapatón me dijeron que faltaba una profesora y que si me animaba, y así empecé. Al final del confinamiento se me ocurrió que podíamos volver a dar las clases, pero al aire libre, ya que los centros de día no eran una opción. Así que me puse en contacto con el Ayuntamiento de Torrelavega para pedir los permisos. Estoy dando clases los martes y jueves en el parque Manuel Barquín a más de veinte personas. Con todas las medidas de seguridad: a dos metros de distancia cada uno y con mascarilla. Alguno me protesta, pero soy inflexible.
–Usted es un ejemplo de que los mayores tienen mucho que ofrecer. ¿Cree que la sociedad es consciente de ello?
–Hay de todo, pero yo creo que no muchas personas saben que la mayoría del voluntariado está formado por gente ya jubilada, muchos con grandes carreras profesionales a sus espaldas que tienen un gran conocimiento que compartir aún con la sociedad. Otros, ofrecemos compañía, haciendo que los mayores envejezcan con mayor dignidad y mejores condiciones. Yo sé que tengo aún mucho que dar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.