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Encima de una tabla de surf, a uno le pueden tirar las olas o se puede caer por sus propios errores. A Pablo Zuloaga (Santander, 1981) le han pasado ambas cosas al coger olas. Es de tabla, no de corcho; y como todo lo ... que conlleva estar arriba, uno se arriesga a sufrir revolcones por la arena o salir despedido si la parafina no hace su trabajo, pero también a atravesar el mar sintiendo la fuerza hasta la orilla en calma. Si uno es bueno con el equilibrio, es lo más parecido a controlar la naturaleza, por eso surfear recuerda en ocasiones a la política. Cuando le preguntas si en política a uno le tira el contexto o se cae por su propia torpeza, sale el equilibrista que hay en el candidato socialista a la presidencia de Cantabria, y sin perder la sonrisa y tocándose una curiosa corbata roja que promete anécdota, responde: «En la política, como en el surf, hay que saber medir el viento y la altura de la ola, en qué circunstancias te enfrentas al mar y tomar la decisión acertada». ¿Y cuál es la decisión acertada para lograr el mejor resultado electoral desde 1993? «Haber subido a la ola adecuada».
Durante la entrevista, Zuloaga otea la realidad de Cantabria como si le diera el viento de cara porque las encuestas soplan viento a favor, porque los resultados de Pedro Sánchez lo acompañan, y porque lo dice él mismo: «El Partido Socialista vive un momento espectacular: hemos subido en el mejor momento a la mejor ola, y hemos sabido elegir la mejor playa». Y lo que podría parecer oportunista, él lo define de otra forma, como un juego al que se entrega «con inteligencia y pensando en el futuro: esta ola política no es una ola casual que genera la naturaleza, sino una ola de ilusión creada por la militancia del partido y la valentía de Pedro Sánchez».
Hace un frío repentino el día que Pablo Zuloaga se enfunda el traje de neopreno para meterse en el agua a coger unas olas en El Sardinero. La cita inicial era en Liencres, donde tiene un acto electoral, pero la previsión de temporal lo hace inviable. Empezó con este deporte a los 29 años «por aquello de la crisis de los 30», dice bromeando. Desde entonces le ha dedicado el tiempo que ha podido. ¿Su playa favorita? «Para ir con la familia, San Juan de la Canal en Santa Cruz de Bezana; para disfrutar del surf, la del Farolillo en San Vicente de la Barquera». Este deporte tiene más de forma de vida que de afición, y lo que le ha alejado de la orilla del mar no es tanto la política como la paternidad: «Todo se junta, la política es una vocación tan invasiva en cuanto a horarios que si ya de tu tiempo familiar le quitas tiempo para esa vocación, y además para un hobbie como es el surf, que tranquilamente te puede llevar tres horas y media, eso supone quitarle demasiado tiempo a la familia, que bastante castigada está por el ámbito profesional en el que me muevo ahora mismo».
Pablo Zuloaga está sentado en la sala de juntas de la sede del partido en la calle Bonifaz, en Santander. Lleva el traje de candidato a la presidencia de Cantabria, un pin en la solapa con colores entrelazados que simboliza la agenda 2030, el símbolo del progresismo de un partido que, «aún gobernando, ha perdido once diputados». La marea cambió hace dos años, cuando «la militancia del partido socialista tomó una decisión fundamental, si mirar hacia delante o hacia detrás. Y miró hacia delante al elegir a Sánchez de nuevo secretario general». Desde entonces, explica, «hemos logrado un resultado espectacular, dos diputados, tres senadores y una mayoría progresista que respalda nuestro proyecto». Sin embargo, ahora toca enfocar de nuevo, porque la línea del horizonte ya no está en Ferraz sino en los municipios de Cantabria, donde cabe preguntarse si el comportamiento de esa ola será el mismo.
¿Qué teme de estas elecciones? «Temores no hay, trabajamos con ganas de convencer y aumentar el resultado del PSOE», dice. «Con la política se pueden cambiar las cosas, ya sean pequeñas o grandes, lo he vivido como alcalde de Bezana y como delegado del Gobierno». Y ahora aspira a lograrlo en Peña Herbosa. No pone líneas rojas a dialogar con ninguna fuerza política, salvo con Vox: «Me resulta imposible; hemos compartido un debate y veo un populismo extraordinario», dice. Sin embargo, a la pregunta de si compartiría Consejo de Gobierno con Miguel Ángel Revilla (PRC), uno no sabe si Zuloaga surfea o se tira de cabeza al mar: «Yo quiero gobernar Cantabria, me presento porque quiero ser presidente de esta comunidad autónoma».
