![Los negocios del aeropuerto ven «algo de luz» con la vuelta de los acompañantes](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202110/14/media/cortadas/aeropuerto1-k4yG-U150825557694cxC-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
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La programación del Seve Ballesteros incluía ayer 22 vuelos comerciales (once salidas y otras tantas llegadas). A una media de 130 pasajeros en cada avión salen 2.860 viajeros moviéndose por el aeropuerto. Si, pongamos, la mitad acude a la terminal con un acompañante (o ... hay una persona esperando al que llega de su viaje) hay que sumar otras 1.430 personas. Esa última cifra de potenciales clientes es la que han perdido los negocios que operan allí estos últimos meses. Y así seguirá hasta mañana. Porque el Gobierno ha anunciado que este viernes el acceso a los aeropuertos volverá a estar permitido a los acompañantes. «Ha sido un desastre», dice Francisco Molleda, de 'Come & Fly', la tienda del aeropuerto.
Diez y media. Los vuelos a Madrid y Barcelona del miércoles ya han salido y hasta la tarde no hay más despegues previstos (Roma, Londres, Marrakech...). «Acceso permitido sólo a pasajeros, acompañantes de menores y trabajadores del aeropuerto», dicen por megafonía. No hay problema porque no hay un alma. Al rato, dos viajeros despistados pasan por delante de la cafetería que hay al fondo. A día de hoy está cerrada –en temporada alta, antes de la pandemia, han llegado a trabajar allí hasta 18 personas contando todos los turnos–. En la zona abierta –en la restringida, una vez pasado el control de seguridad, sí hay una cafetería abierta y también la tienda del 'Duty Free'–, sólo el establecimiento de Molleda levanta la persiana, más allá de las oficinas de alquiler de vehículos del otro extremo.
«Para los que estamos en este lado, el de tierra, ha sido desesperante. Yo tengo calculado que la presencia de acompañantes supone en torno al 15% de la facturación total del negocio y no poder atender a esta gente ha sido un desastre». Por lo que supone para la caja y por lo que se viene arrastrando en el último año y medio. Una hilera de calamidades. De entrada, una caída de pasajeros que aún hoy viene a ser en lo que va de año de un 50% respecto a 2019 (2020 fue la ruina) y a eso se suman los tres meses que estuvieron cerrados y los muchos más en los que apenas tenían actividad (ajustaban sus horarios a los pocos vuelos que operaban). «Desde octubre del año pasado hasta Semana Santa sólo había dos aviones a Madrid. Veníamos a atender esos dos vuelos porque tenemos un contrato y queríamos dar un servicio, pero levantar la persiana nos costaba dinero. Hemos perdido mucho. El colchón de tesorería que hicimos en cuatro años y medio se ha esfumado estos meses». Y tanto. Una caída de más del 80% de la facturación en 2020 y en torno al «50 o 60%» este año.
Molleda tiene dos empleadas y el ERTE ha estado muy presente. Sigue estando. «La situación ahora ha mejorado, pero no es suficiente para mantener la explotación y tener a dos personas. He podido recuperar a una de las chicas, pero a la segunda durante este invierno todavía no voy a poder», explica.
La vuelta de los acompañantes supone «ver algo de luz», aunque, según sus cálculos, para que la tienda pueda sobrevivir el Seve debe volver a manejar esa cifra del millón de pasajeros: en 2019, el mejor año de su historia, fueron casi 1.200.000 y el Ministerio de Transportes estima que hasta 2026 no se recuperará ese volumen de trabajo.
«¿Tenéis café aquí?», pregunta una de las pocas personas que asoma la cabeza en una terminal que a esa hora sigue desierta. «Desde el año pasado –explica Molleda– ya podemos vender bocadillos y café. Eso nos supuso un pequeño extra».
Que el aeropuerto recupera buena parte de su actividad lo dicen los datos. Que está aún lejos de la que tenía en 2019 (antes de la pandemia), también. El balance de septiembre lo deja claro. Por las terminales del Seve Ballesteros pasaron 75.515 viajeros. Eso supone una subida de más del 160% respecto al desangelado 2020. Pero se queda a casi un 30% del resultado del mismo mes hace ahora dos años (2019 supuso el récord histórico). La mejor noticia es que el número de operaciones sí que se va acercando a los números previos al covid. La caída, en este apartado, fue sólo del 4,3% (y con respecto a 2020 las operaciones crecieron por encima del 45%).
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