![La odisea del retorno a Kiev del primer niño cántabro-ucraniano](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202207/26/media/cortadas/75216067-kYPF-U170821244060Ik-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
![La odisea del retorno a Kiev del primer niño cántabro-ucraniano](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202207/26/media/cortadas/75216067-kYPF-U170821244060Ik-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
A quien lea habitualmente El Diario Montañés le sonará su nombre: Yuliia Omelyanenko. Primero fue protagonista junto a su hijo Emilio, por ser el primer bebé ucraniano que nació en Cantabria. Y después, por su testimonio sobre su deseo de regresar a Ucrania ... para poder reencontrarse con su marido y su hijo mayor, ambos luchando en el frente. Cinco meses después lo ha conseguido. Pero en este tiempo ha tenido que afrontar la muerte de su pareja: «Siempre tuve la esperanza de que Alexei conociese a nuestro hijo. Esta es la prueba más dura a la que me he tenido que enfrentar».
El pasado jueves, Yuliia y dos de sus tres hijos -Volodymyr, de seis años, y Emilio, de dos meses- madrugaron más de lo normal. Querían intentar, por tercera vez, cruzar la frontera entre Ucrania y Polonia. Se marcharon con lo puesto. Con la esperanza de conseguirlo «de una vez por todas». Y lo lograron. «Por fin hemos sido liberados», dijo Yuliia al conseguirlo. Andando y con «mucho miedo» llegó a su casa después de seis meses viviendo en Cantabria. «Se me saltaban las lágrimas. No sé lo que ocurrirá en el futuro. Pero esta sensación no la puedo explicar con palabras», cuenta emocionada. «Estaba todo intacto. Incluso seguía oliendo igual que antes. Fue una sensación agridulce porque todo me recuerda a él», dice en referencia al fallecimiento de Alexei, su pareja.
«¿Por qué regresas?». Esa es la pregunta que, constantemente, le hacían el resto de refugiados que se quedaron en Cantabria y con los que convivía. A lo que ella siempre respondía lo mismo: «Mi marido y mi hijo mayor están en la guerra. Siento que debo estar allí con ellos. Apoyándoles. De hecho, Biktop, mi hijo, el mayor, me lo decía cada vez que hablábamos». Reconoce que era muy angustioso recibir esos mensajes cada día. Así que, sin pensarlo dos veces, volvió a andar todo lo recorrido con un objetivo en mente: «Que Alexei y Biktop puedan conocer a Emilio». Primera parada del viaje, Madrid. «Tenía que ir al Consulado de Ucrania y obtener unos papeles para poder volver a mi país. No tenía dinero para el trayecto y unas chicas ucranianas que viven en Cantabria me ayudaron. Les estaré agradecida toda mi vida».
Y comenzó su periplo. Se montó en un autobús y tardó 44 horas en llegar a Polonia. «Llegué a la frontera entre Ucrania y Polonia y me dejaron a las doce de la noche con mis hijos en la calle. Sin dinero. Sin nada. Pero no podía romperme ni lamentarme porque Volodymir estaba enfermo», explica Yuliia, que admite que se le revuelve es estómago al recordarlo. «Dormimos en una estación de tren. Era el único lugar en el que me sentía segura con mis niños porque había gente a mi alrededor».
Al día siguiente, los voluntarios que trabajan en la frontera ayudando a los refugiados le indicaron que debía ir al Consulado de Lublin para arreglar los papeles de Emilio . «Tardamos casi un día en llegar al consulado y volvimos a pasar la noche en una estación. Fue traumático». Emilio, «por suerte», no se entera de nada. El que no puede decir lo mismo es Volodymir, el mediano. «Tiene seis años y lleva meses viviendo el horror en primera persona. Desde que nos marchamos, dejando el país como estaba, el camino de ida, el de vuelta... Me repite una y otra vez que quiere estar tranquilo. Que no entiende por qué cada dos meses vivimos en un sitio diferente. Y me pregunta mucho por su padre. Tiene rabietas todas las noches y pesadillas».
Una vez consiguió arreglar los papeles del bebé, intentó contactar con su marido y su hijo. «Biktop me respondió. Se encontraba cerca de Zhytomyr luchando. Quedé con él en que cuando llegase a Kiev nos reencontrábamos en casa». Y así fue. «Cuando nos vimos estuvimos horas abrazados. Fue mágico». El que no corrió la misma suerte fue Alexei, su pareja. «Me enteré de que había muerto un par de días atrás. Me quedé en shock. Y así sigo. No ha podido conocer a su hijo y eso no me lo perdono. Tenía solo 33 años. Por favor. ¿Hasta cuándo vamos a seguir así?», lamenta.
Es consciente de que no tiene otro remedio que reconstruir su vida de nuevo. Primero quiere asimilar todo lo que ha vivido. «Trataré de buscar trabajo para poder alimentar a mis hijos. Porque aquí todos somos víctimas y tenemos que sobrevivir». Y añade: «¡Gloria a Ucrania!».
Yuliia dio a luz a Emilio el pasado mes de mayo en el Hospital Valdecilla. Al haber nacido en España, tenía que arreglar los papeles de su hijo para poder regresar a Ucrania.En el consulado, en Madrid, les dijeron que igual Emilio tenía problemas para acceder al país. Una vez llegaron a la frontera con Polonia lo comprobaron. «Hemos estado en un piso en Polonia porque no nos dejaban regresar. Atrapados. Tuvimos que ir al consulado a Lublin». Dos semanas después, y sin la certeza de conseguirlo, logró, junto a sus hijos, cruzar la frontera caminando. «Después fuimos en autobús hasta Kiev. Por fin fuimos liberados».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.