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En algunas viviendas de Pesués hubo que salir de casa con botas de agua. : Alberto Aja / Hector Díaz

«No podemos vivir con esta angustia continua»

La borrasca descargó con especial violencia en Valdáliga, donde se registraron hasta 171 litros en 24 horas | El cambio del viento evitó otra catástrofe, aunque la intensa lluvia anegó casas, cerró carreteras y desbordó cauces

Daniel Martínez

Santander

Jueves, 24 de octubre 2019, 07:11

Han pasado nueve meses exactos. Dos episodios de inundaciones por lluvias extremas con menos de un año de diferencia. Otra vez viviendas y locales anegadas, carreteras cortadas al tráfico, argayos y balsas de agua en el asfalto y cientos de escolares sin clase por las precipitaciones. Los afectados tuvieron que volver a ponerse las botas altas que apenas se acaban de secar para achicar el agua o salir de casa y enfrentarse a imágenes espectaculares. Esta vez, salvo algunas excepciones concentradas durante la primera parte del día, hubo más miedo que trabajo de fregona o llamadas al teléfono de urgencias de la compañía de seguros.

Miedo y agotamiento físico y mental tras una noche sin poder dormir después de escuchar las previsiones meteorológicas y revivir los acontecimientos del pasado mes de enero. Por ejemplo, en el municipio de Mazcuerras. Cuando algunos vecinos todavía no han podido regresar a sus viviendas, cuando aún no han terminado de lamentar que la falta de limpieza en los cauces provoca avenidas impetuosas del Saja, cuando el Gobierno central todavía no ha enviado a Cantabria el dinero de las ayudas para subsanar el 50% de los gastos que causaron aquellas inundaciones, otra vez volvieron a saltar de la cama con temor a asomarse a la ventana. Ayer el barro no llegaba al techo del salón, pero sí subía algunos centímetros. Muchos más de los deseables.

«Yo no sé de quién es la culpa, pero tienen que solucionar esto, porque vivimos en una angustia y una agonía constantes. ¿Vamos a estar así cada vez que llueva?», se preguntaba una vecina de la urbanización Fuente del Ojo, en Villanueva de la Peña, quien también sufrió el episodio anterior y que esta vez ha vuelto a ver cómo se inundaba su garaje. Todo lo que había en el interior, a la basura, aunque reconocía que la sensación de peligro esta vez fue algo menor.

171,6

litros por metro cuadrado se recogieron en Roiz (Valdáliga), según datos de la CHC, la máxima de Cantabria y del país ayer.

A esa hora, sobre las once de la mañana, la palabra era «incertidumbre». Mejor o peor, lograban aguantar el temporal, pero el escenario más crítico se esperaba para la tarde. No era lo que había, era lo que, en teoría, estaba por venir. Se quedó por el camino. A eso del mediodía, pese a precipitaciones excepcionales de hasta 140 litros en 12 horas, unas cantidades poco habituales en latitudes como la de Cantabria, el 112 hacía un primer balance de daños relativamente leve. El Servicio de Emergencias autonómico sumaba la interrupción de parte de la línea de ferrocarril de FEVE a la altura de Cabezón de la Sal, la evacuación por parte de la Guardia Civil y los bomberos de tres personas mayores en Caranceja como medida preventiva o un accidente de tráfico en la A-67 por salida de vía de un camionero que resultó herido leve y que fue trasladado al hospital comarcal de Sierrallana, a la altura de Los Corrales de Buelna. Pero ya adelantaba una mejoría.

A pesar de las más de 210 incidencias registradas en la zona occidental de Cantabria, este episodio de depresión atmosférica aislada en niveles altos (DANA) ha sido finalmente menos intenso de lo que avanzan las previsiones meteorológicas y también menos dañino que el del pasado enero. Las pérdidas millonarias de entonces han podido esquivarse en este ocasión por un cambio brusco en el viento que «ha evitado lo peor». «Comparado con lo que nos decían no ha sido nada. Comparado con lo de la otra vez, nada», insistía el presidente regional, Miguel Ángel Revilla, desde el Centro de Centro de Coordinación Operativa (Cecop) que se activó a primera hora de ayer, desde donde los servicios de emergencia desplegaron la respuesta a una gota fría que en el norte del país se focalizó sobre Cantabria, pero cuyos efectos más adversos estuvieron en la costa de Cataluña, donde incluso hay que lamentar la pérdida de una vida humana.

Aquí, a pesar de las impresionantes imágenes de vías convertidas en ríos y caudales bajando a gran velocidad y a punto del desbordamiento, los daños son puntuales y concentrados en municipios como Val de San Vicente, Cabezón de la Sal, Reocín o Valdáliga, que esta vez se ha llevado la peor parte. El cambio en la dirección del viento que se hizo evidente sobre las 13.00 horas de ayer se aliaba con Cantabria. De hecho, la comarca que en un principio parecía que iba a ser la más afectada por la llegada de la borrasca durante la tarde, la del Asón, fue precisamente la que presentó menos afecciones. Llovió fuerte, pero nada que ver con lo de Treceño, donde incluso ha quedado inutilizado el sistema de abastecimiento de agua. En la práctica, los usuarios no se verán afectados porque se conectarán a la Autovía del Agua, pero los desperfectos, sobre todo de material eléctrico, son importantes. También en este pueblo, el alcalde de Valdáliga, Lorenzo González, explicaba cómo se habían movilizado los operarios municipales para retirar un tronco que estaba obstruyendo un puente sobre un afluente del río Escudo.

