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Rafa Torre Poo, José Carlos Rojo y Daniel Martínez
Piélagos | Ampuero | Santander
Martes, 30 de noviembre 2021, 13:38
Este martes fue el día después. En el mejor de los casos, el de terminar de retirar todo el agua que anegó viviendas, garajes y comercios. A los más afortunados les ha bastado 24 horas intensas para limpiar desperfectos y recuperarse del susto antes ... de volver a hacer vida casi normal. Poder entrar al salón sin pisar agua o reabrir el negocio. Otros, seguían manos a la obra para intentar borrar cuanto antes la huella de las graves inundaciones provocadas por los desbordamientos de los ríos Asón y Pas, que se cebaron durante la jornada del lunes con las localidades de Ampuero y Piélagos. Y casi todos se quejaban de la falta de previsión. Un comentario era común en ambos escenarios: «Nadie nos avisó de la crecida». Una mezcla de indignación por lo ocurrido e incertidumbre por lo que está por llegar. Por delante queda el proceso de reclamación de compensaciones y de evaluación de daños que también ocupa ya a la Administración.
La combinación de fuertes lluvias y del deshielo provocado por el aumento de las temperaturas en zonas altas de las cuencas que habían acumulado grandes cantidades de nieve volvió a convertir a Cantabria en una zona catastrófica. Mientras los efectivos del 112 o de las agrupaciones de Protección Civil seguían achicando agua, el Gobierno regional ha comenzado a elaborar la lista de consecuencias en forma de pérdidas económicas y desperfectos.
Precisamente eso, que el Consejo de Ministros declare a la comunidad autónoma como zona catastrófica, es lo que pidió este martes el Ejecutivo de Miguel Ángel Revilla. La Consejería de Presidencia que dirige la regionalista Paula Fernández ha solicitado formalmente al Gobierno central que apruebe esta figura que da acceso a las compensaciones. Un instrumento que es el primer paso para conseguir que el Estado se haga cargo de una parte de los daños provocados y que la comunidad autónoma ya reclamó con éxito en similares episodios anteriores: en la gran riada de enero de 2019 que afectó a dos terceras partes del territorio, en las crecidas del Híjar en Reinosa en diciembre de ese año... Esta vez, previsiblemente, lo hará de la mano del País Vasco, donde también han sufrido inundaciones, aunque no tan graves.
En caso de estar afectado por inundaciones en inmuebles o vehículos debido al desbordamiento de ríos, hay que ponerse en contacto con el Consorcio de Compensación de Seguros a través del teléfono 942 318 780 o la web www.consorseguros.es. Las riadas se consideran daños excepcionales.
Si las afecciones han sido a consecuencia de fuertes lluvias o granizo causando daños en partes altas de los edificios, entonces responderá el seguro de hogar de la compañía contratada. En ambos casos, la indemnización que se perciba quien presenta el parte se calcula en función de la cobertura de la póliza del seguro de hogar.
El primer documento que hay que tener a mano para presentar un parte al Consorcio es el número de póliza con una copia del recibo de la anualidad o el mes cobrado a fecha del siniestro. En caso de no tener seguro de hogar, el Consorcio no se hace responsable de los daños, ya que sólo actúa cuando existe contratada una póliza de seguro.
Habrá que tener paciencia porque las líneas telefónicas del Consorcio se encuentran en estos momentos saturadas debido al elevado número de casos por las inundaciones de estos días en Cantabria y en otras comunidades del norte del país. Ante esto, existen dos opciones: dejar un recado en el contestador indicando el número de teléfono del afectado y responderán «lo antes posible», en orden de registro; o presentar el parte a través de la web, para lo que es necesario disponer del certificado digital.
Una vez que se establezca contacto con el Consorcio, y que este órgano haya notificado que las inundaciones son consideradas «de riesgo excepcional», se podrá presentar el parte, no más de tres, por el momento. Se solicitarán los datos de quien presenta la indemnización, la entidad aseguradora, el número de cuenta e IBAN, fecha del siniestro y dirección del domicilio.
A continuación, se asignará un perito que acudirá al lugar a valorar daños. Ante la avalancha de partes que se están registrando en este momento, los peritos tardarán entre dos y diez días en acudir al lugar del siniestro; a veces vienen desde otras comunidades. Por eso, las compañías de seguros recomiendan tomar imágenes de los daños y, en caso de que se decida reparar antes del peritaje, se deben guardar las facturas para poder justificarlo y recibir la indemnización por su valor.
