El plan de choque de listas de espera «se empieza a notar», con menos demoras y 160 cirugías al día

De hecho, el volumen de pacientes en cola, ya sea para pruebas diagnósticas, consultas u operaciones, se ha movido bastante poco –en el caso de la lista quirúrgica estructural incluso ha crecido de los 18.505 pacientes registrados en diciembre a los 18.741 al cierre de marzo–.Pero los responsables de gestionar este gigante sanitario ya ven datos que invitan al optimismo, como declara Miguel Ángel Soria, mano derecha del gerente del SCS,Luis Carretero: «El objetivo que nos hemos marcado para fin de año es posible.Sólo hace falta que la maquinaria funcione en el sentido adecuado, con los cambios puestos en marcha».

Y el primer paso ha sido «gestionar la lista de manera integral, como una cadena. Porque se hace mucho hincapié en la quirúrgica, pero el cuello de botella está en las pruebas. Yes ahí donde nos hemos centrado en esta primera fase del plan», explica Soria. De ahí que sea en el acceso a las pruebas, especialmente a las radiológicas (escáner, resonancia...) que son las que acumulan mayor demanda, pero también las de Cardiología o Digestivo, donde se está intentando atajar el problema. «La demora media para una primera prueba ha bajado de 104 días que tenía en diciembre a 64. En tres meses se han reducido 40 días», subraya el coordinador de programas asistenciales del SCS. Así, de los 35.418 pacientes que estaban pendientes a final de 2023 se ha pasado a los 34.718. Pero Soria matiza que en ese total no se incluyen los que están en demora voluntaria, porque han pedido retrasar su cita, o los que tienen que esperar por indicación médica (por ejemplo si hay que dar tiempo a finalizar un tratamiento o el especialista solicita la prueba dentro de un plazo concreto). Sumados esos, el total se eleva a 42.200 (y venía de 43.600).

«Se están dando más de 2.000 citas diarias para pruebas diagnósticas. Lo importante son los tiempos de demora, que miden nuestra capacidad de respuesta. Ytal y como vamos, creo que es factible llegar a diciembre en 45 días de media», añade Soria, que recuerda que es el eslabón de la cadena que primero hay que engrasar, porque de esas técnicas depende el diagnóstico, que es el que determinará el circuito a seguir por el paciente. En cuanto a la lista de consultas, «hemos recortado siete días la demora media (de 90 a 83), y ha descendido el número de cántabros en espera: de 38.711 a 37.540. La idea es cerrar el año en 70 días, algo asumible». En este caso también existe esa lista paralela, con los clasificados como demora voluntaria o por criterios clínicos, que son 3.800 pacientes. Si se compara el global en ambos momentos, la cifra ha bajado de los 42.648 a los 42.123.

Y son varias las claves de la gestión del nuevo equipo de Sanidad, una vez despejados los datos. Para acortar las demoras máximas a unos tiempos que puedan considerarse «adecuados», se ha empezado a llamar «a las personas que más tiempo llevan esperando para reprogramar sus citas» en huecos que se vayan abriendo. «Lo lógico es que en los tramos de tiempo más cortos el volumen sea mayor que en los largos. Es decir, que haya más pacientes con un mes de espera que con seis», explica. «Y eso no pasaba así. Había más acumulación en los tramos de mayor demora». Ahora, son ellos los primeros candidatos a adelantarse en la lista. Pero el coordinador insiste: «Hay que abordar las tres listas como un todo, de lo contrario si desbloqueas la de consultas, luego va a repercutir en la quirúrgica, porque muchos de esos pacientes tendrán que ser operados».

El balance del trimestre también arroja una bajada en la demora media para cirugías: de 173 a 157, y el objetivo es acabar el año en 135. En este punto, quienes más lo han notado son los pacientes con más de 180 días de espera (ahí la lista se ha reducido de 7.200 a 5.800), que es donde se está centrando el plan. En ellos y en los que recibieron la llamada para operarse en un centro concertado pero rechazaron la derivación –algo que ocurre el 20% de las veces–, «un grupo que antes se quedaba fuera si no aceptaban esa alternativa», expone Soria. De los 1.152 contabilizados en diciembre en esa situación se ha pasado a 880; y entre los no programables, que eran 1.614, se ha bajado a 1.432.