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De todas las carreteras cántabras que dependen del Estado, hay dos que cargan con el lamentable récord de heridos y fallecidos en accidente. Son la N-611 (Santander-Palencia), a la altura de Barreda, en Torrelavega, y la N-621 (Unquera-León), en un tramo ... amplio del puerto de San Glorio. Según el estudio publicado recientemente por el colectivo Automovilistas Europeos Asociados (AEA), que hace balance del último quinquenio (2015-2019), la primera acumuló hasta trece heridos o fallecidos; y en el caso de la segunda fueron siete. Cifras muy alejadas de la media en la región para este tipo de vías convencionales.
«No quiere decir que estas carreteras sean las más peligrosas, porque en realidad esto es una proporción que depende de la densidad de tráfico que soportan», informa Mario Arnaldo, portavoz de la asociación que publica el estudio. «Lo que ocurre es que en estos casos sí que es cierto que es un trazado que acumula en ese punto muchos accidentes». Desde el colectivo achacan este problema a las peores condiciones de seguridad que tienen estas carreteras.
«Evidentemente no son autovías ni autopistas. En las vías convencionales es más fácil que un despiste tenga consecuencias funestas», remarca Arnaldo. Por eso solicita mayor esfuerzo por parte de las administraciones «Para mantener estos viales en el mejor estado posible. Es preciso que estén bien asfaltados, bien señalizados, etc».
El informe destaca también otros dos puntos 'negros' de esta red de carreteras estatales. La N-623 (Santander-Burgos), en el tramo que transcurre entre San Miguel de Luena y Billacín. Allí hubo entre 2015 y 2019 hasta ocho víctimas de accidente que quedaron gravemente heridas o perdieron la vida. Y la N-634 (Santiago de Compostela- San Sebastián), en el entorno de Sierrapando, sumó diez víctimas en ese quinquenio. «La principal causa de los siniestros es la colisión frontal en adelantamientos fruto de una distracción que puede venir del mero despiste, pero también del exceso de velocidad o del consumo de alcohol y otras sustancias», detalla Arnaldo.
Pero lejos de disparar las alarmas, el estudio debe también verse con perspectiva. Es lo que defiende el director general de la Dirección General de Tráfico (DGT) en Cantabria, José Miguel Tolosa: «Si analizamos con detenimiento el estudio, dice que de los 100 puntos más peligrosos de España, sólo hay tres en Cantabria. Y además, en estos cinco últimos años, esos puntos kilométricos sumaron cuatro víctimas. No es que podamos estar orgullosos de ninguna cifra porque el único número que nos haría sentir bien sería el de cero víctimas; pero quiero decir que no podemos decir que sea nada especialmente reseñable si se tiene en cuenta que la carretera, irremediablemente, es un lugar que siempre entraña riesgos».
Tolosa incluso elogia los trazados cántabros. «Creo que en esta comunidad podemos presumir de tener una muy buena red estatal. Y de hecho lo reflejan estos datos de siniestralidad, que están bastante por debajo de lo que es la media nacional».
Desgraciadamente, el mayor problema de siniestralidad está encontrándose más en los centros urbanos. Porque según otro estudio publicado hace unos días por la Asociación de Empresas de Formación en Seguridad Vial (Formaster), el 11,7% de los accidentes con víctimas en Cantabria sucede en una glorieta. «Son entornos que facilitan mucho más el despiste, y pese a que las velocidades suelen ser inferiores a las de una carretera convencional o autovía, suelen tener peor desenlace para quienes los sufren». Curiosamente, las glorietas con mayor siniestralidad en Cantabria se ubican en la N-634, la N-611 y la N-623.
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