![«Los niños te obligan a ver de otra forma lo que a ti te ha parecido la hecatombe»](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201901/27/media/cortadas/recreacion%20(1)-ktIF--624x385@Diario%20Montanes.jpg)
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En la lancha neumática de la Cruz Roja viajaron Eva García y sus tres hijos: Lucía (8 años), Jorge (7) y Paula (5). La madrileña Eva y su esposo granadino César Rosales se habían pasado toda la noche del miércoles oyendo caer agua y temiendo ... lo peor hasta que la luz del día se lo confirmó: los alrededores de su casa en Villanueva de la Peña (Mazcuerras) se habían convertido en un lago, así que llamaron al 112 y especialistas de la entidad se presentaron para sacarlos de la vivienda «enseguida, en seis u ocho minutos, porque ya estaban por la zona». García confiesa que tenía un nudo en la garganta y ganas de llorar, pero que los niños «te obligan a verlo todo de otra forma. Aunque a ti te parezca una hecatombe, para ellos es una experiencia nueva y entonces haces un esfuerzo por quitarle importancia».
Cuenta la madre del trío que los pequeños apenas pasaron miedo en ningún momento y que no han tenido ni medio agobio material. «Ni lo han pensado. Para ellos lo económico no tiene sentido. Sólo Lucía ha dicho que esta casa le gusta mucho y que quiere seguir viviendo en ella. Al final, como estamos todos bien, sigues para adelante». Incluso aunque ella haya perdido con la inundación todos sus zapatos. «Ya me los compraré nuevos. Debe ser que era el momento de renovarlos», se ríe García.
Han pasado más de 48 horas de esa imagen en la que se les ve a los cuatro acompañados por los rescatadores (su marido se quedó un rato más en casa, organizando, y salió un poco más tarde) que a los niños les ha servido para pensar que «se han hecho famosos». De la zodiac se fueron a una casa «tan acogedora como la nuestra (la de mis padres) y ellos no han notado nada más. No han sufrido nada», relata. Ella y su marido ahora están yendo y viniendo a la vivienda para recoger, limpiar, hacer balance de las pérdidas y gestionar el desastre con el seguro. Porque las aguas anegaron el garaje, donde quedó todo inservible (patines, las cosas de esquiar, etc.) además de la caldera, lo que supone que tienen que continuar viviendo fuera. «Con esto te das cuenta, sin embargo, de que es todo material. A veces cuando ves estos sucesos por la televisión te preguntas ¿y yo qué salvaría? Pues es una tontería pensarlo. A la hora de la verdad no te llevas nada porque «es imposible recoger una casa en un momento de emergencia».
Aunque es cierto que en la tarde-noche del miércoles, la pareja se afanó en subir al piso de arriba de su vivienda todo lo que pudieron, en previsión de que el agua entrara en la planta baja, como finalmente ocurrió, dejando tocados todos los electrodomésticos o los muebles del salón que no pudieron mover. «En un primer momento, pusimos todo encima de todo: álbumes, libros... Pero es una impotencia tremenda. Ves cómo sube la riada y piensas 'que sea lo que Dios quiera'. Hay muchas cosas peores que ésta».
Lo dice a pesar de que ahora está en el paro «y no tenemos tanto para adelantar lo que hemos perdido. Por ejemplo, las puertas no las podremos cambiar hasta que no nos lo apruebe el seguro. Aunque no estamos lamentándonos. Lo único que queremos es recuperar lo antes posible la normalidad».
Para volver a ella, tienen la ayuda de mucha gente. «Te das cuenta de que responden. Nos están apoyando hasta padres de amigos de los niños». También el alcalde de Mazcuerras, Francisco Javier Camino, se ha interesado. «Estuvo toda la noche del miércoles pendiente y en todo momento ha preguntado qué necesitamos». Pese a la colaboración, Eva García es consciente de que «esto va para largo». Los vecinos detallan ahora que el área en la que se ubica su urbanización (Fuente del Ojo), a dos o tres minutos del Saja y cerca de la carretera, era un área inundable hace 60 o 70 años. «Pero no se puede vivir con miedo». Menos, cuando Lucía, Jorge y Paula «están contentos» y a salvo.
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