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Ana del Castillo
Santander
Sábado, 18 de mayo 2019, 07:37
En una época en la que se evalúa todo, a todos y en todo momento, los que realmente tienen que hacerlo, los profesionales de la Educación, examinan su sector y redactan una lista con demandas para el próximo Gobierno de Cantabria: «Los políticos no ... deberían olvidar que la educación es la base del futuro económico, social y cultural del país». Con esa premisa, el colectivo en la región -con el rector de la Universidad de Cantabria (UC), Ángel Pazos, a la cabeza-, solicita «ser escuchado», «recuperar el pacto educativo que se firmó en 2017», «poner mayor atención a la diversidad» y no dejar «escapar el talento de los estudiantes e investigadores». «Y que las competencias de universidad y de investigación estén en una consejería única y propia», señala Pazos.
Todos coinciden en lo mismo. Cantabria tiene gente muy preparada, tanto en el profesorado como entre los estudiantes e investigadores universitarios. El problema es que «no sabemos retenerlos», apunta Ana Belén Marín-Arroyo, profesora de la Universidad de Cantabria y recientemente reconocida con la más alta distinción de la Unión Europea en proyectos de investigación. Se refiere a que los estudiantes se van a centros internacionales de prestigio con subvenciones cántabras, pero después se les deja escapar. «Hay que crear un programa que atraiga ese talento y que estabilice a la plantilla investigadora porque ellos serán capaces de trasladar los resultados de su investigación a la docencia. Lo cual es importante porque, a día de hoy, la plantilla está envejecida», señala.
Para el rector de la UC es necesario comenzar a trabajar en el próximo contrato programa. «Yo pediría al nuevo Gobierno que inmediatamente podamos formar una comisión de estudio y trabajo para empezar a poner las bases de ese contrato para que pudiera estar listo a finales del próximo año».
En el ámbito de los centros educativos, las demandas son otras. El director del CEIP María Sanz de Sautuola, Santiago Ferreiro, que también es miembro de la Comisión Permanente de Directores de Primaria, despliega un papel donde tiene anotadas tres medidas que cree urgentes: la escolarización de 0 a 3 años, un plan sobre igualdad y coeducación, otro sobre lenguas extranjeras -«para conseguir un nivel óptimo del alumnado»- y un último plan sobre convivencia de ámbito regional. Para Ferreiro la realidad social de los centros ha cambiado con las nuevas tecnologías, «por eso debemos adaptar el plan a esas circunstancias».
A punto de terminar una legislatura marcada por el pacto por la Educación -que quedó en agua de borrajas-; el Plan Nacional de Estabilidad (ofertas de empleo público en 2018 y 2019); las subvenciones públicas para los libros de texto y la implantación del calendario escolar, objeto de desencuentros entre los distintos colectivos vinculados a la enseñanza, los docentes de Educación Infantil centran sus demandas en lo que debiera ser lo más importante: el alumnado. «Es necesario bajar las ratios de las aulas. De esta manera podremos conseguir una individualización de la enseñanza», señala Nuria Silva, profesora del CEIP Marqués de Estella. Ve fundamental prestar especial atención a la diversidad. «Tenemos que lograr la verdadera inclusión en el alumnado. Dar la mejor respuesta a cada niño dentro de sus necesidades porque cada alumno es diferente», apunta Silva.
En el CEIP Cabo Mayor, en Valdenoja, trabaja la profesora Sara Peñalver. Para ella es imprescindible reducir la tasa de interinidad en los centros públicos. «El 50% del profesorado cambia, así es imposible tener señas de identidad propias. Todos los años empezamos de cero. Perjudica a la enseñanza pública, a nadie le gusta que su hijo esté cambiando de profesor continuamente».
Preguntado por las debilidades de su sector, Ángel Pazos explica que la Universidad, como Cantabria, es pequeña. «Un problema que tenemos que ser capaces de resolver a base de talento y ambición. Toda la sociedad de Cantabria, su Gobierno y su Universidad, deben trabajar juntos para realizar un diseño realista y ambicioso de lo que tiene que ser la UC en los próximos años».
Mientras, Ferreiro insiste en recuperar el prestigio docente que, según explica, ha quedado «muy dañado» por el conflicto del calendario escolar. También apuesta por una mejor comunicación dentro del propio sector de la Educación: «Establecer una mejor conexión entre la Universidad de Cantabria y los centros educativos y el mundo empresarial».
«¿Una debilidad del sector? La conciliación familiar y laboral. Como mujer y científica es necesario que sea real. Ahora es teórica, las prácticas de llevar a cabo esta conciliación son muy limitadas», señala Marín-Arroyo.
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