El calor ya barre Cantabria: «¡Qué bochorno! esto es peor que un baño turco»

La ola de altas temperaturas que asola esta semana la Península castiga especialmente al sur y al centro del país, y aunque afecta en menor medida a las comunidades del norte, Cantabria no escapa a la dilatación del mercurio. A las cuatro de la tarde de este martes se registraban máximas de 36,1 en Polientes y 35,5 en Ramales de la Victoria.

Desde el 112 se recomienda tomar todas las precauciones porque lejos de amainar, el calor continuará aumentando a lo largo de la semana. Por lo pronto hoy se mantiene vigente el aviso amarillo por altas temperaturas en Liébana, el centro de la región, el valle de Villaverde y la Cantabria del Ebro. Precisamente en estas localidades se espera que mañana, miércoles, los termómetros marquen nuevos máximos. Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) la ola de calor no remitirá hasta después del fin de semana y todas las comunidades autónomas excepto a Asturias, Cantabria y Murcia, podrán superar los 42 grados.

«Hay que protegerse porque hace mucho, mucho calor», confiesan Luis Casteleiro y Lola Vallina. El matrimonio toma un refresco a las once de la mañana de hoy en la cafetería 'Il Piccolino' (El Sardinero), a la sombra de unos árboles. «No hay quien pare ahora en la playa, por el calor y por la cantidad de gente», coinciden. Ellos pasean a las nueve, bien pronto, para huir del gentío.

De 'Il Piccolino' sale Julio Fernández, un trabajador que carga con unos barriles de cerveza. Los chorretones de sudor le corren por la frente. «Nos toca trabajar y no hay otra», se resigna. «Hay que hidratarse mucho y relativizar, porque no nos queda otra que seguir cargando con material, no podemos bajar el ritmo por el calor», confiesa mientras recoge el camión que ha aparcado frente a la Segunda playa de El Sardinero, que a las once y media de la mañana ya está abarrotada de veraneantes y sombrillas. Muchas sombrillas para protegerse del sol.

Sobre la arena, la mayoría busca el frescor de la orilla o de un baño; y quienes andan por la calle se resguardan en los bares o a la sombra de los árboles. Como en La Magdalena, donde un grupo de niños se ha sentado bajo unos arces. «Somos de un campamento de verano del gimnasio Marismas. Como hoy hacía muy bueno hemos optado por acercarnos hasta aquí para darnos un baño, pero hace mucho calor. Nos daremos un chapuzón y volveremos pronto», cuenta Antonio Damalia, uno de los monitores.

Aunque no todo el mundo se arredra ante el peligro. En la curva del aparcamiento de La Magdalena hay un pequeño gimnasio montado en un contenedor de transporte donde cuatro o cinco personas están entrenando. «No hace tanto calor como para que estemos parados. Si te gusta esto, lo haces», afirma Beatriz Higuero con unas pesas en la mano. Frente a ella, La Magdalena y Los peligros se ven colmadas de gente. Toda la gente que no está en el centro de la ciudad, donde el asfalto incrementa la sensación de calor.

Sólo en la zona del Palacete del Embarcadero los turistas compran el billete para las barcas que llevan a Pedreña, Somo o el Puntal. «Al menos ahí dentro te da el aire y te refrescas», cuenta José Manuel Bermúdez. «Aunque también te digo, esto no es calor», confiesa el gaditano. «Allí abajo tenemos ya 33 grados a las ocho de la mañana. Imagínate. Esto de Santander es el paraíso».