
Clara Gallego Marcos
Secciones
Servicios
Destacamos
Clara Gallego Marcos
Venida al mundo en un abrasador agosto del sur el mismo año que la Guerra Fría, la religiosa Clara Gallego Marcos (Encinasola, Huelva, 1947) ... es la hija andaluza de un guardia civil y de una ama de casa unidos en zamorano matrimonio que ya arrullaba a tres varones para cuando la única chica llegó. Pero como no se es de donde se nace, sino de donde se pace, a ella le gusta decir que es de León. De Astorga, eje vertebrador de las comarcas de la Maragatería y cuna de las Hijas de la Caridad, la comunidad religiosa fundada por San Vicente de Paul en 1633 y a la que la directora de la Cocina Económica de Santander pertenece desde que tenía 21 años, cuando descubrió que su vida estaba con los pobres.
-Además de Hija de la Caridad también es trabajadora social y psicóloga.
-Desde que era muy pequeña tuve claro que no iba a ser ni enfermera ni maestra, lo primero porque no he sido capaz de poner una inyección y lo segundo porque una clase llena de críos... ¡pfff!, como que no iba conmigo. Así que al final me decanté por el trabajo social, que para mí ha sido un complemento perfecto para mi vocación, y, más tarde, por la psicología.
-Usted entró en la orden con...
-...21 años.
-Así que lleva 54 años al servicio de la congregación.
-54, sí.
-Cuando alguien convive con el drama durante tantos años, ¿no acaba haciéndose impermeable al sufrimiento de los demás por su propio bien?
-Qué va. No. Eso es imposible. Es imposible que no te afecten los problemas de las personas de las que te rodeas a diario.
-Que en su caso en particular son o han sido...
-... Pues mire, he atendido a ancianos, a menores de edad, a discapacitados psíquicos, a mujeres víctimas de violencia de género, ahora a personas sin hogar... Creo que he explorado todos los campos que hay relacionados con la atención humanitaria a personas necesitadas y le puedo asegurar que cada situación que he vivido con ellas me acompañará el resto de mi vida.
Noticia relacionada
-Según la última Encuesta de Condiciones de Vida del INE, Cantabria logró reducir en 2022 la mayoría de los indicadores que miden el riesgo de pobreza y exclusión social de su población, aunque todavía hay en la región cerca de 110.000 personas que viven en esa situación. ¿Podría decirse que estamos en niveles tolerables?
-Para las personas que lo están pasando mal esos niveles nunca serán tolerables.
-Visto así...
-... Es que yo no reparo tanto en la situación en la que las encuestas puedan colocar a Cantabria como en la que están atravesando esas 110.000 personas que lo están pasando realmente mal. Sobre todo cuando hablamos de familias con niños pequeños, en las que el drama es aún mayor, o cuando hablamos de personas con problemas de salud mental, un segmento de población delicado dadas sus particularidades: están en riesgo de exclusión social y, a la vez, tienen un problema muy serio de salud mental. Eso, créame, es un auténtico cóctel molotov.
-¿En la relación de los gobernantes con la pobreza hay mucha teoría y poca práctica?
-Lo que hay, a mi modo de ver, es un planteamiento equivocado a la hora de distribuir los recursos disponibles.
-¿Qué quiere decir?
-Que cuando los recursos son pocos y las necesidades muchas quienes deciden deben valorar muy bien cuáles son las prioridades, y, honestamente, no sé si eso se hace siempre.
-En el año 1995, el Banco Mundial consideró que la lucha contra la corrupción constituía una parte integral de la reducción de la pobreza, el hambre y las enfermedades.
-Sí.
-¿Esto es lo mismo que decir que la pobreza en el mundo se acabará el día en que los gobiernos dejen de ser corruptos?
-Acabar, acabar, no sé si se acabaría; lo que sí sé es que la situación sanaría muchísimo porque no se permitirían algunas cosas que ahora se toleran.
-¿Como por ejemplo?
-A veces uno lee que para que no bajen los precios de un determinado alimento se tiran o se queman las producciones, ¿verdad? Bueno, pues si esas producciones se repartieran debidamente entre las poblaciones que las necesitan, los niveles de hambruna descenderían drásticamente. Y lo mismo pasa con las farmacéuticas...
-¿Le hierve la sangre cuando apaga los fogones y enciende la televisión?
-Sí, sí. Claro que me hierve, sí. A veces una piensa que es mejor no saber, pero, al final, no puedes meter la cabeza debajo del ala, ¿no le parece?
-¿Y qué piensa?
-Que no hay derecho a que se estén tirando a la basura recursos tan necesarios para las personas por meros intereses empresariales, que haya tantísima gente que esté muriendo en el Mediterráneo porque los gobiernos tienen otras prioridades...
