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Cuando Diego Movellán se refiere al nuevo presidente del Partido Popular no habla de oídas. Opina de un tipo al que conoció hace 12 años (el cántabro tenía 27 años y Pablo Casado sólo 25) y con el que, desde entonces, fue tejiendo una ... amistad basada en un fuerte interés común –la política– que, sin embargo, también la ha trascendido. Movellán estuvo en Elche en la boda de su amigo (en 2009, en basílica y con obispo) porque «enseguida se entendieron» el uno con el otro, cuenta alguien que conoce de cerca la historia. Hoy, Casado es el primer mandatario popular que no se ha elegido a dedo. Y Movellán está feliz: «Tenemos la ilusión desbordada. Él tenía muy claro el objetivo, ha sabido elegir su momento –que es fundamental– y ha tocado muy bien todas las teclas».
El economista de Camargo (Muriedas, 1979) no puede estar más «orgulloso» al ver que su compañero ha llegado a lo más alto. Casado será candidato a la presidencia del Gobierno de España en las próximas elecciones y, eso, para un político que ha convivido con él codo con codo, son palabras mayores. «Me identifico totalmente con él. Tiene ideología y, al tiempo, será un líder que sabrá conectar con todas las sensibilidades. Sabrá recoger todos los votos a la derecha del PSOE. Hasta la izquierda sabe que nosotros gestionamos mejor».
Relata Movellán que ambos encajaron «desde el principio, desde los tiempos en que yo presidía las Nuevas Generaciones (NN GG) del PP en Cantabria y él las de Madrid». En esos inicios, ambos compartieron la idea de «plantear una alternativa» a la dirección de las NN GG.
Tras aquellos primeros pasos, se fraguó un vínculo que se fue cimentando. Así que, cuando Casado dio el paso al frente, «yo no tuve ninguna duda de quién era mi candidato». Según cuenta, «Pablo consultó primero con su familia y luego nos lo dijo a un grupo de expresidentes de Nuevas Generaciones» (del País Vasco, Baleares, Extremadura, La Rioja, Aragón...). «Le animamos. Lo que hace un mes parecía una utopía hoy es una realidad... ¡Y hay que tener en cuenta que éramos los que éramos!». Cuando el ya presidente hizo campaña en Santander, el de Camargo fue su apoyo más visible.
Al cántabro le interesa resaltar «el cómo» ha llegado Casado a la cúspide de su partido. «En el Congreso nos hizo vibrar. Tenía claro cómo llegar al corazón de la gente. Pablo representa los principios y los valores de siempre del PP, pero mejor comunicados». No tiene duda, por tanto, ni de su valía ni de que saldrán de su entorno los mejores equipos.
Movellán forma parte de la dirección del PP cántabro, que oficialmente se mantenía neutral –aunque entre líneas se arrimara a las filas de Soraya Sáenz de Santamaría, en cuya candidatura tenía peso específico el santanderino Íñigo de la Serna–. El exalcalde de Camargo considera a De la Serna, por cierto, «un activo importantísimo» del PP. «Creo que su futuro dependerá un poco de él mismo», deja caer.
Sobre su propia proyección, Movellán hace gala de cautela. Estos días atrás, se daba por seguro que seguiría ligado a Camargo, donde esta legislatura no repitió en la Alcaldía por un solo concejal tras una anterior (2011-2015) de mayoría absoluta. «Mi prioridad es Camargo porque me tira mucho el municipio», reiteró ayer. Pero quién sabe.
Fuera del PP y fuera de Castro Urdiales, el domingo hubo una pregunta en los círculos periodísticos: ¿Quién es Ana Urrestarazu, la persona elegida por Pablo Casado para integrar la junta directiva nacional, el máximo órgano de dirección del partido entre congresos? Ella responde, casi de carrerilla: es una trabajadora del sector inmobiliario en Castro Urdiales, de 45 años, casada y con dos hijas, que está estudiando «sin prisa» –sólo por formarse– Ciencias Políticas en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia). Lleva 25 años afiliada a la organización, pero no tuvo un cargo público hasta 2011 cuando, como edil en el Ayuntamiento castreño, se hizo cargo de la Concejalía de Educación y Cultura. Desde enero de 2016 ejerce como portavoz de su grupo municipal y, desde el último congreso del PP –en el que apostó por María José Sáenz de Buruaga– ejerce en la dirección regional como coordinadora de Comunicación.
Ayer, todavía abrumada por la cantidad de felicitaciones que ha recibido en su ciudad, le costaba explicarse por qué se han fijado en ella. Conoció a Casado el día en que el todavía candidato vino a Santander a hacer campaña. Ya en el Congreso nacional, le insinuaron el viernes por la noche que valoraban su nombre para la junta. El sábado se confirmó. «Supongo que me escogieron porque el presidente sacó el 75% de los votos» en Castro y ella le había apoyado. También, «quizá, porque buscaban caras nuevas y gente que apuesta por la renovación del partido». Y seguro que se debió, porque así lo afirma Diego Movellán, «a que es una persona seria y muy curranta»–. Urrestarazu tuvo el respaldo de ambos, de Movellán y de la presidenta regional.
Una vez adscrita a la junta directiva nacional, que se reúne al menos una vez cada cuatro meses, le queda la responsabilidad «de representar lo mejor posible» los intereses de Cantabria «y los de Castro, porque es la primera vez que un castreño llega a un órgano de este nivel». Es consciente de que el desafío igual le resta horas de sueño, pero lo asume con «enorme ilusión».
«El PP sigue siendo el mismo, aunque hay momentos en que hay que saber venderse. El partido había sufrido un gran desgaste por haber gobernado durante la crisis y la corrupción nos pasó mucha factura. Había que despertar, dar un impulso. Llevábamos un tiempo cabizbajos y Casado el sábado nos hizo sentir orgullosos. Él tenía claro que había que cambiar y que entre todos tenemos que ilusionar a la gente».
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