«Es una competencia que tiene que asumir de primera mano el Gobierno, tenemos que conseguir que el ancho de banda llegue a todo el territorio. No sólo para garantizar la calidad de vida sino aprovecharlo como una herramienta generadora de empleo». ¿Cómo? «Hay que sentarse con las compañías, dibujar un mapa ya y llegar a compromisos reales: es una de mis prioridades absolutas», defiende. «Cuando hablamos de infraestructuras, la número uno a día de hoy es esta, a partir de ahí todo lo demás va a llevar mucho más tiempo».
De fondo, la conversación afable, ágil y siempre coronada con una sonrisa a la que acostumbra en sus fotografías, barrunta tormenta por la polémica que provocó desde Bonifaz cambios sustanciales en los despachos del Gobierno bipartito, y ante la pregunta de si hay 'feeling' entre él y Revilla, Zuloaga vuelve a equilibrar sus posibilidades electorales con sus actos pasados: «He sido alcalde con el apoyo de cuatros partidos políticos, creo que soy una persona que sabe llegar a acuerdos pensando en los ciudadanos y eso es lo fundamental». Y entonces cita las letras gruesas de su programa, el ideario que suena con la misma nitidez en Santander que en Ronda o Albacete, la idea de que «el PSOE es el único que garantiza que no gobierne la derecha, porque con el PP, Vox y Ciudadanos es imposible llegar a ningún acuerdo de futuro». Para que Cantabria crezca «de una manera igualitaria y sostener lo público, hay que ser solidarios, y estos que dicen que van a bajar los impuestos a todo el mundo, lo que hacen es poner en peligro la dependencia implantando copagos, privatizando la sanidad o la educación».
Se define, por tanto, como dique contra esa ola que llega desde la derecha, sin embargo se enfrenta a la misma losa que cualquier candidato que haya pisado el poder: ¿por qué prometer ahora lo que en cuatro años de legislatura no se ha logrado? «Quiero dejar claro que me presento para ser presidente del Gobierno regional, pero yo no estoy sentado en el Consejo de Gobierno». Es una disculpa legítima, a pesar de que desde Bonifaz se cambió el consejero de Educación y Cultura (de Ramón Ruiz a Francisco Fernández Mañanes): «El PSOE y sus consejeros toman decisiones, han desarrollado grandes políticas que no pasan por el secretario general, no soy un cargo del Gobierno. Yo doy respuestas de las políticas que he desarrollado en los ámbitos institucionales en los que he estado y a partir de ahí me tocará relanzar proyectos que por un motivo o por otro no han visto la luz».
«En política, más que buscar culpables hay que buscar soluciones, conocer cómo funcionan las empresas que creemos y potenciarlas», dice ante la pregunta de si la Administración debe intervenir económicamente en empresas: «Sidenor es un caso extraordinario, y el Gobierno ha hecho un esfuerzo inusitado de 15 millones de euros; da empleo directo 700 personas, indirecto a más de 1.500, y sin Sidenor, la comarca de Campoo caería. Hay que seguir trabajando para reindustrializar Cantabria, explotar los nuevos nichos y ser sensibles desde los gobiernos».
Esos proyectos, por ejemplo, son el del Centro de Arte Rupestre de Puente Viesgo, gran apuesta a principio de legislatura y que sólo ha adjudicado la redacción a un estudio de arquitectos tras un concurso público: ¿es la burocracia o a los políticos se les da mal hacer cálculos con el tiempo? Zuloaga sonríe, y con la misma naturalidad con la que esquiva respuestas, asume su culpa abiertamente : «Tenemos que hacer un ejercicio de autocrítica y si queremos afrontar cuatro años de gobierno tendremos que hacer balance de lo que no ha salido bien y dar forma a esos proyectos de los que se viene hablando desde hace mucho tiempo», dice, y en ese sentido carga todas sus energías al hablar del futuro industrial en la región «con el desarrollo del PSIR de La Pasiega y las zonas industriales de Torrelavega, como Las Excavadas o los terrenos de Sniace: una herramienta que está en marcha y no ha conseguido aprobarse esta legislatura es el PROT, y es fundamental que los proyectos tengan certidumbre jurídica, si no, pasan décadas tramitando proyectos que no llegan a ninguna parte, y esto es lo que me preocupa».
