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Daniel Martínez
Santander
Martes, 12 de mayo 2020, 13:53
Las llamativas imágenes de decenas de personas saliendo del bar La Frontera de Cueto después de ser desalojado por los agentes locales de Santander por incumplir las exigencias de un máximo del 50% de ocupación y la distancia de seguridad de dos metros entre las mesas han generado una gran alarma, pero la Policía Nacional explican que se trata de la «excepción que confirma la regla». Es decir, que en general, el primer día de la fase 1 de la 'desescalada', en el que después de dos meses podían ya abrir las terrazas con estrictas medidas de seguridad, ha transcurrido con normalidad.
En la capital, además de La Frontera, han sido sancionados por motivos similares otros dos locales en las calles Peñas Redondas y Los Pinares. Por el momento, la Delegación de Gobierno todavía no ha formalizado la sanción y está por determinarse la cuantía y las condiciones de la multa, algo que dependerá del contenido del atestado policial. Además, el cuerpo municipal se desplazó a otros establecimientos a requerimiento de particulares, pero comprobaron que en esos casos sí se cumplian las normas decretadas por el Ministerio de Sanidad. En Torrelavega
«Ha sido durísimo. Llegó un momento en que todo se descontroló. Había clientes que estaban salvajes, como cuando una persona sale de la cárcel después de 15 años. Queríamos abrir el primer día y siento como que he fallado. Nosotros lo hemos hecho bien, pero ha sido la gente la que me ha fallado. No me imaginaba tanta irresponsabilidad», explica Sami Fadili, responsable de La Bendita, otro local hostelero al que se desplazó la Policía Local en la tarde del lunes ante la afluencia masiva de personas. Allí, los agentes intervinieron ante la larga cola que había en la calle de personas deseosas de entrar.
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Según la propia dueña, la situación se descontroló por la tarde, en el momento en el que empezó a llover y los clientes que hasta entonces estaban en otros locales al aire libre se trasladaron a La Bendita para disfrutar de los espacios cubiertos. Aunque en el interior del establecimiento sí se cumplían las normas de higiene y seguridad, cuando Fadili vio que la situación se descontrolaba, llamó a la Policía Local. «Llamé a las cuatro y a las cinco de la tarde y no me cogieron. Después llamé a la Nacional y me dijeron que estaban desbordados. No vino nadie y unas horas después teníamos aquí a cinco patrullas. Si hubiera habido un poco de vigilancia antes…», se lamentaba. Al final, terminó llorando de impotencia y los propios agentes fueron los que tuvieron que consolarla.
Asegura que todo el espacio había sido desinfectado a primera hora, que las mesas separadas con marcas en el suelo y que su terraza estaba controlada, pero no era capaz de «dar abasto» con la gente que se agolpaba en la puerta o que empezó a cambiar de lugar el mobiliario. Finalmente, entre la propietaria y la Policía Local desalojaron el establecimiento, que en ese momento contaba con muchos clientes no habituales «El domingo salí en el periódico explicando que íbamos a abrir. Parece que mucha gente lo vio y han venido. Entiendo que es el primer día, pero pido un poco de responsabilidad, la misma que yo he tenido por hacerlo bien. Prefiero estar al 50% y hacer menos caja que estar llena y cuando llegue el momento tengamos que dar un paso atrás en el desconfinamiento», insiste. Aunque afirma que no tiene ánimos de abrir, ahora se plantea hacerlo con un sistema de turnos y reservas: «Como las peluquerías».
Desde la Policía Nacional, que recuerda que aunque poco a poco está volviendo a sus competencias habituales de lucha contra la criminalidad y este tipo de intervenciones le corresponde a los cuerpos locales, insisten en que estos dos casos de Santander se trata de episodios aislados. «Las excepciones que confirman la regla», cuenta Diana Mirones, portavoz de la Policía Nacional en Cantabria. Desde las fuerzas de seguridad del Estado apelan a la responsabilidad general ante el riesgo de volver atrás en la 'desescalada' si no se cumplen las normas. «Hay que pedir a los propietarios que no contribuyan a comportamientos incívicos y a los clientes que no se relajen porque el peligro del virus sigue ahí», defiende Mirones, que espera que estos dos casos sirvan como ejemplo de lo que no hay que hacer y espera que situaciones así no se repitan.
En Torrelavega, la primera jornada de terrazas abiertas transcurrió con «total normalidad y sin ningún problema». El concejal de Seguridad Ciudadana, Pedro Pérez Noriega, confirma que pese al aumento de la presencia de personas en la calle, no se produjeron incumplimientos del estado de alarma relacionados con la entrada en la fase 1 de la 'desescalada' y ningún establecimiento hostelero fue sancionado. Este martes, los agentes de la Policía Local siguen controlando el estado de las terrazas, que en estas circunstancias excepciones han recibido un permiso extraordinario del Ayuntamiento para hacer un mayor uso del espacio público.
Pérez Noriega insiste en que los propietarios de bares y cafeterías se han concienciado, están cumpliendo con el aforo máximo permitido del 50% y mantienen la distancia de dos metros entre mesas. «En algunos casos hemos visto que quizás estaban en el límite -muchos locales tienen marcas en el suelo para delimitar la zona de seguridad-, pero se ha comprobado que no ha sido de forma intencionada y de momento tan solo les hemos advertidos. No hubo sanciones a establecimientos pero sí a cuatro jóvenes que a la una de la mañana fueron localizados bebiendo en la vía pública en la zona del Auditorio.
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