La Policía cree que la investigación por el crimen de Monte será «larga»

Evidentemente, están trabajando en Santander. Las investigaciones desde el primer momento se extendieron a toda Cantabria. Y casi al instante de conocerse los hechos, los responsables autonómicos de la Policía Nacional también mandaron una comunicación a sus colegas de todo el país para tratar de localizar una pista que les lleve hasta el autor o autores del crimen que durante la madrugada del martes al miércoles acabó con la vida de Marvin A. H. B. El joven colombiano recibió hasta cinco disparos, dos de ellos mortales en la cabeza y en el pecho.

La otra incógnita que sigue abierta sobre este caso es el motivo por el que alguien quiso poner fin a su vida. Desde el comienzo, por las características del suceso, los investigadores han tenido la certeza de que se trata de un ajuste de cuentas por asuntos relacionados con la droga. De hecho, el pasado jueves, el propio jefe superior de la Policía en Cantabria, Héctor Moreno, confirmó en una rueda de prensa que el crimen «está vinculado a la actividad» delictiva del fallecido y que «no fue casual». Dijo más. Se atrevió a adelantar, a tenor de las informaciones que se habían reunido durante las 24 horas posteriores a los hechos, que «el entramado social en el que se movía guarda relación con su fatal desenlace». Todo ello sin descartar otras hipótesis que, a priori, parecen ahora mismo más improbables.

Lo que sí que tienen claro los responsables de la Policía Judicial que se han hecho cargo de la investigación es que, en buena lógica, el proceso para responder a cualquiera de esos dos interrogantes será «largo». A pesar de que ya hay algunas líneas de investigación con cierto peso, la experiencia dice que este tipo de casos avanzan con muchas dificultades.

Además, en el asesinato de Marvin, que se produjo a unos pocos metros de la vivienda donde vivía con su pareja y sus tres hijos, se dan algunos elementos que ponen más piedras en el camino. Fuentes cercanas a la investigación aseguran que el joven, de 33 años y sin ningún trabajo conocido por las autoridades y con diferentes cambios de domicilio en la última década, estaba relacionado con diversos episodios «turbios» con alguna relación con las sustancias ilegales. Es decir, que cualquiera de sus múltiples tropiezos pudo ser el desencadenante del asesinato.

En dos ocasiones, en 2009 y en 2015, estuvo preso en el centro penitenciario de El Dueso por delitos contra la salud pública. La primera de ellas volvía de un tercer grado. Además, la Guardia Civil también le detuvo, junto a otro puñado de personas, por el robo de unas ventanas en una edificio que se encontraba en obras en el pueblo de Mijarojos (Cartes). Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado creen que la víctima estuvo un tiempo fuera de Cantabria hace algunos meses. Probablemente, al sentirse amenazado por algún motivo. Y no es descartable que ese mismo motivo sea el mismo que ahora se busca.

Mientras tanto, los vecinos del barrio de Monte siguen sin salir de su asombro. En la urbanización Los Armadillos, donde se produjo el crimen minutos antes de que un repartidor de comida a domicilio encontrara el cadáver, nadie escuchó los disparos a pesar de que se produjeron alrededor de la medianoche y en una zona muy poco ruidosa. La misma que siguen frecuentando los agentes de la Policía Nacional.