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El Gobierno de Cantabria pone ahora sobre la mesa la necesidad de plantear medidas para «proteger a los habitantes» de los pueblos de los posibles ataques del lobo, ya que a su juicio, la presencia de estos carnívoros puede suponer «riesgos para la población local» ... en zonas rurales. Es una de las claves recogidas en la carta remitida a la Comisión Europea dentro del largo debate para rebajar la protección integral que ahora recibe esta especie incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre).
Entre esas páginas y páginas con censos de la especie en Cantabria, porcentajes de aumento de ataques y cifras para cuantificar las pérdidas económicas de los ganaderos, surge la pregunta de si realmente existe el riesgo de que un lobo ataque a una persona. Para responder a esta cuestión, El Diario Montañés ha consultado a tres expertos relacionados con el mundo de la naturaleza y, también, a tres alcaldes de municipios en los que el lobo tiene una especial incidencia.
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En el lado de los naturalistas, todos coinciden en la misma idea: no es posible y «no hay precedentes en Europa» en el último siglo de ataques de lobos a humanos. De hecho, van más allá y todos señalan en que es más probable un ataque por parte de otros animales domésticos más presentes en nuestro día a día. Ignacio Martínez, directivo de Ascel (Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico) lo ejemplifica con el animal de compañía por antonomasia: «Todos los años vemos noticias de perros que han matado a una persona en España. Ellos han matado, pero los lobos no. Precisamente son los perros de los que se quejan del lobo los que suponen un peligro, muchas veces sueltos en los pueblos sin las medidas de higiene y cuidado básicas cubiertas», cuenta al otro lado del teléfono, a la vez que critica que a una persona que insinúa que estos mamíferos pueden entrañar algún tipo de peligro para los humanos «le falta conocimiento, seriedad y sentido común».
Martínez también pone como ejemplo las dificultades de los científicos para acercarse a estos animales. «Ya está bien de decir sandeces y estupideces para alarmar a la población, no estamos en el cuento de Caperucita Roja», asegura. «Lo digo bien claro, cuando el lobo acude al ganado doméstico, la culpa la tiene la gente que no cuida a sus animales: si está en condiciones no hay daños, no se puede tener una oveja como si fuera un cortacésped suelta en el jardín y luego meter miedo a la población con que hay riesgo de que ataque a una persona», añade.
Alberto Domínguez, biólogo cántabro especialista en ecología terrestre, hace una analogía con los osos para desgranar que «ese comportamiento violento no está en la biología» de los lobos: «A lo mejor en los osos sí que es algo más probable que ataquen como especie, ya vemos de vez en cuando que incluso han matado a una persona cuando se sienten amenazados, pero en el caso de los lobos es un riesgo ficticio, fantasma». Hace hincapié también en que no es que «el riesgo sea escaso, es que no existe» y atribuye este tipo de «ideas políticas» a «un conflicto económico». Aclara Domínguez además que la «extensión del campo hacia los pueblos» está detrás de ese acercamiento de los lobos a los espacios rurales con fronteras cada vez más difusas entre la vida salvaje y humana: «La vegetación se esparce y, con ella, las especies animales, es un proceso natural y vamos por el buen camino, pero eso no significa que por estar más cerca vayan a atacar a una persona, no hay precedentes».
«Basta de crear alarmismo, esto no es el cuento de Caperucita Roja. Ya está bien de sandeces»
«No es que el riesgo sea escaso, es que no existe; es un riesgo ficticio, fantasma»
«No ha habido un enfrentamiento con humanos en el último siglo en toda Europa»
Theo Oberhuber, portavoz de conservación de Ecologistas en Acción, regresa en su discurso una y otra vez sobre la misma idea: «No hay registro ni datos recientes de ataques ni en España ni en toda Europa en el último siglo». Y lanza una pregunta retórica: «¿Que algo no haya pasado nunca es ya bastante indicativo de que no es tan probable, no? Enumera atropellos y contaminación atmosférica como ejemplos de problemas «reales» por los que los «políticos deberían preocuparse más» en estos núcleos de población y remarca que los lobos identifican al ser humano como «un peligro». «Si se diese un encuentro con una persona, el que tendría más miedo sería el animal, saldría huyendo porque nos identifican como un enemigo, por tamaño y, sobre todo, en cuanto ven que tenemos dos piernas, no nos parecemos a ninguna de sus presas», explica Oberhuber, quien coincide con Domínguez en que el lobo «no tiene una naturaleza violenta».
En el otro lado de la balanza, y con una opinión muy diferente, están los alcaldes. Jaime Díaz es el regidor de Ruente y explica que su municipio es uno de los que ha remitido información y fotografías para demostrar «ataques en núcleos urbanos de Ruente, Ucieda y Barcenillas». Califica de «miedo», aunque después matiza como «inquietud», el sentimiento general de los vecinos por la presencia de lobos en los pueblos y la posibilidad de ataques a humanos: «Son poblaciones envejecidas y sí que hay muchas conversaciones sobre qué hacer si sale un lobo mientras paseamos por los entornos naturales que tenemos. Son animales salvajes y nunca sabes cómo van a actuar, como los perros, al final son de la misma familia», argumenta Díaz al tiempo que matiza que «lo que sí se teme es a un ataque a las mascotas de los vecinos».
La alcaldesa de Los Tojos, Belén Ceballos, asegura que «nuestra comarca está en riesgo y somos los que más cerca tenemos al lobo de toda Cantabria», a la vez que afirma que «en Los Tojos vemos al lobo cada día y tenemos que guardar hasta a los perros». De hecho, revela, «un vecino de Saja que tiene su estabulación a 600 metros del pueblo dice que el lobo tiene aterrorizados a sus perros». «Aquí notamos al lobo demasiado cerca y los vecinos empezamos a tener miedo», insiste.
«Somos poblaciones envejecidas y sí que hay conversaciones sobrequé hacer si sale un lobo»
«Aquí notamos al lobo demasiado cerca y los vecinos empezamosa tener miedo»
«Los lobos han perdidoel miedo a la presencia de los vecinos y cada vez se acercan más a los pueblos»
Enrique Sabaris, alcalde de Pesaguero, uno de los municipios donde la presencia del lobo es continua, reconoce que «ahora está el ganado en las cuadras y por eso casi no se producen daños, pero la presencia de lobos es cada vez mayor en nuestro municipio, y están matando mucha fauna silvestre, sobre todo jabalíes. Sin ir más lejos, hace unos días en una batida vieron los restos de dos jabalíes comidos por los lobos». A su juicio, los cánidos salvajes «han perdido el miedo a la presencia de los vecinos y cada vez se están acercando más a los pueblos: se han avistado cinco ejemplares entre Vendejo y Caloca y las zonas altas, como Sierras Albas, están llenas de rastros. Incluso, yo mismo he visto a un lobo acostado en un prado a las dos de la tarde, entre Pesaguero y Obargo, sin inmutarse de mi presencia».
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