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Aunque ya habían llegado a Mallorca para disfrutar de unos días de vacaciones, su cabreo era monumental. Una reacción normal, teniendo en cuenta que para poder realizar el vuelo entre Santander y la capital isleña, de una hora y media de duración, tuvieron que aguardar 16 horas ... de incomodidad e incertidumbre en el aeropuerto Seve Ballesteros. A la falta de información se sumaron a lo largo de la jornada, que comenzó a las 9.05 horas, momento en que estaba programado el despegue, otros inconvenientes como la imposibilidad de plantear reclamaciones a Ryanair por la situación y el perjuicio provocado, los constantes cambios de versión ofrecidos por el personal de la aerolínea irlandesa o la entrega de dos vales de cuatro euros por persona para el desayuno y la comida.
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La santanderina Águeda Mateos, que viajaba con su hija Marina para pasar cuatro días en Mallorca, describe la «desesperación» que sufrieron los 184 pasajeros del vuelo. «Subimos al avión a primera hora y ya habían revisado hasta los cinturones cuando nos dijeron que había un fallo técnico y nos hicieron bajar», relata. Ahí comenzó la odisea del pasaje, cuyos miembros, explica Mateos, vieron cómo se fueron produciendo «constantes cambios de hora: primero nos dijeron que saldríamos a las 14.00, después a las 18.00...». El escenario que describe era de todo menos bonito: «Había gente con niños pequeños, otros viajeros que tenían enlaces o coches alquilados esperándoles...», explica para retratar el perjuicio que supuso el monumental retraso.
Águeda Mateos | Pasajera
Lo peor, sin embargo, estaba por llegar. «Entendemos que esas cosas pueden pasar, pero... ¿16 horas de retraso?», critica la cántabra. La situación derivó en que «muchos de los pasajeros pidieron las hojas de reclamaciones, a la espera de poder gestionar después las reclamaciones individuales para ver si nos ofrecen algún tipo de compensación», señala. Durante esas horas, destaca Mateos, «a cada pasajero que iba a preguntar se les decía una cosa distinta». Anuncios de nuevas horas que no llegaban a comunicarse, nuevos horarios en las pantallas que no coincidían con la información de la aplicación de la compañía... Un auténtico «caos».
Llegadas las 23.00 horas «llegó por fin el ingeniero encargado de revisar el avión, que por lo visto tenía algún tipo de fallo hidráulico». Como la torre de control del aeropuerto cierra a la 1.00 de la mañana, la compañía embarcó a los pasajeros pasada la medianoche «para ganar tiempo porque de lo contrario nos decían que no podríamos volar, pero subimos sin que la avería estuviese solucionada». Una tensa situación que generó muchos nervios entre el pasaje. Después de la larga espera, los ánimos de los pasajeros a la hora de embarcar no eran precisamente positivos. Tampoco contribuyó a ello el comentario de uno de los mecánicos. Águeda Mateos explica que se dirigió a un grupo de pasajeros diciendo que él «no se montaría en el avión que estaban reparando». Finalmente, sobre la 1.00 de la madrugada el aparato despegó. «Al final fue un vuelo tranquilo y conseguimos llegar, pero Ryanair tenía que haberlo gestionado de otra forma, poniendo otro avión por ejemplo», concluye Mateos.
Ryanair | Compañía aérea
Ryanair, por su parte, explicó el incidente en un breve comunicado: «El vuelo se retrasó antes del despegue debido a un pequeño problema técnico del avión». «La aeronave fue inspeccionada por los ingenieros de Ryanair, que dieron el visto bueno para que el avión volviera a estar en servicio. Los pasajeros afectados recibieron vales de refresco durante la espera», continuaron, para finalizar señalando que «Ryanair se disculpa con los pasajeros afectados por este retraso».
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