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Nadie puede vislumbrar cuál será el desenlace de esta quinta ola de coronavirus en Cantabria, porque ni los mismos expertos de Salud Pública se atreven ... todavía a avanzarlo. «Según nos han dicho en el Ministerio de Sanidad, con los modelos matemáticos que manejan, parece que va a haber un ligero crecimiento de la pandemia al menos hasta la segunda semana de agosto, sobre todo en lo que se refiere a la presión hospitalaria». Las palabras del director general de Salud Pública, Reinhard Wallmann, no llaman al optimismo,porque parece claro que ni siquiera se ha alcanzado el pico. «Podemos esperar que, a mediados de esta semana próxima, superemos el centenar de hospitalizados y lleguemos incluso hasta los 120 ingresos», avanza Wallmann.
La gravedad de la denominada 'ola joven' puede entenderse de un vistazo rápido a las cifras actuales de la pandemia en la región. Con 647 casos por cada 100.000 habitantes de incidencia acumulada a 14 días; un índice de positividad del 16% y un número de reproducción básico (Ro) de 1,13 –el Ro es el número promedio de positivos nuevos que genera un caso dado a lo largo de un periodo infeccioso–, parece claro que la propagación del virus en Cantabria continúa imparable.
La variante Delta, que está detrás de esta explosión del patógeno, propició que el jueves se alcanzará un máximo histórico de contagios diarios en la región, con 422, a lo que se añade un crecimiento sostenido e imparable de los hospitalizados. «La situación es preocupante», repitió esta semana el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez», y lo más complicado es asumir que lo peor aún está por venir.
16%es el índice de positividad que se ha alcanzado en esta semana. Esto quiere decir que el 16% de las PCR son positivas.
1,3es el Ro actual en Cantabria. Es el promedio de positivos nuevos que genera un caso dado a lo largo de un periodo.
72%de todos los nuevos positivos se corresponden en Cantabria con la variante Delta. El 52% de los hospitalizados la tienen
Los test de autodiagnóstico están ayudando a aflorar muchos más positivos que permanecían sin diagnosticar. «Esas personas que están por la calle transmitiendo el virus son las que realmente nos preocupan porque no podemos tener ningún control sobre ellas», aclaró el consejero este pasado viernes.
Sucede que los síntomas de esta nueva variante Delta, que ha alcanzado ya una prevalencia en Cantabria del 72% de todos los nuevos positivos, produce unos síntomas muy similares a los que acarrea un resfriado común de esta época del año. «Al final a la persona le duele algo la garganta, o la cabeza. Quizá tiene algo de mocos o malestar general. Pero piensa que puede haberse quedado frío una de estas noches de verano, que por otro lado suele ser habitual. Sin embargo, tiene covid, y está circulando por la calle sin ningún control y produciendo múltiples contagios», lamenta la subgerente del Hospital Valdecilla, Beatriz López Muñiz, que ya está preparando la infraestructura para la presión de ingresos que está por venir.
Sólo cabe una nota de optimismo: «Si hemos sido los primeros en entrar en esta quinta ola, supongo que seremos también de los primeros en salir», argumentó esta pasada semana Wallmann. Lo cierto es que las comunidades limítrofes como Asturias, Castilla y León y País Vasco, comienzan a ver ahora cómo sus incidencias se disparan para las franjas de edad más jóvenes.
Si existe un indicador que llama a confiar en el vaticinio del director general de Salud Pública es el de la incidencia acumulada para la franja de edad de 20 a 29 años. «Si nos fijamos bien, desde el pasado día 14 la gráfica de positivos de cada jornada de la franja de edad comprendida entre los 20 y los 30 años está cayendo de forma sostenida», observó a inicios de esta pasada semana el inmunólogo Marcos López Hoyos. «Todo apunta a que las restricciones deberían empezar a notarse en los contagios de aquí a unos días, sobre todo en lo que respecta a los más jóvenes por el toque de queda», se atrevió a pronosticar el experto a mediados de esta semana.
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Si los jóvenes han sido los que, según Sanidad, han iniciado las cadenas de contagios en esta quinta ola, serán ellos, también, los que marquen el ritmo de cara a invertir la tendencia en la propagación del virus. Es un pensamiento lógico,pero conviene hacer un matiz.
