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A estas alturas de pandemia, después de haber sido encerrados en casa, multados por pasear, de que se prohibiese el baño en la playa -excepto para federados-, que nos pusiesen hora para irnos a dormir, y de que la Policía echase puertas abajo por la ... visita de unos colegas, ¿quién se va a quejar por tener que enseñar el pasaporte covid para poder tomar una cerveza o sentarse a cenar? La clientela de bares y restaurantes, y la de todos aquellos espacios donde se pide el certificado sanitario, acepta con resignación la nueva exigencia planteada por Sanidad, sin hacerse demasiadas preguntas sobre si sirve o no para algo.
Es mediodía en Peña Herbosa y Juan Carlos Allica está tomándose algo con un par de amigos en la Taberna Santoña, después de demostrar que ha recibido las correspondientes vacunas, de lo que da fe el código QR que muestra en el móvil. «Me lo están pidiendo en los sitios a los que voy, pero es verdad que no he enseñado el carné de identidad», un detalle que disculpa porque «es una medida que han tomado de sopetón y a la gente le ha cogido a contrapié».
Dice que no tiene muy claro que esta nueva exigencia sea la solución contra la expansión de la sexta ola. «Yo estoy a favor de la vacunación, y creo que cuanta más gente se vacune, mejor: realmente pienso que el pasaporte covid es una medida de presión. ¿Que si pienso que con esto va a cambiar el tema de la pandemia y no va a haber más contagios? Pues no lo creo, la verdad».
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El asunto de si a uno le deben exigir mostrar el DNI o no parece que da de sí en las conversaciones de bar, y es lo que debaten Marina Regato, Pablo del Olmo y Nerea Ruiz a la puerta del cercano bar Solórzano. «Yo creo que el pasaporte covid sí sirve para algo, si se pide también el DNI, que es un fallo que antes estábamos hablando, que no sé si se va a cumplir del todo», opina la primera. «O que lo escaneen de alguna manera: en Francia lo hacen con una aplicación», interviene Nerea Ruiz. Lo que les ha ocurrido es que en las dos ocasiones en que han exhibido su certificado se lo han mirado sin más, sin comprobarlo con la app que ha puesto a disposición de los hosteleros la Consejería de Sanidad. «Si lo piden de verdad deberían comprobar que es de la persona que lo está enseñando, porque nos ha dado la sensación de que puedes sacar cualquier pasaporte y colarlo».
Marina Regato defiende el pasaporte. Cuenta que no ha tenido problemas para descargárselo -«en Cantabria es fácil, aunque sé que en otras comunidades no»-, y que si al final es útil para que la gente que no está vacunada se anime a hacerlo, pues le parece muy bien. Apoya incluso el cierre de ocio nocturno a las tres de la mañana, la otra medida que ha entrado en vigor, junto con el documento sanitario, en los municipios con los niveles 1 y 2 de riesgo. «Tal y como se está poniendo la cosa, me parece bien que cierren antes».
Mucho más crítico se muestra Pedro García, que disfruta del aperitivo con su mujer, Marta Granda, en La Pirula. «¿Pasaporte covid? Pues no nos queda otra. Yo creo que ya lo que nos dicen lo hacemos, sin poner muchas trabas. ¿Qué vas a hacer? ¿Negarte? Lo haces y ya está, aunque hay tanta tontería ahora y no hay por dónde coger muchas cosas, pero es que si nos metemos ya en política... Todos hemos agachado ya las orejas y hacemos lo que nos mandan para que no vaya a más la cosa, y así estamos un poco derrotados todos. Yo es que soy de los que no me gusta que te digan siempre lo que tienes que hacer: creo que ya todo el mundo somos conscientes de lo que pasa, y el que no se quiera vacunar, pues no lo entiendo, pero lo respeto. Cada uno debe decidir. ¿Que no te quieres vacunar? Pues a la terraza».
«A la hostelería la perjudica un montón el pasaporte covid -sostiene su esposa-, y también obliga a la gente. Yo estoy vacunada, pero quien no lo está parece que se le está dejando un poco marginado».
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Él viene a decir que en todos los sitios cuecen habas, como han podido comprobar en un reciente viaje por Marruecos. «Hemos estado por ahí de viaje hace poco, y nos hicimos la prueba de 48 horas. En el aeropuerto estás que no te puedes mover, pero sales de allí y se acabó: es todo un despropósito».
Cantabria es una de las diez comunidades autónomas donde el certificado covid se utiliza como pase para la hostelería. A Itxaso Fernández y a Armando Grau, que han venido desde Alicante, no les ha pillado por sorpresa, porque también está implantado en la Comunidad Valenciana, donde las discotecas siguen cerrando a las siete de la mañana.
Ella: «Allí lo tenemos desde hace más tiempo, y lo piden más que aquí: llevamos dos días en Cantabria y nos lo han pedido solo aquí -están tomando una cerveza en el bar Papanao-, por eso lo digo». Así han comprobado que su certificado se puede leer sin problema con la aplicación que se utiliza en la región.
Él: «A mí me parece que hay gente que en su momento no quiso ponerse las dosis de vacuna y ahora lo están haciendo por esto. Me parece un poco hipócrita, pero a la vez está favoreciendo que la gente se vacune».
Ella: «A mí lo que me parece injusto es que lo pongan para la hostelería, porque siempre es la hostelería: yo trabajo en un supermercado, donde entra mucha más gente, y ahí no hace falta».
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