Los afectados tiene que presentar al Consorcio todas la evidencias físicas de los daños ocasionados (fotografías y vídeos) y también se debe preparar una relación de los daños.
En caso de que sea necesario desalojar la vivienda, los afectados podrán exigir al Consorcio el coste del alojamiento durante esos días. Para ello, se presentarán las facturas y se justificarán los motivos.
Respecto a daños en el automóvil por lluvia o granizo, responde el seguro del coche, si se tiene contratada la cobertura por 'Fenómenos atmosféricos'. En este caso, se solicitará modelo, matrícula, dirección del taller o la vía. También se pedirá el recibo de la póliza cobrada en la presente mensualidad.
Es el primer paso, pero no el único. Una vez que el Consejo de Ministros lo acepte –si lo hace–, tendrá que desarrollar un decreto que establezca la cuantía de las ayudas y los conceptos susceptibles de ser cubiertos. Siempre daños en bienes públicos, porque los privados van por la vía del Consorcio de Compensación de Seguros. En cualquier caso, tanto Gobierno de Cantabria como los ayuntamientos afectados –los que más, Ampuero y Piélagos, pero hay otros– tendrán que adelantar el dinero y después remitir la factura con la esperanza de que el Estado se haga cargo de un máximo del 50% del coste extraordinario. La otra mitad la tendrán que asumir ellos mismos. O por lo menos eso es lo que ha ocurrido con los casos precedentes.
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En enero de 2019, la factura se elevó hasta los 16,2 millones de euros y hasta un año después no se empezó a liberar la compensación, que se quedó en 6,2 millones, ya que no todas las reclamaciones remitidas fueron aceptadas. En el caso de las riadas de Campoo de diciembre de ese mismo año, el dinero aún no ha llegado pese a las promesas del Ministerio, que a preguntas del diputado José María Mazón en el Congreso viene afirmando que están trabajando en el asunto. En cualquier caso, para que llegue ese momento, Cantabria tiene que hacer primero ese proceso de evaluación de daños tras estas últimas inundaciones.
Una vez enviado al Consejo de Ministros la solicitud de declaración de zona catastrófica, tendrá que ir añadiendo a ese expediente la relación de siniestros. Presidencia ya ha encargado al resto de consejerías que tengan listos cuanto antes sus informes. Lo lógico es que la cuantía más importante sea la de Obras Públicas por los daños en carreteras en forma de argayos y otras afecciones, pero a eso se sumarán los que Ganadería pueda concretar –por ejemplo– en caminos forestales o los de Educación o Sanidad en colegios y consultorios, además de los de ayuntamientos en inmuebles públicos o mobiliario urbano.
Tirando de hemeroteca, en el último antecedente el Gobierno de Cantabria tardó alrededor de un mes. En aquella ocasión los desperfectos no sólo fueron superiores, sino que estaban mucho más dispersos por toda la región, ya que entonces casi ninguna cuenca salió indemne. Ahora no da plazos:«Cuanto antes».
El PP de Cantabria se ha puesto a disposición del Gobierno regional para solventar cuanto antes la situación de emergencia, pero también exigió al Ejecutivo que siente las bases para que en el futuro no se repitan episodios similares. Desde Vox, su portavoz Cristóbal Palacio entiende que las riadas ponen de manifiesto «la falta de previsión y de preparación de los cauces de los ríos» y denuncia que el Gobierno cántabro y los ayuntamientos «no se han preocupado de limpiar los cauces», algo en lo que «de forma clara» tienen competencia los municipios.
En Piélagos y Ampuero los vecinos se afanaban este martes para limpiar garajes, trasteros y zonas comunes de urbanizaciones con una queja común: cómo es que nadie avisó de lo que podía pasar.
Oruña de Piélagos, los barrios de La Ventilla y San Lorenzo (en Vioño), y Salcedo han sido las zonas más castigadas por la crecida del Pas y los residentes en estos pueblos todavía andan recuperándose del sobresalto: «Han sido las más fuertes y agresivas de la historia», comentan algunos por las calles mientras tratan de encontrar bombas de achique para retirar el agua de sus casas y garajes, que en algunas casos todavía superan los tres metros de altura. «No hay forma de encontrar bombas en ningún sitio, ni en las ferreterías», cuenta un fontanero que esta mañana participa en las labores de recuperación de la normalidad.
