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Las listas de espera son la china en el zapato de todo gestor sanitario, pero para el Servicio Cántabro de Salud (SCS) se han convertido en una losa monumental. El plan de choque recién presentado, que va a inyectar hasta 65 millones en tres ... años, trata de enmendar los peores registros de la serie histórica, que al cierre de año situaba en 18.505 los pacientes pendientes de pasar por quirófano, en 38.711 los que aguardaban una primera consulta con el especialista -y eso que los nuevos criterios aplicados en el último recuento redujeron de un plumazo el 37% del balance publicado en junio- y en 35.418 los que esperaban su turno para una prueba diagnóstica. Unos números que reflejan el atasco de la sanidad pública, pero que a la vez tapan el volumen de actividad que hay por detrás.
Y ahí va un ejemplo. La foto fija de diciembre recoge el número de pacientes a la espera de una cirugía, pero en esa lista entraron a lo largo de 2023 un total de 36.606 personas y salieron (ya operados) 29.678. También habrá, y eso hay que apuntarlo, quien vio pasar todos los meses del calendario sin moverse, teniendo en cuenta que hay más de 1.500 casos con una demora superior al año (no se especifica cuánto de superior); y quien rechazó su derivación a un centro concertado (otros 1.152). Pero todas estas cifras, que Sanidad esta vez no ha desglosado por hospitales ni por especialidades «porque aún se están analizando», no incluye las intervenciones de urgencia ni las indemorables, que se cuentan por otra vía.
29.678 operaciones programadas se realizaron en 2023 (salidas de la lista), sin contar las urgentes.
3.000 consultas externas se atienden cada día en los hospitales, entre primeras y sucesivas.
210.895 pacientes fueron atendidos en una primera consulta el año pasado, según datos del SCS.
1.152 personas rechazaron en 2023 ser derivados a un centro concertado para su operación.
Entre unas y otras, el balance de la actividad quirúrgica del SCS se eleva a unas 35.000 operaciones anuales, a una media de casi un centenar cada día, repartidas entre Valdecilla (incluido el Hospital de Liencres, sede de Oftalmología), Sierrallana-Tres Mares y Laredo, e incluidas las derivaciones a centros concertados, con Santa Clotilde como destino principal. Así las cosas, el reto que plantea el plan de choque es aumentar las cirugías programadas para que a las casi 30.000 salidas anuales de la lista de espera se añadan otras 8.000 más cada ejercicio -en total, 24.100 operaciones adicionales entre 2024 y 2026-, a cargo de las peonadas (horas extras por las tardes), de los conciertos y de la mejora del rendimiento quirúrgico durante la jornada ordinaria (en horario de mañana), lo cual se premiará con incentivos. «Porque no se van a escatimar recursos para que los cántabros reciban la atención sanitaria que merecen y necesitan», en palabras de la presidenta del Gobierno, María José Sáenz de Buruaga, sabedora de que precisa la «implicación» de los profesionales para cumplir su compromiso de llegar al final de la legislatura con la garantía de que «ningún cántabro tenga que esperar más de 90 días para ser intervenido».
La misma estrategia (mayor actividad) se seguirá para desatascar la demanda acumulada para primeras consultas con los especialistas y el embudo en pruebas diagnósticas, especialmente para resonancias magnéticas, que es la estrella en volantes y en tasa de demora. En este caso, el informe de cierre de año cifra en 210.895 las personas que sí pasaron por la consulta del especialista al que habían sido derivados para determinar su diagnóstico y posterior tratamiento.
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No obstante, el registro de entradas en la lista a lo largo de 2023 ascendió a 315.022, aunque es cierto que el sistema de gestión actual -una de las herramientas que Sanidad quiere actualizar para mejorar el seguimiento- no discrimina el volumen de salidas motivadas por cancelaciones o aplazamientos, con lo cual puede haber casos citados más de una vez y contabilizados como entradas nuevas. De cualquier forma, esa parte de la actividad se refiere únicamente a consultas iniciales. Pero si se tienen en cuenta también todas las sucesivas y las revisiones, se calcula que el volumen que soportan los hospitales del SCS ronda el millón al año. Lo cual implica que cada día el tráfico de personas que acude a consultas a los centros sanitarios -sin contar los que van a la red de Atención Primaria- ronda las 3.000.
También ahí el plan contempla multiplicar las peonadas y, sobre todo, optimizar las jornadas matinales para atender 20.000 primeras consultas más anuales (hasta llegar a 61.000 adicionales en estos tres años). El objetivo es doble, como en la lista quirúrgica: reducir el número de pacientes en cola y la demora hasta que les llega su turno, que en el caso de consultas está en los 90 días de media. Si el cálculo que hacen los gestores de Sanidad funciona como sus hojas de excel, en 2024 debería bajar a 70, al año siguiente a 50 y para 2026 a 40 días.
Y la tercera pata del plan se refiere a las pruebas diagnósticas. Con 35.418 por hacer al agotarse diciembre, lo que reflejan los informes que el SCS proporciona en su web es que se tramitaron en 2023 hasta 715.043 volantes (son las entradas en el registro de listas de espera), de los cuales 589.643 constan como 'pacientes atendidos', aunque el conjunto de salidas asciende a casi 700.000. No hay forma de descifrar, sin explicación expresa de los expertos en gestión, dónde están los que han salido de la lista sin hacerse la prueba o cuántos se sometieron a más de una.
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