«Nuestra misión es ayudar a las personas, no somos un servicio con afán recaudatorio»

–¿Tan imprudentes somos para que el 112 reciba cientos de llamadas en un solo día?

–Hay que tener en cuenta que las llamadas son de la más diversa tipología: asistencias sanitarias, seguridad ciudadana, incidencias de tráfico y, también, por supuesto, requerimientos de rescate. No todas son para comunicar situaciones de emergencia. Esta es la faceta más conocida, pero también se hace una enorme labor de gestión, informativa y preventiva. Es cierto que hay una actividad muy intensa. Solo el pasado 28 de julio se recibieron 1.532 llamadas. ¿Qué si somos imprudentes? Lo que es cierto es que debemos interiorizar que el primer agente de emergencias es uno mismo.

–Hay ya especialistas que recomiendan 'educar' a lo ciudadanía en emergencias.

–Es fundamental adquirir unos conocimientos básicos de actuación ante los accidentes más cotidianos que pueden darse en el ámbito doméstico. De la primera pauta de actuación de cada persona puede depender el desenlace final de la emergencia y, en muchos casos, hay vidas en juego.

–¿Corre el Servicio de Emergencias de Cantabria el riesgo de colapsar? Antes del verano se realizaron desde el 112 llamamientos a la prudencia ante la previsión de un verano complicado.

–En el mes de abril hicimos un llamamiento a la prudencia en la línea de la importancia de la prevención que venimos comentando, ya que se dispararon las incidencias en los primeros días en los que la meteorología fue favorable. Pero la atención de emergencias no está en riesgo de colapso. Lo que sí puede darse son saturaciones puntuales con incidencias que coinciden en el tiempo, por ejemplo en caso de rescate. Lo que hacemos en estas circunstancias, como digo puntuales, es destinar a la atención de cada incidente los recursos más apropiados baremando gravedad, tiempo de respuesta, situación geográfica, hora y meteorología.

–¿Cuentan con los medios suficientes para solventar los problemas que se ocasionan en verano?

–Es un periodo en el que aumenta la demanda de los servicios de emergencia, pero el sistema de atención de nuestra Comunidad dispone de una estructura sólida y experimentada que da respuesta a cualquier tipo de incidencia que se produzca.

–¿Cómo son las relaciones con los servicios de emergencias del Gobierno central? ¿Influye el conflicto entre partidos?

–Extraordinarias, como no podía ser de otra manera. La política no puede afectar a la seguridad de los ciudadanos, todos debemos tener claro cuál es nuestro objetivo: servir a los ciudadanos;y quien no lo entienda así no debería ostentar ninguna responsabilidad política.

–La polémica de todos los años. ¿Hay que cobrar por los rescates?

–El servicio público está precisamente para eso, para prestar una serie de servicios a la ciudadanía sin procurar una rentabilidad económica; tan solo el mejorar el bienestar de la sociedad. Hay que tener en cuenta que los accidentes se producen y, cada vez más, porque también cada vez realizamos más deporte y actividades en espacios naturales en nuestro tiempo de ocio y, en estos casos, tenemos que prestar a los ciudadanos la atención que requieran al igual que lo hacemos en un accidente de tráfico, un incendio o una dolencia sanitaria.

–¿Cuándo sí y cuándo no?

–Está reglada la repercusión de tasas en caso de que los equipos técnicos detecten imprudencias establecidas en la norma. Por tanto, siempre que se acredite que hubo una negligencia grave y que no se han respetado las advertencias a la población que se hacen por diferentes organismos: avisos meteorológicos de temperaturas extremas, señalizaciones de prohibición de baño en playas, falta de equipamiento adecuado para realizar la actividad… Hay determinadas llamadas que nos requieren para socorrerles en una situación de peligro y nos preguntan si les vamos a cobrar el rescate. En estos casos nuestra actuación es siempre la misma: lo primero salvar su vida y después analizar si ha habido algún tipo de negligencia grave. No es un servicio con un afán recaudatorio, no nos dedicamos a eso, nuestra misión es ayudar a las personas.

–Pero no se ha cobrado ninguno hasta ahora.

–Sí, se ha cobrado uno y se han abierto expedientes informativos que no concluyeron de manera cierta que se produjese una negligencia. En la actualidad hay algún expediente en estudio, que arrojará resultado positivo o negativo en función de los análisis técnicos.

–¿Entiende que la sociedad demande 'mano dura' con aquellos que cometen imprudencias?

–Es totalmente lógico que ante determinadas situaciones la sociedad solicite que se actúe sobre los imprudentes, que mientras algunos son responsables y acatan las normas, otros se comporten de manera imprudente y pongan en peligro su propia vida y la de los demás. La mejor lectura que podemos sacar es que la sociedad en su gran mayoría es responsable y colaboradora.

–¿Cuál es el rescate que más cuesta gestionar?

–En el 112 generan mucha tensión los avisos de personas con problemas en el agua. Se movilizan todos los recursos posibles con la máxima celeridad, sabiendo que bien por hundimiento o por hipotermia una persona aguanta un tiempo muy limitado en el agua. En el caso opuesto tenemos los operativos de espeleosocorro, en los que las dificultades las presentan rescates muy dilatados en el tiempo, generalmente días, y la falta de comunicación con el interior de la cueva, que obliga a trabajar con varios grupos de rescatistas de manera simultánea.

–¿Y el que le ha creado mayor satisfacción?

–Todas las intervenciones en las que resultado final es el deseado, salvar la vida de las personas. En aquellos casos en los que no es así se puede tener un sentimiento de frustración, pero lo importante es que por parte de los profesionales del servicio en cada actuación hay un esfuerzo y entrega máximo independientemente de la tipología de la emergencia.

–¿Siguen produciéndose avisos falsos?

–No los denominaría falsos sino no deseados. La tecnología avanza y nos facilita establecer contacto con el 112 incluso sin marcar el número en el teclado, lo que es perfecto para poder atender cualquier tipo de circunstancia, aunque, en ocasiones, se remiten llamadas sin el concurso de una emergencia.