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La comunidad educativa cántabra busca y pule en estos momentos estrategias para atender el aumento de problemas de salud mental entre el alumnado, una situación espoleada por la pandemia y todos los cambios e incertidumbres que ha traído consigo. La Consejería de Educación y Formación ... Profesional trabaja en una guía de actuación para prevenir el suicidio desde las aulas, y, junto con Sanidad, pondrá en marcha el próximo curso una Unidad Educativo-Terapéutica para alumnado de 6 a 16 años que presente problemas de salud mental.
A su vez, los portavoces de la comunidad educativa hacen aportaciones. En este sentido, a finales de enero, los directores de institutos de Secundaria agrupados en Adiescán plantearon a Educación que reforzara los equipos de Orientación de los centros y que, además, les dotara de psicólogos para así «mejorar la atención psicológica» del alumnado.
Los orientadores de Cantabria, figuras clave para la convivencia en los centros y el desarrollo integral del alumnado, están de acuerdo con la primera reclamación, pero no con la segunda. «Esta intervención corresponde al ámbito sanitario», sostiene Salomé Álvarez, coordinadora del Seminario de Orientadores de Secundaria.
Estos profesionales han recogido sus impresiones y argumentos en un documento. Para empezar, en los Departamentos de Orientación también han detectado un «incremento de los problemas de salud mental» en el alumnado, «al igual que ocurre en la sociedad», y con la pandemia como claro telón de fondo.
SANIDAD
Por un lado, están de acuerdo con el necesario «incremento de los recursos especializados». En su caso, han planteado a la consejera Marina Lombó que se incrementen las dotaciones de orientadores para, de este modo, lograr una ratio de un profesional por cada 250 alumnos. A día de hoy, muchos centros superan esa proporción con creces. La Consejería ha agradecido esta y el resto de propuestas.
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En cuanto a los psicólogos clínicos, «lo propio es que actúen desde el ámbito sanitario», reflexiona Álvarez en nombre de sus compañeros de Secundaria. Por ello, estos profesionales «rechazan» la propuesta de Adiescán. No les parece que lo más idóneo sea desplegarla en el centro del alumno o la alumna que precise esta atención especializada, entre otras razones, porque las condiciones «físicas» y de «intimidad» de las instalaciones no juegan a favor.
«Esto no quiere decir que en los centros educativos seamos ajenos» a esta problemática, incide Álvarez, que detalla los pilares que, por ley, guían la intervención de los equipos de orientación. Son «la prevención, la detección y la derivación».
REFUERZO
Desarrollan estrategias de convivencia y planes tutoriales para prestar prevención primaria, y mantienen contacto permanente con docentes y alumnos. ¿Cómo? A través de reuniones semanales con los tutores; con intervenciones directas en el aula, dedicadas, por ejemplo, a la orientación profesional, la resolución de conflictos o la educación emocional; y también con intervenciones específicas, que, si el caso lo requiere, acaban derivándose al servicio de salud infantojuvenil.
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