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«Pues ahora, ya pasado todo, nos estamos riendo con la fotografía del periódico, que es para enmarcar. Mi hermana María Luisa iba un poco más angustiada, porque está delicada. Pero en el momento era como estar dentro una película, entre la Policía, los bomberos, ... los concejales, la Guardia Civil... Y con tanta expectación. Nos hemos convertido en famosos por un día. ¡No le digo más que me han llamado un montón de amigos de casi toda España! Hasta unos de Valencia con los que hacía unos 20 años que no hablaba. Si es que ha sido hasta emocionante...».
Al otro lado del teléfono, desde los conocidos como 'chalets Tortuga' de Torrelavega (nombre que deben a una inundación de hace muchos años) un risueño Juan Luis Monje lo cuenta todo del tirón. Al borde de los 80 años, este ingeniero técnico de minas jubilado se ha tomado el susto del jueves como «una anécdota. Yo soy muy bromista y, cuando la gente empezó a ver mi foto o algunas imágenes, se pensaba que era un montaje mío. Hemos salido en Antena 3, en la 1»...
Monje reconoce que las primeras horas del incidente fueron algo abrumadoras, «por la incertidumbre. A mi hermana le dio un poco de ansiedad. Es que veías que el agua iba subiendo y subiendo y te preguntabas si nunca iba a parar. En esta zona no era como un torrente, como en otras partes, aquí era más bien una piscina».
Desde que les comunicaron a las 15.00 horas que les iban a evacuar un par de horas más tarde y que preparasen todo lo que querían llevar consigo no les quedó más que relajarse. «Te dices: no voy a desmontar la casa en dos horas». Así que comieron lo que había previsto (sopa y pollo rebozado) calentándolo con un camping gas que compraron hace tiempo por si en algún momento se quedaban sin luz y metieron en una «maletuca» lo justo para pasar fuera un par de días, las cartillas de ahorro y las tarjetas de crédito. «A María Luisa la acogió una gran amiga y, a mí, otra amistad. Se han volcado».
Aún están los dos a refugio en sendas casas porque en la suya la caldera no funciona y no hay ni calefacción ni agua caliente, «además de que se nota un fuerte olor a combustible».
Ayer Juan Luis posó con uno de sus rescatadores, Ismael, un policía local cuyos padres son vecinos de los Monje. El agente no trabajaba el jueves, pero en cuanto fue consciente de la dimensión de la riada a primeras horas de la mañana, se lanzó al barrio de su infancia a sacar a todo el mundo. «La gente estuvo muy tranquila, la verdad». Pedro y Raquel aportaron una barca que había en su casa con la que se dieron ocho viajes. No acabaron hasta las 19.00 horas.
El policía local lamenta ahora el estado en que ha quedado la vivienda de sus padres, «que han perdido un montón de cosas porque tenían el sótano muy acondicionado y la chapuza es muy grande».
Ayer mismo, un ingeniero se pasó a supervisar el estado de la cimentación. «Ha dicho que no hay riesgo, pero que la casa se ha abierto por dentro y vamos a encargar un informe para poder reclamar».
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