La consejera de Presidencia, Paula Fernández Viaña, resumía la situación diciendo que había problemas en aquellos puntos de las cuencas del Besaya, Saja y Deva donde se viven situaciones críticas cada vez que llueve de más. Esta vez hubo problemas con más razón porque llovió mucho más que de más, aunque afortunadamente de forma regular. Precipitaciones fuertes y muchos litros, pero no especialmente concentrados en el tiempo. Finalmente a las once de la noche con buena parte de las carreteras reabiertas y las cuencas en niveles sin peligro, el Gobierno desactivo el Plan Especial de Inundaciones

Imagen. Un vecino protege su vivienda de las lluvias en Villanueva de la Peña.

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Imagen. Un vecino protege su vivienda de las lluvias en Villanueva de la Peña. Javier Rosendo

Cuenca a cuenca

  • Deva Aunque entró en nivel de seguimiento no llegó a temerse por su desbordamiento. Al tener una cuenca muy amplia las avenidas no fueron peligrosas.

  • Nansa Al estar regulado por presas no fue de los más problemáticos. El pico de altura se registró pasadas las 13.30 horas y posteriormente regresó a niveles casi normales

  • Escudo Durante toda la mañana, este río fue el que centró casi todas las miradas. A su paso por Roiz, el punto con mayores lluvias, llegó al nivel de alerta por desbordamiento

  • Saja Como viene siendo habitual, fue otro de los puntos calientes de la jornada a su paso por Cabuérniga, Mazcuerras o Reocín. En Carrejo llegó incluso a desbordarse

  • Besaya Al contrario que el episodio de lluvias extremas de enero, esta vez la borrasca no azotó tan fuerte la zona alta dela comarca. Sí hubo riesgo de desbordamiento en Torres.

  • Pas-Miera Las precipitaciones más intensas afectaron al occidente de Cantabria, por lo que el Pas aguantó el envite con relativa facilidad y el Miera no llegó ni al nivel amarillo. Por la noche el Pas registraba un caudal en aumento

  • Asón-Agüera Las previsiones decían que era la cuenca que podría verse más afectada y, finalmente, el cambio en la dirección de la borrasca hizo que se librara de grandes crecidas.

Inundaciones «típicas» que por frecuentes no consuelan a los afectados. Además de los puntos ya citados, Carrejo, donde sí se llegó a desbordar el río, o los municipios de Ruente, Alfoz de Lloredo, Camargo y Udías. Además, las trombas también llegaron a Santander y el agua se metió incluso en los sótanos de la Casa Consistorial, mientras que en Torrelavega hubo miedo por la crecida del río. Al final, el Besaya no se salió de su cauce. En cualquier caso, los vídeos y las fotos que llenaron las redes eran espectaculares.

Niveles muy variables

El dato objetivo es el del sistema de medicidión del nivel de los ríos de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico. A comienzos de año, todo el mapa se tiñó de rojo y las grandes cabeceras de la región entraron en el máximo nivel de alerta. Esta vez, tan sólo se han alcanzado los umbrales de gran peligro en dos de las más de 20 estaciones de medición repartidas de oeste a este entre el Deva y el Agüera.

En concreto, en la del río Escudo a la altura de Roiz (Valdáliga) y en la del Saja en Puente San Miguel (Reocín). Sus coordenadas coinciden de forma casi exacta con los puntos donde más se llenaron los pluviómetros. Y los picos de crecida también cuadran con los de mayor intensidad de las lluvias, aunque la alerta se redujo a naranja (prealerta) y amarilla (en seguimiento) a las pocas horas y antes del mediodía. En el primer caso, por ejemplo, el nivel máximo lo alcanzó a las once de la mañana:2,29 metros de altura frente a los 0,73 de doce horas antes o a los 1,37 a los que regresó a las siete de la tarde de ayer.

210

incidencias coordinó el Servicio de Emergencias de Cantabria, que recibió 369 llamadas, a consecuencia del temporal de lluvia.

Impresiona el dato de lluvias del mismo Roiz, donde según la Confederación cayeron 171,6 litros por metro cuadrado en 24 horas, con lo que fue la localidad con más precipitaciones del día en España. Según la Aemet otros cuatro lugares de Cantabria estuvieron en el 'top diez' del ránking nacional junto a Cataluña –allí llovío algo menos, pero mucho más concentrado–. En Alto Campoo hasta las 22.00 horas se contaron 117,2 litros, y en San Felices de Buelna más de 109. Ante estas precipitaciones y su combinación con el viento, la Federación Cántabra de Fútbol recomendó a todos los clubes suspender los entrenamientos.

A la espera del dinero

Este nuevo episodio de inundaciones en Cantabria se ha producido antes de que el Gobierno central haya liberado el dinero de las ayudas por los sucesos del mes de enero. Se trata de unas ayudas que, en principio, cubrirán el 50% de los gastos que tuvieron que asumir la administración y regional entonces y que sí han empezado a llegar ya al Levanta español a pesar de que en esta zona del país la gota fría azotó en el mes de septiembre.

«Las últimas informaciones del ministerio son que están acelerando al máximo la tramitación. La idea es que sea esta semana. Si no, seguiremos reivindicando», explica la consejera de Presidencia, convencida de que será este viernes cuando el Consejo de Ministros tome la decisión. Sólo en lo que respecta al Ejecutivo regional, la cifra es de unos 13 millones de euros. Además, es posible que también se incluyan ayudas para afectados particulares que no tenían un seguro privado.

En cualquier caso, Paula Fernández recuerda que ese decreto abre la vía para poder seguir pidiendo ayuda al Ministerio de Transición Ecológica para la limpieza de los ríos. Además de las obras más importantes planificadas a medio y largo plazo que están por llegar, consideran que los 1,8 millones de euros comprometidos por el Estado para actuar en los ríos son «insuficientes».

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