-Su antecesora en el puesto, sor Evelia Cantero, dijo en su día que tendría que estar prohibido darle limosna a los pobres. ¿Usted qué opina?
-Lo mismo que ella.
-No cree que sea buena idea.
-En la mayoría de los casos, dando una limosna a un pobre lo único que vamos a conseguir es empeorar más su situación porque probablemente no va a emplear ese dinero para cubrir sus necesidades fundamentales -necesidades que ya tiene cubiertas acudiendo a centros como este- sino que lo va a malgastar. Pretendiendo hacerle un bien, estamos fomentando que siga bebiendo o consumiendo drogas. Esas aportaciones son esenciales, sí, pero canalizadas a través de las entidades indicadas.
-En el Día Mundial de la Pobreza, el Papa Francisco dijo que hay que pararse a dar limosna y no escudarse en si se va a malgastar en vino.
-El Papa es muy dueño de decir lo que piensa sobre este asunto. Yo lo que le he dicho se lo he dicho desde la experiencia que he adquirido viviendo con la gente con la que vivo.
-¿Usted da limosna?
-No, nunca. Lo más que hago cuando me veo ante un pobre es acompañarle a comprar un bocadillo o un café.
-¿La limosna es un recurso inútil para resolver el problema de la pobreza?
-Sí. A ver. Es comprensible que haya personas que se compadezcan cuando ven a un mendigo y quieran dejar su conciencia tranquila dándole unas monedas, pero es que esas monedas no van a resolver su problema siquiera superficialmente.
-Tal y como están las cosas, con los precios de los alimentos por encima incluso de las nubes, ¿puede pedirse a los ciudadanos un mayor esfuerzo aún que el que ya hacen por ayudar a los más necesitados?
-Siempre se puede hacer más, aunque en este aspecto debo decir que las gentes de Santander han demostrado sobradamente que tienen un especial cariño por esta Cocina Económica...
-...¿Es solidaria?, ¿sí?...
-...Sí que lo es, sí. Muy solidaria. Aquí ayudan las instituciones, las empresas y los particulares, cada uno dentro de sus posibilidades. El que puede dar uno da uno, y bendito sea, y el que puede dar diez, da diez...
-¿Y a ellos? ¿a los pobres? ¿no cabe exigirles nada?
-Por supuesto que cabe exigirles. Como ciudadanos que son, también tienen sus obligaciones. La primera, poner de su parte. Por ejemplo, cuando hay consumos, o de alcohol o de drogas. Nosotros podemos escucharles, hablarles, motivarles, acompañarles a la consulta del médico, supervisar sus medicaciones... pero, al final, el paso lo tienen que dar ellos.
-¿Confía en que algún día este lugar cierre sus puertas porque ha dejado de tener sentido?
-¡Ojalá! ¡Ojalá! Eso sería ver un sueño hecho realidad, ¿verdad? Pero fíjese en lo que tiene que pasar hasta que ese momento llegue, eso que hemos hablado acerca de la lucha contra la corrupción de los gobiernos del mundo, acerca de la distribución equitativa de los recursos que tenemos, acerca del adecuado tratamiento de las patologías que sufren muchas de las personas que están en nuestras calles...
-Ese parece un viaje largo.
-Es que es un viaje muy largo.
Sor Clara no trabaja sola en la Cocina Económica, que es mucho más que una cocina porque, además de comer, los ciudadanos que acuden allí igualmente pueden pernoctar, asearse, protegerse, asesorarse, abastecerse e incluso formarse. Y la religiosa quiere que se sepa. Que se sepa que detrás de ella hay un ejército de colaboradores dirigido por dos expertos –Luz López y Jesús Castanedo– y formado en números redondos por quince hijas de caridad y un centenar de voluntarios dispuestos a obrar cada día un pequeño milagro.
Gracias a ellos, a su sacrificio, «a su esfuerzo desinteresado», en estas instalaciones se sirvieron durante el año 2022 108.735 desayunos, almuerzos y cenas, «lo que supone un 13% más que el año anterior».
Se realizaron más servicios porque la demanda de ayuda fue algo mayor de parte de la población extranjera.
«La inmigración ha cambiado el perfil de nuestros usuarios», admite la religiosa mirando sus apuntes, que le dicen que las tendencias se han invertido a lo largo de estos últimos años. «El 70% de las personas que vienen al comedor son hombres, y dentro de ese segmento poblacional, o sea, el de los varones, tan solo el 32% son españoles. El 68% restante son extranjeros, originarios fundamentalmente de Latinoamérica, África y Europa del Este», matiza Gallego, que, por otro lado, ha observado un inquietante incremento del número de mujeres sin hogar en la ciudad.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.