Cannabis, alcohol y cocaína. Las tres drogas más conocidas son también las más consumidas por los reclusos de El Dueso; pero ocurre que la proporción de adictos en la población reclusa dista mucho de la media social. De hecho es mucho más alta, hasta ... el punto de que el 50% de los nuevos internos declaró haber consumido drogas en el último mes antes de ingresar en prisión. Una cifra que sobrepasa con creces el 1% nacional habituado a la cocaína, o el 10% que fuma cannabis con frecuencia. Son todos datos recogidos en el informe publicado esta semana por la Consejería de Sanidad a petición del grupo parlamentario Vox, para justificar en la calle Alta la necesidad de vacunar de forma prioritaria a todo el personal del centro penitenciario en Santoña. Una medida que levantó bastante polvareda política cuando el pasado 14 de enero se anunció con éxito la inmunización de 585 personas entre presos y funcionarios.
«Si se produjera un brote en El Dueso, nosotros solos colapsamos las UCI», advirtió entonces el director del penal santoñés, Francisco Javier García. Sanidad lo detalla en este informe de dos páginas donde remarca la especial vulnerabilidad de este segmento de la población.
«La población penitenciaria presenta un perfil socio-sanitario diferente a la generalidad, porque proceden de grupos en situación de escasez de recursos económicos y de exclusión social, y eso les hace más vulnerables», aclara Miguel Mateo, subdirector General de ordenación, Farmacia e Inspección de la Consejería y uno de los firmantes del documento. «El consumo de drogas ilegales es claramente superior a la media de la población general. De cada 10 internos, 5 consumieron alguna droga en el último mes previo al ingreso». Algunas de ellas, como el cannabis, «siguen presentes en el interior del centro penitenciario, porque no es un lugar estanco y es muy difícil controlar que no entre nada», aclara Mateo.
También tienen mayor prevalencia de enfermedades infecciosas, «como un 4,5% de VIH respecto al 0,4% de la población general». Y en torno a un tercio han sido diagnosticados de uno o varios trastornos mentales, sobre todo ansiedad, afecciones relativas al estado de ánimo o episodios psicóticos. «Lo que creemos es que tenemos que aprovechar la oportunidad de la reclusión para trabajar con ellos en programas de prevención».
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