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C. DE LA PEÑA
Santander
Jueves, 20 de junio 2019, 07:12
El cuento de los hermanos Grimm 'El flautista de Hamelín' servía al sociólogo cántabro Juan Carlos Zubieta para alertar sin tapujos sobre las graves consecuencias del llamado 'invierno demográfico'. «La imagen de un pueblo donde desaparecen todos los niños es terrible. Pues bien, ... eso está ocurriendo en muchas localidades de nuestro país sin la intervención de un flautista resentido», advertía el catedrático mientras urgía políticas nacionales y regionales para revertir la tendencia. Un año después, el declive demográfico continúa en caída libre. En 2018, Cantabria siguió perdiendo población debido a la reducción del número de nacimientos, que ha descendido un 7,49% respecto a 2017. Prosigue así la tendencia a la baja de la última década, que acumula un descenso continuado del 35,3%, según los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), un porcentaje muy superior a la media nacional, que se sitúa cerca del 30%.
La encuesta sobre Movimiento Natural de la Población refleja que en 2018 nacieron en Cantabria 3.805 niños (308 menos que en 2017), la cifra más baja en los últimos 24 años, y murieron 6.093 personas (un 2,27% más que el año anterior), la cifra más alta desde 1941, cuando el INE comenzó esta estadística, lo que supone que la región pierde población por octavo año consecutivo. En términos porcentuales, los nacimientos pasaron de caer un 3,09% en 2017 a un 7,4% el año pasado.
Así, la pirámide poblacional se estrecha en la base y se ensancha en la parte superior. Cada vez hay menos niños y más ancianos. Los datos publicados ayer, que son provisionales, confirman la tendencia: el crecimiento vegetativo es negativo por octavo año consecutivo. Es decir, hay menos nacimientos que defunciones. En 2018, el saldo fue de 2.288 personas menos, la más alta de las negativas desde que el INE tiene registros. Esta circunstancia solo se amortigua gracias a la inmigración. De los 3.805 nacidos en la región, 448 (un 3,7%) eran hijos de madre extranjera. Eso ha hecho que el peso relativo de los bebés de madre extranjera en Cantabria aumente, pasando del 10,5% en 2017 al 11,77% el año pasado.
La esperanza de vida de la comunidad autónoma se sitúa en 83,3 años (83,1, la del conjunto del país) y también es una de las regiones con menor tasa de fecundidad. Las mujeres en Cantabria tuvieron de media 1,12 hijos en 2018, una cifra por debajo de la media nacional (1,25 hijos). Además se retrasa la edad en que las mujeres son madres, razón por la que la demanda de tratamientos de fertilidad no para de crecer. Que el número de nacimientos disminuya tiene que ver con esta circunstancia, pero también con la reducción del número de mujeres en edad de ser madres, según apunta el propio INE. Cantabria es la región con mayor porcentaje de mujeres mayores de 40 años sin hijos, un 28,6%, casi diez puntos más que la media nacional. La situación no varía según disminuye la franja de edad. Tampoco tienen hijos tres de cada diez cántabras que están entre 35 y 39 años, y seis de cada diez de las que se sitúan entre 30 y 34 años. Con menos de 30 años, sólo un 14,1% de mujeres ha tenido descendencia. La tasa bruta de natalidad, que son los nacidos por cada 1.000 habitantes, se situó en 6,55%, la cuarta más baja de España, por encima de Asturias, Castilla y León y Galicia, e inferior a la media nacional (7,86%).
Por contra, la tasa bruta de mortalidad, es decir las defunciones por cada 1.000 habitantes, se sitúa en Cantabria en el 10,49%, la sexta más alta de España y superior a la media nacional de 9,07%.
Los datos estadísticos cada vez hacen más plausible la alerta lanzada por el Instituto Cántabro de Estadística (Icane) sobre el peligro de la pérdida de población y las consecuencias socioeconómicas que tendrá en el desarrollo de la región. En su último informe, publicado el año pasado, el organismo público estimaba que la comunidad autónoma perderá en los próximos tres lustros más de 15.000 censados.
Los datos sobre el Movimiento Natural de la Población reflejan también una caída moderada en el número de matrimonios. En 2018 se celebraron 2.099 nuevos matrimonios, un 0,76% menos que los registrados el año anterior, en tanto que a nivel nacional se redujeron un 4,68%. Por celebraciones, el número de matrimonios civiles continúa siendo superior al de religiosos. El 74,65% de las uniones (1.567) fueron civiles. Por el rito católico se celebraron tan solo 416 enlaces, que representan el 19,82% del total, y un 5,53% de uniones se realizaron según otra religión o no consta. A lo largo de 2018, se observa una marcada estacionalidad en la celebración de matrimonios, agrupándose el mayor número en la época estival (el 54%), destacando especialmente este año el mes de septiembre.
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