Pasabolo pasiego junto al portal
Postales de Navidad ·
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Postales de Navidad ·
La empresa Seficosa instala un montaje con piezas únicas de la tradición cántabra en un local del edificio del Club de RegatasSi se trata de imaginar, imaginemos. Juguemos a hacer cambios. Al fin y al cabo, todo esto va de ilusiones. Belén por San Pedro del Romeral. Por poner un ejemplo. A partir de ahí, todo es empezar. Ponerse. Junto al portal jugarían al pasabolo. El llanto de pesebre se confundiría entre gaitas, pitos y panderetucas. Las nodrizas aquí serían pasiegas fornidas. Picarían el dalle, matarían el cerdo cuando tocara, herrarían al mulo en la cabaña... Entre cuévanos niñeros, los Reyes magos se cruzarían al pasar con el albarquero. Ahí, venga y dale en su banco mientras cerca bailan una jota montañesa en honor a un niño que acaba de nacer... Es cuestión de imaginar y eso llevan unos años haciendo Carlos López d’Hers y su mujer. Han creado un pequeño universo local junto al nacimiento. Lo de pequeño es relativo. Porque ya no les cabe en su empresa, Seficosa, y ya van por el segundo año enseñándolo en un local de Hernán Cortés, en los bajos del Club de Regatas. Este es un belén muy especial. Pasiego y único.
«El niño Jesús ha nacido en los Valles Pasiegos...». Eso pone en la fachada. Allí explican que la muestra forma parte del área cultural del Grupo Seficosa. Que su idea, dice Carlos, es «mantener las tradiciones». Compartir lo de aquí. Suena de fondo ‘con albarcas vienen con albarcas van’ mientras lo cuenta. Que hace diez años ella le regaló el portal y que acabaron en el taller murciano de José María Trueba (Artesanías Serrano) de la mano de Antonio Martínez Cerezo. De allí convertidas en figuras salen sus imaginaciones. Sus piezas de cerámica recubiertas de una tela que acaba endurecida para hacer que los trajes floten como flota la realidad. Únicas, exclusivas, precisas... Primero fue eso. Luego, la reproducción de las cabañas de Vega de Pas o de San Pedro del Romeral que les hace Teresa Riancho en Entrambasmestas (ya van casi por las veinte). Y no pararon. El corcho lo traen de Castellar (en Cádiz) y para conseguir los detallistas puestos de venta (carnes, quesos, telas, libros...) repartidos por el montaje se van hasta la cerería Zalo, en Málaga.
A diario. De 17.00 a 21.00 horas hasta el 4 de enero (excepto domingos y festivos).
La dirección. Está en un local de la calle Hernán Cortés, en los bajos del Club de Regatas.
Organiza. Área cultural del Grupo Seficosa.
De ese puchero de kilómetros, figuras y personajes sale un catálogo casi infinito de curiosidad. Aquí en cada centímetro hay un ‘Wally’ –el de ‘dónde está Wally’–. «Hay gente que ha venido a verlo tres o cuatro veces y ven cosas nuevas». Y Carlos insiste en los motivos, más allá de lo religioso. Por eso se han empeñado en añadir figuras infantiles metidos de lleno en carreras de sacos, saltos a la comba, pitas o en peleas para llevarse el pañueluco. Juegos tradicionales como el de hacer rodar el aro para unir aquí a nietos y a abuelos con historias que contarse. Por eso, la representación de oficios, de tradiciones concretas, de personajes esenciales para entender costumbres y arraigos... Para añadir motivos. Este año hay, por ejemplo, una nodriza pasiega que da el pecho a un crío mientras baña a otro. Una de esas apreciadas amas de cría montañesas que alimentaba con su leche a la prole de los nobles de toda España.
Hay también –otra de las novedades– figuras torancesas con su falda echada hacia arriba. Hasta un crío robando manzanas del árbol. Y decenas de animales que hay que rebuscar en los rincones de esta aldea. Uno es tan pequeño que invita al reto. «Encontrar al ratón atrapado en el cepo», deja caer Carlos entusiasmado por compartir este mundo suyo...
Y tanto que lo comparten. El año pasado calculan que se lo enseñaron a más de 8.000 personas (este año esperan a otras 5.000 abriendo únicamente por las tardes). A veces, se forma cola en la calle para entrar al local, ver el belén y leer en una pared, arriba, que Cantabria es una «montaña infinita, azul en su mar». Infinita, como la imaginación.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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