El problema es que son ellos los principales diseminadores, los primeros en entrar en contacto con el patógeno, que infectan a las 'víctimas colaterales' de los grupos de edades más avanzadas contagiados por estos primeros. La bola se hace más grande, muchos más positivos –incluidos todos esos que no han sido diagnosticados–, circulan por la calle y los infectados se disparan de forma incontrolada.
La vacuna quizá ha dado una sensación de falsa seguridad. Ningún inmunizado ha presentado síntomas graves, salvo en el caso de los dos últimos fallecimientos, el de una mujer de 100 años y otra de 94, que ya padecían patologías previas. El pinchazo libra de los síntomas graves, pero no de la infección, y menos de contagiar a otros.
Esa misma sensación de invulnerabilidad es la que ha inundado a los más jóvenes, que se han lanzado a la calle, en muchos casos sin cuidarse del virus, y ha causado lo que los expertos ya advertían. «Hay personas de corta edad que lo están pasando mal en la UCI», concretan en Salud Pública. «Hay al menos 10 menores de 40 años que están pasándolo mal y ocho de ellos están intubados, o sea, que no pueden respirar por sus propios medios», aclara la subgerente de Valdecilla. Queda claro que el patógeno se ha cebado tradicionalmente con las franjas de edad más avanzadas,pero ahora que esos segmentos sociales están protegidos por las vacunas, el virus encuentra presas más fáciles en los que todavía no han sido inmunizados. Ydado el volumen extraordinario de contagios que está registrando la región estos días, por pura lógica estadística surgen más casos aislados donde la enfermedad se complica pese a la juventud.
Los jóvenes entre 20 y 29 años, que a partir del 2 de agosto podrán solicitar cita para vacunarse frente al covid, serán inmunizados en centros de vacunación específicos. Lo ha anunciado el director general de Salud Pública de Cantabria, Reinhard Wallmann, que ha aclarado que mañana, lunes, se conocerán más detalles del modo en que se distribuirá a este colectivo para que reciba el pinchazo. La vacunación de los jóvenes se ha convertido en una prioridad en esta quinta ola, porque son ellos, según Sanidad, quienes han disparado los contagios.
Los vaticinios de la máxima responsable del Servicio Cántabro de Salud (SCS), Celia Gómez, coinciden con lo manejado por los expertos del Ministerio de Sanidad en Madrid. «Creo que habrá que esperar al menos dos semanas más para comprobar los efectos de las restricciones. No podemos esperar que el toque de queda tenga efecto en sólo una semana», aclara. «Será diferente la presión hospitalaria», matiza.
El pasado miércoles Cantabria se desayunó con el ascenso a nivel 3 de alerta sanitaria. El viernes se anunció el récord de contagios diarios, contabilizado un día antes, con 422 nuevos positivos. Y lo peor de esta quinta ola no son los hitos que está logrando, sino el efecto sorpresa porque nadie, absolutamente nadie, la esperaba tan pronto.
Sorpresa. Es lo que muestran algunos expertos cuando se les pregunta por si esperaban una quinta ola tan rápido. «Creo que todo el mundo podía augurar que volvieran a crecer los contagios, pero quizá no tanto como lo han hecho, ni tan pronto como han llegado. Tal vez hubiera sido más lógico esperarlo en septiembre, o en octubre. Pero está claro que lo sucedido el pasado verano, cuando la situación estaba controlada, no se está repitiendo en este», explica Henar Rebollo, jefa de Medicina Preventiva de Valdecilla.
Pocos esperarían que después de vaciar la UCI de Valdecilla el pasado 24 de junio, volviera esta semana a llenarse el pabellón 17 y hubiera que poner en marcha el espacio reservado para enfermos críticos en el pabellón 15. «Ha sido un jarro de agua fría», lamentó el hospital en sus redes sociales. Allí, como en Sierrallana y Laredo, están doblando los turnos del personal para hacer frente al ataque del virus. Y por lo pronto, estas próximas dos semanas aún tendrán que seguir en la brecha.
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