Los pingüinos cántabros calientan motores

Una cita marcada en el calendario de los amantes de las dos ruedas y en la que participan todo tipo de personas: «Muchos vienen de Argentina, Suiza, Alemania, Estados Unidos... Aprovechan y hacen rutas por España». Desde este jueves y hasta el domingo, la ciudad del Pisuerga acogerá el concierto de La Fuga, un tributo a Queen o un desfile de antorchas y excursiones, entre otras actividades previstas. «Esta va a ser una edición épica», asegura José Manuel Navas, portavoz del Club Turismoto, organizador del evento.

Una concentración que, con el paso del tiempo, no ha modificado su esencia. «Desde el primer año había compañerismo y muy buen rollo», explica Kiko. Pero lo que sí ha cambiado «mucho» son las instalaciones. «En la primera edición no había nada. Una furgonetilla que vendía cervezas y patatas fritas. Poco más». Y ahora, «no hace falta salir del recinto. Hay de todo». Eso sí, del temido frío, muy característico de la cita, no quiere oír ni hablar. «No existe el frío, eso es para los civiles», bromea.

Kiko es de los veteranos. Pero también tiene amigos novatos, como Gonzalo Escobedo, que acude este año por primera vez. Por eso la ilusión es mayor aún si cabe. «Nunca me ha cuadrado bien la fecha para ir. Y este verano se lo comenté a Kiko», comparte. Al día siguiente recibió un mensaje de su amigo que decía: «Ya te he sacado la habitación del hotel». Dicho y hecho. Junto a su Kawasaki ZZR 1400, Escobedo podrá vivir «por fin» la experiencia en primera persona. «Todos compartimos la misma pasión por la moto. Es un vicio o una droga. Como se quiera llamar».

Ángel López lo entiende perfectamente porque, asegura, siente lo mismo. «He ido ya trece veces a Pingüinos. Y en diferentes motos. Ahora tengo una BMW 1200 Adventure. La anterior fue una Harley-Davidson. Y después de todo lo que he viajado por Europa y España con ellas, esta concentración es un paseuco». Y añade: «Me encantaría volver a nacer solo para andar en moto como lo hacía antes. Me da pena morirme por dejar de montar. Así que lo haré hasta que la salud me lo permita. Ojalá, al menos, hasta los 80 años».

A medida que se va acercando la cita, aumentan las ganas. «Llevamos un año esperando a que llegue el evento. Casi desde febrero del año pasado nos pusimos a mirar hoteles. Porque parece que no, pero se agota rapidísimo. Yo ya tengo las maletas hechas. Imagínate las ganas que tengo de ir», cuenta Marisa Hernández, que pertenece al club de moto nacional Los Froilanes.

Son tantos que, para no confundirse, cada uno tiene su nick en la cazadora. El suyo es Lis y el de su marido, cuyo nombre real es José Manuel Barquín, es Nenito. También les acompaña Isabel Ruiz, Isa, que además es la delegada del club en Cantabria. «De nuestro club vamos 145 personas de toda España y 14 desde aquí. Tenemos allí una carpa que ya va cogiendo forma», relata. Puesta a punto para unos días «inolvidables» con los que soñarán durante el resto del año.