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«Hay más población inmunizada frente al SARS-CoV-2 aunque no tenga anticuerpos». Marcos López Hoyos, jefe de servicio de Inmunología de Valdecilla y presidente de la Sociedad Española de Inmunología, recuerda que «los anticuerpos son sólo la punta del iceberg». Por eso, aunque ... el estudio de seroprevalencia del Ministerio de Sanidad apunta a un nivel de inmunidad del 5% (3,7% en el caso de Cantabria), subraya que se ha obtenido «analizando sólo una parte de la respuesta inmunitaria», lo que implicaría que el grado real de protección en la población frente al coronavirus es superior aunque para conocer su alcance habría que analizar la respuesta celular, a cargo de los linfocitos T, un proceso más laborioso que la búsqueda de anticuerpos en sangre, al que hasta ahora «se les ha prestado poca atención».
«La respuesta inmunitaria tiene dos brazos», explica. La respuesta innata es la primera reacción del sistema inmunitario frente al contacto con un patógeno del que tiene que defenderse. «Son las tropas de choque». Si basta con ese escudo protector suele ser porque la carga viral es baja, como ocurre en pacientes asintomáticos. Personas que no han mostrado señales de la enfermedad, pero que la han pasado. Ahí el sistema inmunitario gana la batalla sin complicaciones. En esos casos no se producen ni siquiera anticuerpos.
«Pero al margen de esta respuesta, tenemos la adaptativa, que son los especialistas, los francotiradores», apunta. Una reacción que se produce cuando la respuesta innata se demuestra insuficiente y ya hay síntomas evidentes de la enfermedad. «Esta respuesta específica frente al virus tiene dos partes: la celular y la humoral o de anticuerpos». En la primera entran en juego las células T (CD4 o cooperativas y CD8 o citotóxicas), que contribuyen a montar toda la respuesta especializada; y en la segunda se ha basado el estudio de seroprevalencia ENE-Covid.
«Los anticuerpos tienen una vida media de tres semanas. Para que se mantengan hace falta que haya células B memoria en circulación, que son las que se intentan generar a través de las vacunas». De hecho, la tercera ronda de dicho análisis ha evidenciado que un 14% de las personas que habían dado positivo en anticuerpos semanas atrás, los han perdido, aunque desde el Ministerio se ha achacado en parte a que «los test no tienen una sensibilidad del 100%». Para López Hoyos, «lo ideal hubiera sido que el estudio de inmunidad abarcara respuesta celular y de anticuerpos (humoral)».
Precisamente, el proyecto de investigación que lidera en el Idival, en colaboración con el Servicio de Enfermedades Infecciosas de Valdecilla, que encabeza Carmen Fariñas, está centrado en las células T. «Hemos reclutado pacientes, alguno con seguimiento a los dos meses y otros con la infección activa, y ya tenemos un primer artículo en revisión para ser publicado», señala. Una de las conclusiones que han podido probar es que «hay personas que no tienen anticuerpos frente al covid-19, pero sí células T citotóxicas que responden a las proteínas del virus». Es decir, gente inmunizada, pese a carecer de anticuerpos, cuya protección además es más duradera, porque «las células T sobreviven más tiempo (2-3 años) que las células B memoria (en torno a un año)».
La Sociedad Española de Inmunología considera que «es preciso potenciar distintas pruebas de caracterización de la respuesta inmunitaria en el manejo clínico de la infección, que ya están disponibles en los servicios de Inmunología del país». Proponen aplicarlas en aquellas personas que han negativizado un resultado positivo previo de anticuerpos (incluyendo a las del estudio de seroprevalencia nacional) y a los pacientes con PCR positiva previa que no han desarrollado anticuerpos comprobado en varias determinaciones (estimado en un 1-3% de los casos). «En estos pacientes, se debería enviar una muestra a los Servicios de Inmunología para determinar marcadores de activación de células T CD4 y CD8 tras estímulo con componentes del SARS-CoV-2».
Un segundo escalón sería seguir avanzando en la investigación, básico para obtener la imagen más completa posible de la respuesta inmunitaria al virus. «Tenemos que poner a punto técnicas de rutina de laboratorio y que sean lo más fácil posible», concluye el inmunólogo.
A todo esto habría que añadirle el impacto de la inmunidad cruzada entre coronavirus estacionales y el SARS-CoV-2. Es decir, en qué medida la reacción inmunológica a otros procesos catarrales o infecciosos causados por virus hermanos sirve de escudo protector frente al covid.
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Ana Rosa García
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