En la calle El Puente, una de las calles más heridas en Oruña de Piélagos, los vecinos vacían esta mañana sus casas mientras retiran los restos de barro y agua. Muchos edificios y urbanizaciones tienen bombas de achique eléctricas incorporadas, pero tras el corte de luz, todo comenzó a complicarse. En la urbanización el Álamo, el agua ha llegado a entrar a los pisos desde el garaje. La solidaridad ha tomado protagonismo en este día de después en el que todos los que andan por la zona colaboran para barrer y limpiar, mientras las cuadrillas municipales retiran los restos y el barro.
La Teatrería de Abrego ha quedado destrozada por completo. El material de micrófonos, escenografía y equipos de sonido ha quedado inservible. «Es la ruina, solo esta caja vale dos mil euros», cuenta su dueño, Pati Domenec, mientras muestra un pequeño cofre rojo.
En el barrio de La Ventilla, en Vioño de Piélagos, donde el lunes tuvieron que ser evacuadas varias familias, en el edificio 3ºA todavía hay más de tres metros de agua en el garaje y no tienen luz: «Estamos desesperados, los cuadros eléctricos están en los garajes y las compañías nos dicen que puede que pasen semanas hasta recuperar la luz».
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Mariña Álvarez Ana del Castillo José Ahumada Daniel Martínez Ana del Castillo
El Ayuntamiento está realizando este martes una ronda por todas las viviendas para ver las necesidades y ya ha confirmado que pedirá al Gobierno de Cantabria la declaración de zona catastrófica del municipio. «Estamos intentando cuantificar los daños para arropar a la gente», explica el primer teniente de alcalde, Luis Antonio Sañudo Gómez.
En el barrio de San Lorenzo, en Vioño, la estampa es similar. Los bomberos y el 112 continúan achicando agua. «Es la ruina», «estamos desesperados» y «nunca había sucedido esto» son algunas de las frases más repetidas durante la mañana. Además, los vecinos también se quejan de que en un Pleno del Ayuntamiento se dijo que no era prioritario limpiar las alcantarillas y coinciden es que se debe revisar el estado de los ríos porque «cada vez que sube el agua pasa esto».
En Ampuero, los afectados están tranquilos, pero también exhaustos, porque arrastran la falta de sueño de los últimos días: la mayoría son conscientes de que viven cerca de un río que periódicamente se desborda, pero esto no alivia la carga del día después, una jornada en la que muchos están tirando todo lo que, pasado por agua, ha quedado inservible y están limpiando como pueden porque, se queja un residente en la urbanización Virgen Niña, «nadie ha venido a ayudarnos».
José Ignacio Artabe censura que tampoco nadie -ninguna institución- les avisó de que venía una riada- que a él le ha causado destrozos en el garaje, donde el agua llegó a los 30 centímetros. «Así que nos estamos buscando la vida como podemos». Este vecino cruza los dedos para que «alguien» aparezca con maquinaria a retirar todo el barro de la zona que ahora sería fácil de levantar y que será mucho más difícil de sacar cuando se seque.
Se buscan la vida «una vez más», porque Pilar y Juan, que llevan 52 años viviendo en la localidad y saben que el Asón tiene momentos «en que baja con fuerza y contra eso...» José Bartolomé, también aperos de limpieza en ristre, hace notar que esto se parece mucho a lo sucedido hace solo seis años, aunque también le da tiempo a compadecerse de todos los que han visto verdaderos destrozos. Muchos de los vecinos afrontan las horas yendo y viniendo a los contenedores de residuos a deshacerse de lo que ya no sirve para más. La mayoría sabe que tiene por delante unos cuantos días de limpieza y reorganziación.
Junto a esta urbanización, los bomberos de Laredo también se emplean a fondo en el polígono industrial del que ayer hubo que sacar a los trabajadores. Allí están limpiando sedimentos y bombeando al río todo el agua que todavía se han encontrado retenida. Lo mismo en la plaza de toros, que está siendo baldeada por personal de los servicios de emergencia con mangueras para que recupere su aspecto.
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