«El PSOE en estos diez meses de gobierno está exigiendo corresponsabilidad masculina con la equiparación de permisos y que no se puedan intercambiar. Decidir ser padre es un derecho, pero también es una obligación que tenemos que asumir las dos partes», dice: «Hay que ganar un debate social, la mayoría entiende que todas las políticas se desarrollan aún en femenino y tenemos que tener claro que a ningún hombre o mujer se les debe preguntar si van a ser padre o madre como algo negativo, ahora van a competir en igualdad de condiciones».
Y echa entonces la vista atrás para mencionar otro plan fallido: el desarrollo eólico de Cantabria: «Diez años después de que una sentencia tumbara el primer plan eólico y entrara el segundo en vigor, no hemos conseguido poner un molino en pie en Cantabria generando riqueza y empleo».
¿Y en cuanto a la cultura, es consumidor? «Soy consumidor de cultura», pero ante la pregunta de qué le gusta hacer, matiza: «Una cosa es lo que me gusta hacer y otra cosa es lo que hago». Amante de la música en directo, cursó hasta cuarto de piano, y sus últimos conciertos han sido Sidercars y La Sonrisa de Julia: «Tengo un niño de seis años y una niña de un año y seis meses; tienen el poder de la radio y la tele, y se alterna mucho la música de la Billy Boom Band con el 'Baby Shark'», cuenta sonriendo, «así que lo que estoy haciendo es disfrutar de mi ocio de otra manera». En lo personal, su orgullo está contenido en el móvil que no para de brillar durante la entrevista: tiene la foto de su hijo en la pantalla inicial y la de su hija en el fondo de escritorio. Pero ¿de qué está orgulloso como socio de gobierno? «De Valdecilla», dice sin pensarlo, «de conseguir la financiación siete meses después de que llegara Pedro Sánchez al Gobierno de España», dice. «El hospital es pionero en investigación y en lucha contra el cáncer, líder en trasplantes, eso nos tiene que hacer sentir orgullosos del centro y de sus profesionales». Pero ahora mismo, Sanidad es un polvorín, y ha estado en manos socialistas: «En política no hay varitas mágicas, pero hemos lanzado la mayor oferta de empleo público», apunta, «me gusta ser muy claro a cada persona que ha venido a verme en los diferentes cargos, escuchar todas las partes, y es fundamental garantizar los ingresos en lo público para saber en qué lo queremos gastar».
Al hablar con Zuloaga, a uno le viene a la cabeza la frase atribuida a Pío Cabanillas (UCD) 'Cuerpo a tierra que vienen los nuestros', ¿qué le hace pensar? «Que es una idea bastante desfasada en estos días en los que impera la democracia y la participación directa», afirma: «He superado dos procesos de primarias y me siento orgulloso, porque también sé que el día que no salga elegido habrá sido en las mismas condiciones que mi compañero de enfrente».
Ese orgullo tiene el color rojo de la corbata que no ha dejado de tocar durante la conversación; es de algodón, y la ha enroscado y doblado con insistencia sin que se arrugue ni una sola vez: ¿tiene algo especial esa corbata? «¡Qué va! Me gustan las corbatas rojas, ¡de hecho tengo cinco! Son de distintas tonalidades, una con lunares más de Nochevieja, la del cartel electoral que me regaló una compañera de Delegación en la despedida». Sin embargo, no tiene ninguna preferida (si acaso la de su boda, «pero es burdeos»). ¿Cuál usará el día de las elecciones? «Es igual, depende de la camisa», pero ojalá hubiera visto un capítulo del 'Ala oeste de la Casa Blanca' (HBO) para terminar la entrevista concediéndole la importancia que le da el presidente Bartlet a un trozo de tela.
En Cantabria, cuando el PSOE ha gestionado la educación, «las cosas han ido mejor», dice: «Seguimos siendo la segunda comunidad con menor tasa de abandono escolar, mayor oferta de FP lanzada en el norte de España trabajando con los sindicatos y la patronal, y pusimos en marcha las aulas de dos años». ¿Ycomo padre, le gusta el calendario? «No lo crítico», dice, pero preguntado como político, ¿lo va a mantener? «Creo que se ha hecho un esfuerzo por implantar un modelo que otras comunidades empiezan a copiar y hay que mantenerlo».
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